Las personalidades de Ingres y Delacroix se reencuentran en una exposición en París
París, 26 mar (EFE).- Las personalidades de los pintores franceses del siglo XIX Jean-Auguste-Dominique Ingres y Eugène Delacroix se reencuentran esta primavera en París a través de 120 objetos, en la primera exposición del Museo Eugène-Délacroix de París desde su cierre por reformas hace seis meses. Titulada ‘Ingres y Delacroix. Objetos de Artistas’, la muestra de reinauguración de la pinacoteca parisina recupera «el entorno y los gustos en común» de los pintores, pese a los veinte años de diferencia que los separaban, explicó este martes una de las comisarias de la exposición, Florence Viguier-Dutheil, en la presentación a la prensa. Desde el punto de vista artístico, sin embargo, Ingres es «más bien neoclásico» y se caracteriza por «realizar pinturas donde valora mucho la línea y el contorno», mientras que Delacroix es «un artista romántico», por lo que aprecia «más bien el movimiento y el color», detalló la directora del museo, Claire Bessède. La muestra pone el foco en resaltar, a través de los objetos que los inspiraban, la intimidad de esos dos grandes artistas frente a la batalla artística entre el neoclasicismo y el romanticismo de la primera mitad del siglo XIX que simbolizaron sus carreras. Autorretratos, recuerdos de viaje, cuadros, fotografías y paletas son algunas de las piezas, normalmente «escondidas al público por su mal estado», prosiguió Viguier-Dutheil, con las que el museo tratará de acercar la humanidad que hay detrás de sus facetas artísticas. La que fue la casa de Delacroix desde 1857 hasta su muerte en 1863 propone con esta exposición un recorrido de época «que ya habla de los dos mundos, de los dos artistas y de la rivalidad real o supuesta» entre ambos, expuso Bessède. Está compuesto por tres salas que viajan por las diversas fuentes de inspiración de los pintores, muy diferentes entre sí, pero que ponen de manifiesto la relación entre la intimidad humana y la obra artística. Entre paredes verdes y techos altos, una habitación dedicada a Ingres rememora su relación con la música a través de objetos como su violín -instrumento que tocaba desde niño- y manuscritos de partituras de Bethoven, Mozart y Haydn. Ese mismo espacio también da cabida a la rara, pero presente, inspiración que la fotografía despertó en la obra del que fue alumno de Delacroix, así como a su «vanidad», en palabras de Viguier-Dutheil, evidenciada también a través de todas sus medallas, entre las que destaca la de la Gran Legión de Honor. En cuanto a Delacroix, el recorrido nos traslada a su vínculo con Asia con una sala de temática oriental que expone su visión del «hombre oriental como un guerrero» o su fijación por los textiles y las cerámicas provenientes de Marruecos, e incluso un matasmoscas que las comisarias identifican como de origen saudí. En último lugar y con vistas a un jardín bucólico, se encuentra el taller de trabajo de Delacroix, del que, aunque no se conservan imágenes de su aspecto original, el museo ha tratado de mantener su esencia con los caballetes, brochas, muebles y lienzos del pintor. «Las paletas, en particular, son objetos muy codiciados», comentó la directora de esta institución. Esta exposición es un proyecto conjunto del Museo Eugène-Délacroix de París, que la albergará del 27 de marzo al 10 de junio, y del Museo Ingres Bourdelle de Montauban, donde estará del 11 de julio al 10 de noviembre. EFE rf/ngp/jfu