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La subida de precios alimenta el descontento entre la población iraní

Jaime León

Teherán, 21 feb (EFE).- La subida de precios y la mala situación económica alimentan el descontento entre la población iraní en un momento de tensiones en la República Islámica de Irán, mientras la sombra de Donald Trump sobrevuela la política del país.

“La gente está siendo aplastada por las presiones económicas”, resumió recientemente el presidente del Parlamento iraní, Mohammad Baqer Qalibaf, en referencia a la subida de precios de un 50 % del arroz o del 85 % de las patatas.

Las sanciones estadounidenses, la caída del rial frente al dólar y la gestión política han provocado una inflación de en torno al 31 % en el último mes y una subida constante de los precios de productos básicos.

Nadie adivinaría la situación económica que atraviesa el país en una visita al Gran Bazar de Teherán, donde bulle una actividad frenética pero es difícil encontrar a alguien que no se queje por los altos precios de alimentos y otros productos.

“No hay ningún control sobre los precios. Los precios se han disparado en todos los sectores, alimentos, ropa, alquiler…”, dijo a EFE Yusef, propietario de 52 años de una tienda de electrodomésticos.

No le falta razón. En los últimos meses el precio de un kilo de arroz ha pasado de 1.200.000 a 1.800.000 riales (de 1,3 a 1,9 dólares) y el de las patatas de 350.000 a 650.000 riales (de 0,3 dólares a 0,7), por poner dos ejemplos.

Esa subida de precios está impulsada por una inflación del 31 % solo en enero, con picos del 37,9 % en sectores como vivienda, agua y electricidad.

Esto sucede en un país donde el 27 % de la población vive con dos dólares al día, según el Centro Nacional de Estadísticas iraní.

A la vez, el rial se encuentra en una caída constante frente al dólar, especialmente desde la victoria electoral de Trump en noviembre: entonces la moneda iraní se cambiaba a 690 por dólar y ahora se encuentra en unos 920, lo que alimenta la inflación y los precios.

Desde su regreso a la Casa Blanca, el republicano ha dicho que quiere negociar con Irán un acuerdo nuclear, pero al mismo tiempo ha reimpuesto la llamada política de “máxima presión” contra Teherán, aprobado sanciones para cortar la venta de petróleo iraní y amenazado con bombardear el país.

El líder supremo iraní, Ali Jameneí, ha rechazado negociar al considerar que hablar con Washington “no es sabio, no es inteligente y no es honorable”, a pesar de que la República Islámica se encuentra debilitada en Oriente Medio por los golpes sufridos por sus aliados Hamás e Hizbulá.

Aunque muchos iraníes son conscientes del daño que hace a la economía las sanciones estadounidenses señalan al Gobierno del presidente de Irán, Masud Pezeshkian, y la República Islámica en general por la situación.

“La solución a esta situación es que el sistema deje a un lado parte de su ideología y mantenga una buena comunicación con el mundo”, afirma Yusef, el vendedor de electrodomésticos.

El comerciante cree que Teherán debería negociar con Washington y que no hacerlo podría llevar el país a la ruina económica e incluso una guerra.

Nastaran, empleada de un banco de 57 años, sostiene que si no hay conversaciones para buscar una salida al conflicto entre Estados Unidos e Irán la situación económica “irá a peor, con una mayor devaluación del rial, un aumento de la inflación y nuevas subidas de precios».

Ante estás perspectivas, Hossein Raghfar, economista y director del Instituto de Estudios de Religión y Economía, advirtió en una entrevista con el diario reformista Jamaran de los peligros de la situación que vive el país.

“El aumento de la pobreza puede conducir a un mayor descontento social, a la aparición de crisis sociales e incluso a un aumento de la delincuencia”, sostuvo el especialista.

Con crisis sociales se refería a posibles protestas, que se han multiplicado en los últimos años y que suelen comenzar por motivos económicos concretos pero pronto pasar a clamar contra la República Islámica.

Así fue en 2019 por la subida de precios del combustible, en unas protestas en las que murieron 350 personas, o en 2022 por la muerte de Mahsa Amini tras ser detenida por no llevar bien puesto el velo, y que costaron la vida de 500 manifestantes a manos de las fuerzas de seguridad. EFE

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