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La sala de cine lisboeta que proyectó la revolución en Portugal cumple 75 años

Carlos Caselles Calle

Lisboa, 24 feb (EFE).- De sala de censura durante la dictadura salazarista a emblema de la Revolución de los Claveles en Portugal, el cine São Jorge de Lisboa cumple este lunes 75 años en un momento en el que cada vez más espectadores prefieren el ‘streaming’ a la gran pantalla.

En la actualidad este espacio sobrevive organizando festivales, eventos y ciclos temáticos con el apoyo del Ayuntamiento, que lo compró en 2001, pero durante años fue uno de los locales de entretenimiento de cabecera en la capital portuguesa.

«La gente se arreglaba para venir al São Jorge. Venían en familia y su día giraba en torno al plan de ver una película», explicó a EFE su directora, Marina Uva.

Pero los tiempos han cambiado. El año pasado fueron al cine en Portugal 11,8 millones de espectadores, una afluencia ligeramente inferior a la registrada en 2023 y muy por debajo de los niveles previos a la pandemia (15,5 millones), según datos del Instituto del Cine y el Audiovisual.

Mientras, plataformas como Netflix, Prime Video o Disney+ no paran de crecer: más de la mitad de portugueses (52 %) están suscritos a alguna de ellas, como revela el último informe de la empresa de medición de audiencias Marktest.

Mucho antes de todo esto, en febrero de 1950, el cine São Jorge abrió sus puertas con cerca de 2.000 butacas y el propósito de convertirse en la principal sala de cine de la capital de Portugal.

Durante sus primeras tres décadas el espacio gozó de gran éxito y llegó a servir como base de operaciones de los censores del régimen de António de Oliveira Salazar (1933-1974), para quien las películas eran una poderosa herramienta de propaganda.

El epicentro de esta actividad era la sala del Rank, del São Jorge, un espacio de apenas veinte asientos en la última planta, ajeno a los acabados en mármol del vestíbulo y donde los funcionarios de la Comisión de Examen y Clasificación de Espectáculos veían y ‘corregían’ las películas antes de su distribución.

Los censores se sentaban al final de la estancia, donde aún se conservan seis butacas originales, para no ser vistos por los operarios de la cabina de proyección mientras juzgaban las cintas con su lápiz azul, con el que anotaban las partes que debían ser eliminadas.

Aquellas películas que no pasaban el filtro de la moral salazarista eran directamente prohibidas, como sucedió con ‘El último tango en París’ (1972), de Bernardo Bertolucci.

La cinta protagonizada por Marlon Brando y Maria Schneider no se emitió en Portugal hasta dos años después de su estreno, entre recelos y críticas a las autoridades salidas de la Revolución de los Claveles por permitir que una película erótica se exhibiera al gran público.

Los lisboetas respondieron agotando las entradas durante los dos primeros meses que estuvo en la cartelera, llegando a formar colas de más de cien metros frente al São Jorge el día de su estreno, según las crónicas de la época.

Esta afición por el cine fue decayendo a lo largo de los años ochenta como consecuencia de una mayor oferta de entretenimiento y la generalización de la televisión, que en opinión de Marina Uva «fue lo que mató a las salas».

En 1986, la promotora del São Jorge, la compañía británica Rank Organisation, se desvinculó de este local, que tras un intento de compra por parte de un consorcio estadounidense y aquejado de estrecheces económicas fue adquirido por el Ayuntamiento.

Los cines Éden y Condes, tradicionales competidores del São Jorge, no corrieron la misma suerte: el primero fue transformado en un hotel de lujo a finales de los noventa y el segundo pasó a alojar un restaurante de una conocida franquicia norteamericana en 2003.

Con motivo del 75º aniversario, la dirección del São Jorge ha elaborado un programa especial que arranca esta noche con la proyección de ‘La quimera del oro’ (1925) de Charles Chaplin, con acompañamiento en directo de la Lisbon Film Orchestra.

Las actividades se prolongarán hasta el domingo e incluyen visitas guiadas y pases de películas clásicas como ‘Un día en Nueva York’ (1949), ‘La gran evasión’ (1963), ‘Roma’ (1972), ‘El violinista en el tejado’ (1971) y, como no podía ser de otra manera, ‘El último tango en París’. EFE

cc/ssa/rml

(foto)(vídeo)

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