La ultraderechista Le Pen, a la defensiva en Francia ante el polemista Zemmour
Durante una visita a una feria gastronómica, rodeada de quesos y trufas, la líder de la extrema derecha francesa, Marine Le Pen, reconoce que el inicio de la campaña de la elección presidencial de abril le ha provocado indigestión.
«Ha sido [Éric] Zemmour para el desayuno, el almuerzo y la cena», aseguró a la AFP en referencia al mediático polemista, tras más de una hora de degustación, desde licores que queman la garganta hasta paté de pato.
Zemmour, experto en medios de comunicación y autor de superventas con una retórica más extrema que Le Pen sobre el islam y la migración, agita desde septiembre el debate presidencial, aunque aún no anunció su candidatura formalmente.
«La forma en que ha monopolizado los medios de comunicación fue absolutamente extraordinaria», dijo Le Pen, quien perdió la presidencial en 2017 frente al liberal Emmanuel Macron.
Por primera vez, a inicios de octubre, los sondeos mostraban que la líder ultraderechista no pasaría de nuevo a la segunda vuelta de la presidencial de abril, eclipsada por su nuevo rival, omnipresente en televisiones y periódicos.
«Cuando se tiene experiencia, hay que dejar que amaine el temporal. Y el temporal está empezando a amainar», dijo confiada la política de 53 años, para quien el apoyo a Zemmour sería temporal, mientras que el suyo sería permanente.
Tres encuestas distintas realizadas en los últimos 10 días indican que Zemmour está perdiendo fuelle. Pero el resultado del duelo a la extrema derecha sigue siendo incierto, así como su impacto en la presidencial, que tiene a Macron como favorito.
Le Pen está convencida de que Zemmour ampliará el voto nacionalista de extrema derecha para la segunda vuelta, atrayendo a los tradicionales votantes de derecha, enfadados con la inmigración y la delincuencia, así como a los abstencionistas.
– ¿Moderación? –
Éric Zemmour ya ha ayudado a Marine Le Pen con uno de sus principales objetivos desde que se hizo cargo del Frente Nacional, ahora conocido como Agrupación Nacional, de su padre Jean-Marie Le Pen en 2011.
La líder ultraderechista, que concurre a su tercera presidencial, ha buscado siempre presentarse como una figura más moderada y ha excluido a los racistas y antisemitas manifiestos –entre ellos su padre– de su movimiento.
Zemmour «crea cada día más divisiones» y «para dirigir un país, no se puede dividir de forma sistemática y completamente inútil», agregó Le Pen sobre su potencial rival, que ya tiene dos condenas por incitación al odio.
El polemista espera en cambio que los votantes hartos prefieran sus opiniones más radicales, como que el islam es «incompatible» con Francia, y su imagen de recién llegado a la política, ante una Le Pen que moderó la suya.
Aunque en 2010 esta abogada de formación comparó a los musulmanes que rezaban en las calles con los nazis durante la ocupación, hoy en día controla mucho más su lenguaje e incluso suavizó su críticas a la Unión Europea (UE).
Pero, más allá de Zemmour, Le Pen enfrenta otros retos en la batalla por el alma de la extrema derecha. Ni una sola encuesta la ha mostrado superando a Macron durante los cuatro años y medio de mandato del liberal.
Los sondeos indican además que los votantes siguen preocupados sobre todo por la economía y su poder adquisitivo, más que por la inmigración. Los bancos tampoco están dispuestos a conceder préstamos a su partido.
Y casi cinco años después, sigue arrastrando el fracaso de su última candidatura a presidenta. En el sur de Francia, varias personas, que se tomaron fotos con ella, le recordaron su criticado debate ante Macron días antes del balotaje.
Le Pen dijo a la AFP que aprendió de este episodio, que minó su credibilidad: «Me he explicado ante los franceses. Dije: ‘He cometido un error, un error estratégico’. Son cosas que pasan».