La masacre de Laja en Chile llega a los escenarios españoles con ‘Yo duelo’
Madrid, 31 ene (EFE).- La nieta de Wilson Muñoz, uno de los diecinueve asesinados en la masacre de Laja en Chile, es la actriz y dramaturga Patricia Cabrera, que rinde homenaje a su abuelo y moviliza el dolor de su familia transformándolo en teatro en la obra ‘Yo duelo’, que esta semana inició una gira por España.
La masacre de Laja ocurrió en 1973, pocos días después del golpe de Estado de Pinochet, y sus víctimas fueron trabajadores de la Compañía Manufacturera de Papeles de la localidad que el superintendente de la planta y el jefe de personal pusieron en una lista negra de partidarios del derrocado Salvador Allende.
Tras la muerte de su marido, la abuela de Patricia Cabrera quemó todas las imágenes de su esposo y nunca habló de sus recuerdos ni su dolor por miedo. Un silencio que su nieta ha querido romper con esta obra de teatro que, tras su estreno en Chile, esta semana llegó a España, donde se verá en Barcelona, Valencia y Vigo.
El montaje es un relato onírico de autoficción, que arranca con la actriz mirando hacia la platea y explicando al público sus dolores de espalda, producto de una displasia de fémur.
El fémur es precisamente el hueso que no encontraron de su abuelo cuando lo exhumaron, probablemente porque «se lo volaron cuando lo ejecutaron», cuenta Cabrera.
El dolor de la actriz conecta con el del abuelo y, a partir de aquí, Cabrera inicia un recorrido de denuncia, sanación y homenaje, en el que está acompañada sobre el escenario por el ingeniero de sonido Óscar Oviedo, con el que forma la compañía de teatro La Gaviota Podcast, y la diseñadora de escena Loreto Urrutia.
Micrófonos y bombillas cuelgan del techo, en una escenografía que refleja la importancia del sonido y la luz en este relato lleno de la lagunas, como la memoria de la familia de la creadora.
La invocación en escena del abuelo es dramática en algunos momentos y cargada de sentido del humor en otros, como cuando nieta y abuelo se encuentran y se dan cuenta de que él es más joven que ella, ya que murió con solo 23 años.
Música, sirenas, sonido de helicópteros y muchas referencias al fuego -para recordar la implicación del dueño de la fábrica de papel- ayudan a la construcción de una obra que viaja en el tiempo y lleva a nuestros días una matanza del pasado que se parece a muchas del presente.EFE
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