La vida de españoles en el Reino Unido y de británicos en España 5 años después del Brexit
Miguel Salvatierra y Antonio Martín Sotorrío
Londres/Alicante (España), 30 ene (EFE).- Cinco años después de la salida del Reino Unido de la Unión Europea, ¿cómo es la vida de los españoles que viven allí y de los británicos que viven en España?
España continúa siendo el país que acoge a la colonia británica más grande del mundo, con más de 250.000 nacionales con residencia en el país europeo, mientras que en el Reino Unido, a fecha de 1 de enero de 2024, estaban censados 189.779 españoles.
Los españoles que aún residen en el Reino Unido hablan del Brexit como un embrollo administrativo a la hora de formalizar cualquier gestión que además generó un «ambiente bastante xenófobo» hacia la población europea entre 2016 y 2020.
El caso de Lola Hart, de 22 años, es particular. De padre británico y madre española, nació y residió gran parte de su vida en Bruselas (Bélgica), por lo que, tanto ella como su padre y su hermano cuentan con pasaporte británico, pero su madre no.
«Cuando nos vamos de viaje todos juntos, es verdad que mi padre, mi hermano y yo, que tenemos pasaporte inglés, sí que podemos pasar por una vía de control (la de nacionales británicos), y el proceso es mucho más fácil que para mi madre, que tiene un pasaporte español», cuenta.
Ambiente xenófobo
Algo similar le sucede a Pablo Rodera, nacido en el Reino Unido de padres españoles, que se vio obligado a sacarse el pasaporte británico una vez entró en vigor el Brexit, algo que no tuvo necesidad de hacer anteriormente ya que con su documento español se podía mover por Europa sin problemas.
Ahora, cada vez que viaja con su familia, este trabajador de ciberseguridad decide qué pasaporte utilizar, el español o el británico en su caso, dependiendo de cuál es el destino para evitar esperas prolongadas en las filas de migración.
Además del «rollo administrativo», como lo llama, Rodera recuerda el «ambiente bastante xenófobo» que reinaba en el país en 2016, en plena campaña por el referéndum, y cuenta las pintadas que partidarios de la salida de la UE hicieron en el colegio español al que asisten sus hijas.
María, guía turística de 40 años que prefirió no dar su apellido, llegó a Escocia en diciembre de 2021 para vivir con su pareja, un español que llevaba una década en el Reino Unido, y tenía derecho a acogerse a la tramitación para quedarse.
Sin embargo, presentó la solicitud en dos ocasiones y ambas fueron rechazadas, la última en julio de 2023, por lo que interpuso un recurso administrativo, que aún está pendiente.
En septiembre de ese año, tras un viaje a España, fue detenida al llegar al aeropuerto de Edimburgo.
“Me mandaron al control de fronteras, me tomaron huellas, fotos, me cachearon y me dijeron que en 48 horas me deportaban”, relata a EFE María, quien fue víctima de un error en el sistema que no reflejaba que el recurso administrativo seguía en proceso. La organización sin ánimo de lucro Citizens Rights Project logró frenar la expulsión.
Un año y medio después, sigue esperando la resolución de su caso, un proceso que podría prolongarse más de dos años debido a la acumulación de solicitudes. Mientras tanto, no puede salir del Reino Unido por miedo a que le vuelvan a denegar la entrada. “Estoy atrapada. No puedo ni visitar a mi familia”, lamenta.
«No ha merecido la pena»
En la provincia de Alicante, donde viven uno de cada cuatro residentes británicos en España, la inmensa mayoría de los que tenían su hogar antes del Brexit no ha notado diferencias en el día a día porque antes de la salida se les ofreció adecuar la documentación y tienen cubierta la atención sanitaria.
Estos ‘alicantinos’ sí que ven que cada vez hay menos compatriotas, principalmente porque el visado no les permite permanecer más de 90 días seguidos en el país al provenir de fuera de la UE y porque deben afrontar el gasto médico, a menudo demasiado caro.
La profesora de inglés Samantha Hull, de 54 años, con dos hijos veintiañeros y originaria de Birmingham (centro de Inglaterra), explica a EFE que su vida como docente no ha variado, aunque ha observado un cambio en la demografía en este rincón del Mediterráneo.
«Ya no hay tantos británicos como antes», ha asegurado Hull, que ha indicado que esto ha provocado que algunos bares británicos se queden sin camareros y cocineros ‘british’ y que los locales poco a poco se traspasen a nacionales de otros puntos de la UE.
Keith Coker, un vecino de San Fulgencio, un pueblo del sur alicantino con más ingleses (3.000) que españoles (2.800), opina que el Brexit «no ha merecido la pena» ni ha sido «positivo» ya que la salida de la UE dificulta a los compatriotas obtener los papeles necesarios para vivir y disfrutar del sistema sanitario, «unos problemas que no había antes».
Una situación parecida le ocurre al londinense Darren Partmenter, de 64 años y con más de media vida vivida en España (desde 1989), quien no ha visto «ningún cambio» en su día a día.
A la presidenta de la asociación de británicos de la turística Benidorm, Karen Maling, que lleva 35 años en esta ciudad, la salida de UK de la UE tampoco le ha cambiado la vida, por lo cual cree que el proceso ha sido relativamente «indiferente». EFE
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