Las autoridades colombianas recuperan una cordillera devastada por la fiebre del oro
Mario Baos
Parque Natural Los Farallones (Colombia), 2 dic (EFE).- En la cordillera donde nacen las fuentes de agua que surten a Cali (suroeste), tercera ciudad de Colombia, la minería ilegal devastó hectáreas de selva y contaminó el suelo con mercurio para extraer oro y ahora las autoridades intentan restablecer el equilibrio en la naturaleza.
Por eso, cuando los guardabosques dicen que la minería ilegal es «el cáncer de la montaña» no mienten. En el Parque Nacional Natural Los Farallones, el rastro de la fiebre del oro deja heridas difíciles de borrar.
No es fácil llegar a las minas situadas en lo más escarpado de la montaña. Para acceder a los primeros socavones, a más de 3.000 metros de altura, hay que caminar más de nueve horas entre la espesa vegetación desde el sector de Peñas Blancas, atravesar dos cañadas y subir pendientes llenas de barro que dejan sin aliento a cualquiera.
«Aunque se creería que la montaña es impenetrable, este oficio ilegal, que lleva más de 50 años, buscó la forma de abrirse paso a lomo de mula y hasta llegaron a crear ciudadelas donde el oro era la ley», expresa a EFE uno de los guardianes de los Farallones, quien prefiere omitir su nombre porque las denuncias le han costado amenazas.
Explotación ilegal de la riqueza
El hombre afirma que todo comenzó en el siglo pasado cuando un ciudadano alemán vio el potencial aurífero de los Farallones y emprendió una expedición en la que encontró los primeros rastros del metal. Con los años, la situación se salió de control y desde ese tiempo se han vertido toneladas de mercurio en la cordillera.
Para frenar esa devastación, este año se hizo una alianza entre la Policía, el Ejército, el Ministerio de Ambiente, la Alcaldía de Cali, la Gobernación del Valle del Cauca y Parques Nacionales que ya empezó a dar resultados.
«La arremetida es contundente. La instrucción del alcalde de Cali, Alejandro Eder, es preservar el futuro de nuestra ciudad, cuidar el recurso hídrico, pues aquí se surten nuestros siete ríos. Era necesario ponerle freno a los ilegales y eliminar de raíz este daño que nos afecta a todos», indicó el subsecretario de Seguridad de Cali, Álvaro Pretelt.
La destrucción se cuenta por hectáreas deforestadas y contaminadas. Según Pretelt, solo en 2023 los mineros obtuvieron ganancias de hasta 159.000 millones de pesos (unos 36 millones de dólares) y vertieron más de una tonelada de mercurio en la montaña.
«No podíamos esperar. Esta operación conjunta nos ha permitido cerrar 11 minas y 27 socavones logrando que nuestra naturaleza esté a salvo», subraya Pretelt.
Minas que apuñalan la montaña
Según las autoridades, que emitieron 27 órdenes de captura contra los jefes de esta actividad ilegal, más de mil personas trabajaban en condiciones casi inhumanas en las minas ‘Teófilo’, ‘Juan Getial’, ‘Ferney’, ‘Diógenes’ o ‘El Paisa’. Sin embargo, ‘El Feo’ y ‘Patequeso’ eran las más grandes a cielo abierto en el suroeste de Colombia.
«En esas minas la ley la imponían ellos, todo se compraba con gramos de oro, desde un bombón o una libra de arroz hasta los servicios sexuales de mujeres que subían hasta acá», afirma a EFE el capitán Andrés Mauricio Portilla, jefe de Carabineros y Protección Ambiental de la Policía Metropolitana de Cali.
Al subir la montaña se ven botellas de licor, latas de cerveza, restos de papel o plásticos de frituras. Más de una tonelada de basuras han sido sacadas por las autoridades a hombro para tratar de limpiar el cordón montañoso.
La implosión como solución
Los siete socavones de la mina ‘El Paisa’ fueron los últimos en cerrarse en una misión que duró varias semanas y en la que expertos se unieron a personal del Ejército y la Policía para destruir las galerías con explosiones controladas para no afectar más a la naturaleza y evitar que puedan ser reabiertas en el futuro.
«Utilizamos (explosivos de) anfo e indugel con una técnica que permite destruir controladamente el macizo rocoso. Colocamos cargas de fondo y de columna con detonadores técnicos de alta precisión para fragmentar la roca y colapsar la estructura», indicó a EFE el ingeniero de minas adscrito al proyecto.
A pesar del cierre de la última mina ilegal en los Farallones, Pretelt indicó que las operaciones no se detendrán y que seguirán judicializando a quienes intenten volver a explotar la montaña.
«Con esto demostramos que la COP16 no era ‘flor de un día’ y que en Cali estamos comprometidos de verdad con el medioambiente. A pesar de lo inhóspito de este terreno seguiremos haciendo presencia, seguiremos reviviendo nuestro parque nacional natural», concluyó el funcionario. EFE
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