“La migración ha desestructurado todo, todo, todo”, alerta una de las mayores ONG cubanas
Juan Palop
Cárdenas (Cuba), 2 mar (EFE).- A Enrique, un anciano de rostro enjuto, ojos húmedos y gesto cansado, su humildísima vivienda en Cárdenas (oeste de Cuba) se le queda grande desde que está solo, sin esposa ni hijos.
Por eso uno de sus momentos favoritos del día es cuando llegan las personas que a diario le traen comida y se encargan de tareas de la casa y de su aseo personal. Es cuando a este cubano de 92 años se le desatan la lengua, los recuerdos y hasta alguna sonrisa.
“Son mi familia. Les agradezco mi vida. Me han ayudado tanto, en tantas cosas”, explica Enrique a EFE.
Él es una de las 120 familias de Cárdenas que reciben apoyo diario del Centro Cristiano de Reflexión y Diálogo (CCRD), una de las mayores entre las escasas organizaciones no estatales en labores de apoyo a colectivos vulnerables.
Como otras ONG, religiosas o no, el CCRD ha ampliado en los últimos años sus programas ante la profunda crisis económica que devora la isla -ya en su quinto año y sin visos de mejora a corto plazo- y la creciente incapacidad del Estado para atender a estos colectivos.
Rita García, directora ejecutiva del CCRD, señala que, entre otros, ofrecen cursos de capacitación y emprendimiento, servicios médicos y psicológicos, campamentos de verano, talleres sobre violencia de género y derechos humanos, programas de atención a la adolescencia y acciones de apoyo y acompañamiento a colectivos LGTBI.
Mantiene asimismo una finca de agricultura ecológica, plantas de biogás y purificadoras de agua, además de apoyar diversos estudios de investigación independientes en el ámbito de las ciencias sociales. Su objetivo, desde que hace una década decidieron “salir a donde estaba la gente”, es “incidir en la calidad de vida” de las personas.
“Hoy más que nunca se necesita atender al pueblo cubano, a la gente que pide ayuda, que pide cómo hacer las cosas, cómo emprender, cómo continuar muy a pesar de la situación de Cuba”, refiere en entrevista a EFE.
Explica que la demanda de atenciones “es muy grande y ha crecido mucho” en los últimos años, aunque considera que “la crisis viene de hace mucho tiempo”. Pero desde hace cinco años la situación se ha agravado: “Hemos tenido que aumentar de dos a cinco psicólogos y eso lo dice todo”.
La falta de alimentos, medicinas y combustible, los prolongados apagones diarios, la inflación desbocada y la falta de perspectivas han atizado una ola migratoria sin precedentes (un 10 % de la población en cuatro años, según los conservadores cálculos oficiales) que ha dañado mucho el tejido social, argumenta García.
“La migración ha desestructurado todo, todo, todo. La familia, los amigos, los compañeros de trabajo,… la sociedad en general”, lamenta García, presbítera gobernante de la Iglesia Presbiteriana Reformada de Cárdenas.
Habla de “la cantidad” de menores y personas mayores que han quedado solos con la marcha de los adultos jóvenes. “Las historias de vida son terribles por el abandono”, señala García.
“Ese es el tema más difícil que hay: la desesperanza. Es muy difícil de conversar. La depresión es muy difícil de tratar. Y eso estamos haciendo”, explica la directora ejecutiva del CCRD, donde en se han puesto en marcha iniciativas de apoyo psicosocial y espacios de teatro, pintura y bailoterapia para que las personas “no se sientan solas”.
Mujeres y comunidad trans
El CCRD, con 34 años de vida, empezó a trabajar con la violencia de género en los años 90, cuando «hubo una necesidad terrible y las mujeres se volcaron a la calle», recuerda García. Desde entonces, considera, algunas cosas han cambiado mucho. Otras no tanto.
«Siempre hubo violencia, por supuesto. Lo que pasa es que estuvo callada, escondida”, señala. Ahora el problema “se está visibilizando por la sociedad civil y por organizaciones e instituciones en Cuba”, aunque, a su juicio, las leyes cubanas “no acompañan”.
La legalidad sigue también rezagada en el campo de los derechos de los trans, considera García: “Es una comunidad muy golpeada, sola, que se siente desprovista de acompañamiento de leyes”.
Su relación con el Estado cubano «a veces se complica», reconoce García, quien explica que en ocasiones también tienen «cierto apoyo» institucional «porque se reconoce que hay cosas que no pueden proveer».
Para dotar todos estos programas, dice, en el CCRD se han convertido en “cazadores” de financiación, principalmente proveniente de Europa, Canadá e iglesias de EE. UU. “Toda convocatoria es buena, siempre que tenga que ver con lo que hacemos”, afirma García, que recalca que no aceptan todo.
En los últimos tiempos, no obstante, siente que los fondos han caído “mucho” porque las donaciones están centrándose en las guerras, con Palestina y Ucrania a la cabeza. EFE
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