La UE busca en 2025 más retornos y explora crear centros de deportación para migrantes
Marta Borrás y Gonzalo Sánchez
Bruselas/Roma, 20 dic (EFE).- La Unión Europea (UE), que en el último año logró adoptar el pacto migratorio y de asilo, se ha fijado como objetivo para 2025 completar ese marco legal con una nueva ley para impulsar los retornos de los migrantes llegados irregularmente y posiblemente crear centros de deportación en terceros países.
La toxicidad que durante años marcó el debate sobre la política migratoria en la UE ha sido reemplazada por una creciente sintonía entre los Estados miembros.
Los países no solo han adoptado el pacto migratorio y de asilo sino que apoyan prioridades comunes, incluida la mejora de la eficiencia de las devoluciones de migrantes o la búsqueda de nuevos acuerdos de asociación con terceros países de origen o tránsito.
Por otra parte, en un contexto en el que Francia y Alemania mantienen un perfil bajo por su situación política nacional, la Italia gobernada por Georgia Meloni ha cobrado un repentino protagonismo en la UE, que ahora observa con gran interés la idea de crear centros en Albania para deportar a los migrantes que no puedan optar a la protección internacional.
El pacto migratorio y de asilo, empezará a aplicarse a mediados de 2026 aunque España y otros países de la UE están pidiendo que se acelere su puesta en marcha, una posibilidad a la que se ha mostrado favorable la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.
En los diez primeros meses de 2024 se redujeron un 43 % las llegadas irregulares hasta las 191.900, por la caída en las rutas migratorias del Mediterráneo central y de los Balcanes Occidentales.
Por otra parte, en 2023 fueron devueltos 83.400 migrantes que no tenían derecho a pedir protección, el 19 % de todas las decisiones de devolución emitidas, frente al 17 % en 2022, tasas que Bruselas sigue considerando demasiado bajas.
Retornos y centros de deportación
Bruselas presentará antes de finales de marzo la esperada propuesta de Directiva de Retorno, que pretende resolver un «problema» identificado desde hace años y al que la UE no sabe aún dar una respuesta eficiente.
En conexión con esa cuestión se encuentra la creación de centros de deportación de migrantes fuera de la UE, idea que hace unos años no se consideraba por las dudas sobre su legalidad y que no agrada a España.
Sin embargo, está ganando adeptos entre los Estados miembros y se ha abordado en los márgenes de las dos últimas cumbres europeas, en reuniones entre Italia, Dinamarca, los Países Bajos, Chipre, Grecia, Malta, la República Checa, Polonia, Suecia y Hungría en las que ha participado Von der leyen.
El modelo es Italia, que ha levantado dos centros en territorio albanés para repatriar rápidamente a los inmigrantes rescatados en el Mediterráneo central que no tengan derecho al asilo, aunque el plan permanece suspendido a la espera de que la justicia comunitaria se pronuncie.
Por otra parte, Bruselas ha pedido a la Agencia de Asilo de la UE que acelere su análisis de los terceros países que podrían ser designados como seguros, con vistas a elaborar listas europeas que ayuden en las devoluciones.
El ejemplo de Italia
Meloni llegó al Gobierno de Italia en octubre de 2022 prometiendo mano dura con la inmigración irregular en la ruta del Mediterráneo central, tras una década de llegadas incesantes de pateras desde el litoral norteafricano.
Sin embargo, pronto entendió que las ideas que planteaba, como un bloqueo naval, eran tan drásticas como impracticables, por lo que cambió su estrategia, apostando por colaborar con otros países.
Dos años después, presume de «resultados» porque las llegadas se han reducido considerablemente y, con ello, la presión en lugares como la isla de Lampedusa, el enclave más meridional italiano.
En este año han desembarcado en las costas italianas 64.288 migrantes, un 58 % menos que en 2023, cuando ascendieron a 153.359 personas, según datos del Ministerio del Interior.
Un pilar de esta nueva doctrina es el ‘Plan Mattei’, un programa de inversiones en ayudas o créditos para proyectos en varios países africanos, especialmente los de origen y tránsito migratorio, con una dotación inicial de 5.500 millones de euros.
Meloni además viaja frecuentemente a Túnez, de donde zarpan la mayoría de las barcazas, y ha presionado para que la UE desembolse millones de euros en ese país e involucra a África en todos los foros que preside, como el G7.
Su otra idea estrella y más polémica ha sido construir en otro país, Albania, con el plácet de su primer ministro, el socialista Edi Rama, dos centros desde los que repatriar rápidamente a los inmigrantes rescatados en el mar que no tengan derecho al asilo.
La estrategia se ha puesto en práctica solo en dos ocasiones, el 16 de octubre, con el envío de dieciséis inmigrantes, y el 8 de noviembre con otros ocho, todos egipcios o bangladesís. Pero no ha funcionado en ningún caso.
La Justicia italiana no convalidó el arresto de estas personas alegando que ni Egipto ni Bangladés eran países seguros en su totalidad, requisito esencial para poder repatriarlos en virtud de una sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea.
El plan actualmente permanece suspendido a la espera de que la justicia comunitaria se pronuncie, mientras arrecian las críticas de la oposición por el coste y la -por ahora- inutilidad de los centros. EFE
mb-gsm/cat/ep