La excesiva higiene favorece las alergias
Después de atribuir el aumento de los casos de alergia a la contaminación, ahora los especialistas denuncian los excesos de higiene.
Con motivo del Día Mundial de la Salud, swissinfo se concentra en las últimas investigaciones en la materia.
«Un ambiente sano para los niños»: Tal es la fórmula chocante de una jornada mundial, la de este lunes, decretada por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Los pediatras aprovechan la ocasión para denunciar una vez más la proliferación de alergias que se observa en Suiza, al igual que en la mayoría de los países occidentales.
Según varios estudios internacionales, uno de cada diez niños padece asma, mientras que los casos de rinitis alérgicas y eczemas se ha duplicado en los últimos decenios.
Si bien en Suiza no se dispone de estudios epidemiológicos específicos en la materia, las investigaciones realizadas por los servicios de la salud de los jóvenes, en el marco del programa de vigilancia nacional Scarpol demuestran que, de 1992 al 2000, cerca del 8% de los jóvenes en edad escolar padecía asma.
«Además, cerca del 15% de los alumnos observados sufría alergia al polen», precisa Charlotte Braun, médico especializado en epidemiología y profesora en el Instituto de Medicina Social y Preventiva de la Universidad de Basilea.
En lo que respeta a la población adulta, las estadísticas contemplan sobre todo la alergia al polen. «En 1920, sólo el 2% de los suizos estaba afectado», subraya Charlotte Braun. «En 1991, eran más del 13%.»
Otra constatación es que las enfermedades alérgicas no tienden a disminuir. Al contrario. Los estudios científicos se multiplican y los médicos se ven obligados a revisar ciertas teorías.
Contaminación: un factor no determinante
Tras establecer una relación entre la creciente frecuencia de los casos de alergia y la contaminación, los alergólogos llegan a la conclusión de que los contaminantes no son la causa de esas enfermedades.
Para corroborar sus argumentos, se remiten a un estudio comparativo realizado con niños de Múnich y Leipzig, ciudad de la antigua Alemania Oriental, en 1991, tras la caída del Muro de Berlín.
«Los investigadores querían demostrar que la contaminación, mucho más grave en Leipzig, tenía una incidencia en el aumento de las alergias. Sin embargo, lograron demostrar lo contrario», explica Michael Hofer, médico en alergología e inmunología en la sección de Pediatría del Centro Hospitalario del Cantón de Vaud (CHUV).
Los resultados mostraron que los niños de Leipzig presentaban claramente menos alergias, pese a estar más expuestos a las concentraciones de contaminantes atmosféricos como el dióxido de azote u el ozono.
Años más tarde, basándose en estos resultados, los mismos investigadores pudieron constatar que el aumento de las alergias estaba relacionado con la ‘occidentalización’ del estilo de vida de la población de Leipzig.
Exceso de higiene
«Todavía no sabemos con exactitud qué elementos en nuestro medioambiente contribuyen a aumentar los riesgos de alergia. Las hipótesis que se barajan parecen indicar que la proliferación de este tipo de enfermedad tiene que ver con el desarrollo de la higiene en nuestras sociedades», prosigue Michael Hofer.
Según varios estudios recientes, para desarrollar mejor sus defensas contra las alergias, el sistema inmunitario de los bebés debe estar expuesta al virus y a las bacterias. Una estimulación necesaria que les permite adaptarse a su entorno.
De hecho, hoy se sabe que las alergias resultan de un error de valoración del sistema inmunitario. Este último identifica una simple partícula de polvo – de polen o del pelo del gato – como un cuerpo extraño peligroso.
El sistema inmunitario produce una serie de anticuerpos y provoca así reacciones en cadena comparables a una inflamación.
Bacterias y establos: efecto protector
«Paradójicamente, el estudio Scarpol permitió observar que los niños que viven en una granja, en contacto con los animales, presentan menos reacciones alérgicas que sus vecinos de la misma localidad», precisa Charlotte Braun.
«Después de estudiar el caso en colaboración con otros científicos europeos, hemos llegado a la conclusión de que la exposición a ciertas bacterias transmitidas por los animales de establo tienen un carácter protector», prosigue.
Parece que el sistema inmunitario del niño necesitara, desde una temprana edad, estar confrontado a verdaderos enemigos para desarrollar defensas eficaces contra las alergias.
Teoría ‘higienista’
Es lo que los científicos denominan la ‘teoría higienista’, que les ha permitido demostrar que los niños rodeados de muchos hermanos o que acuden a una guardería también están mejor armados contra los riesgos de alergia.
Y la higiene corporal no es el único factor responsable. Según un estudio realizado paralelamente en Estonia y Suecia, la alimentación también influye en el proceso de resistencia a las alergias.
«En Occidente, los alimentos están más elaborados, son más industriales y a menudo pasterizados, lo que modifica su contenido en baterías y la formación de la flora intestinal de los niños», explica Michael Hofer.
«Parece que la calidad de esa flora favorece o, por el contrario, protege el organismo contra las reacciones alérgicas», prosigue el alergóloga.
Terapias del futuro
Los conocimientos acumulados sobre los mecanismos de las alergias deberían facilitar el desarrollo de nuevos medicamentos.
«Uno de los métodos más prometedores consiste en exponer a los niños, desde una temprana edad, a bacterias que van a influenciar el funcionamiento de su sistema inmunitario», explica Philippe Eigenmann, -pediatra-alergólogo en el Hospital Universitario de Ginebra (HUG).
El objetivo es forzar a las defensas inmunitarias a desarrollar un terreno protector. La otra pista consiste en actuar sobre los anticuerpos de la alergia. El fin de ese método, ya probado en la fase clínica, es frenar la reacción alérgica.
swissinfo, Vanda Janka (Traducción: Belén Couceiro)
Estudio Scarpol, de 1992 al 2000:
8% de jóvenes en edad escolar padece asma
15% tiene alergia al polen
La alergia es una respuesta exagerada de nuestro organismo cuando entra en contacto con determinadas sustancias (alimentos, química, aire).
El sistema inmunitario confunde una simple partícula de polvo, polen o pelo del gato con un cuerpo extraño peligroso.
Nuestro organismo reacciona contra esos ‘intrusos’ con armas específicas: las inmunoglobulinas E (IgE).
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