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La oposición de centroderecha gana las elecciones en Groenlandia, marcadas por Trump

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La oposición de centroderecha ganó las elecciones legislativas del martes en Groenlandia, marcadas por los llamamientos nacionalistas a una rápida independencia de Dinamarca de esta isla ártica codiciada por el presidente estadounidense Donald Trump.

Según los resultados oficiales definitivos, el partido Demócratas, autoproclamado «social-liberal» y favorable a la independencia pero a largo plazo, obtuvo 29,9% de los votos, más del triple que en las elecciones anteriores, de 2021.

El partido nacionalista Naleraq, defensor de que el territorio autónomo danés rompa todos los vínculos que le quedan con Copenhague, fue segundo con 24,5% de los votos.

La actual coalición de gobierno conformada por los partidos Inuit Ataqatigiit (IA, ecologista de izquierda) y Siumut, socialdemócrata, fue castigada por los votantes, que acudieron en masa a las urnas.

IA perdió 15,3 puntos y Siumut 14,7 comparado con la elección de hace cuatro años.

Nunca antes las elecciones en Groenlandia despertaron tanto interés internacional, ante el deseo de Trump de meter mano en el territorio.

Recubierta en un 80% de hielo, esta enorme isla del Ártico de 57.000 habitantes, casi el 90% de ellos inuit, posee hidrocarburos e importantes minerales para la transición energética que despiertan la codicia de Trump.

«Respetamos el resultado de las elecciones», reaccionó el primer ministro saliente, Mute Egedem, líder del IA.

Como ninguno de los partidos está en condiciones de asegurar la mayoría de los 31 escaños del Parlamento, deberán negociar para formar una alianza.

Esa coalición deberá perfilar los procedimientos y el calendario que conduzcan a la independencia deseada por la mayoría de su población.

El presidente estadounidense, convencido de poder hacerse «de una forma u otra» con este territorio autónomo danés, ha intentado influir hasta el último minuto en estas elecciones para renovar los 31 diputados del Inatsisartut, el parlamento local.

«Nuestro país se encuentra en el ojo del huracán», dijo en la víspera del voto el primer ministro Egede. «El mundo exterior nos observa de cerca y hemos visto recientemente hasta qué punto intentan influenciar», agregó.

La insistencia, a veces amenazadora, provoca estupefacción, rechazo y, más raramente, entusiasmo entre los groenlandeses.

«Ya he tenido suficiente de sus amenazas vacías», dijo Anders Martinsen, un empleado del fisco de 27 años. «Hay muchos groenlandeses que perciben Estados Unidos de forma diferente con Trump en la presidencia, que están un poco menos dispuestos a cooperar», explicó.

«Conservar nuestro país para nosotros, esto es lo más importante», dijo otro elector, Lars Fredsbo.

Más allá del presidente estadounidense, los debates electorales se centraron en la sanidad, la educación y la relación con Dinamarca, que conserva las competencias diplomáticas, militares o monetarias de la isla ártica.

– Independencia sí, ¿pero cuándo? –

Sus habitantes se sienten a menudo tratados como ciudadanos de segunda fila por la antigua potencia colonial, de la que todos los principales partidos quieren independizarse.

Sin embargo, el consenso se agrieta en cuanto al calendario: los nacionalistas del Naleraq la desean rápidamente pero los integrantes de la coalición del gobierno saliente la condicionan al progreso económico.

Actualmente, el territorio depende económicamente de la pesca, que representa casi todas sus exportaciones, y de la ayuda anual de unos 530 millones de euros (575 millones de dólares) suministrada por Copenhague, que supone un 20% del PIB local.

Los independentistas más impacientes consideran que Groenlandia será autosuficiente con la explotación de sus recursos minerales, especialmente las tierras raras.

Sin embargo, sus reservas son modestas a nivel mundial y el sector minero es muy embrionario, socavado por los elevados costes de explotación causados por el clima hostil y la falta de infraestructuras.

– El «imprevisible» Trump –

Después de lanzar en su primer mandato la idea de comprar la isla, rechazada por las autoridades danesas y groenlandesas, Trump volvió a la carga en los últimos meses.

Sin descartar el uso de la fuerza, el magnate republicano reitera una y otra vez su deseo de hacerse con este territorio considerado importante para la seguridad estadounidense frente a Rusia y China.

En la noche del domingo al lunes, a horas del inicio de la votación, Trump prometió de nuevo en su red Truth Social seguridad y prosperidad a los groenlandeses que deseen «formar parte de la Mayor Nación del mundo».

Sin embargo, según un sondeo publicado en enero, un 85% de los groenlandeses rechaza esta opción.

El primer ministro Egede pidió respeto a Trump y lamentó que su carácter «muy imprevisible» haga que «la gente se sienta insegura».

En cambio, los nacionalistas opositores de Naleraq ven en el dueño de la Casa Blanca un posible apoyo antes de negociar con Dinamarca.

Pero en algunos casos, los comentarios de Trump enfrían el ardor independentista y refuerzan los lazos con Copenhague.

Kornelia Ane Rungholm, una funcionaria municipal del pueblo de Qaqortoq, admite que ya no quiere «la independencia porque Trump se apoderará de nosotros de inmediato».

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