Sabra y Shatila es «una mancha» para Israel aún 40 años después, según Hamás
Jerusalén, 16 sep (EFE).- La masacre de los campos de refugiados palestinos de Sabra y Shatila en Líbano, de la que hoy se cumplen 40 años, sigue siendo «una mancha» para Israel, dijo el grupo islamista Hamás, mientras que la Autoridad Nacional Palestina (ANP) no emitió ninguna declaración.
Los hechos de 1982, cuando milicias cristianas libanesas -con la complicidad y apoyo del Ejército israelí- entraron a estos campos de Beirut y asesinaron indiscriminadamente a sus residentes durante tres días, son y «seguirán siendo una maldición y una mancha» para la imagen de Israel, aseguró hoy el portavoz de Hamás, Yihad Taha.
Según agregó, la memoria de la masacre permanece vigente, mientras que el «pueblo palestino seguirá comprometido con sus derechos y continuará su lucha hasta que la ocupación israelí sea derrotada».
A su vez, aseguró que cada año que se conmemora la matanza «lleva consigo un mensaje» a Israel que señala que los palestinos «no han olvidado lo abominable de las masacres cometidas contra ellos, que contradicen los valores y las leyes internacionales».
Asimismo, Hamás -que gobierna de facto en la franja de Gaza- instó a la comunidad internacional a «detener el silencio» en relación a las masacres, y apeló «a responsabilizar» a los líderes israelíes que estuvieron implicados en ellas.
Por su parte, la Yihad Islámica -grupo islamista con importante presencia en Gaza- recalcó también que la masacre de Sabra y Shatila «es un testimonio vivo del terrorismo sionista».
La matanza se desarrolló entre el 16 y el 18 de septiembre de 1982, en plena guerra civil libanesa (1975-1990), y se cobró la vida de centenares de personas a manos de falangistas cristianos libaneses, ante la connivencia de las tropas israelíes que asediaban y tenía control del acceso a los campamentos.
Se desconoce la cifra exacta de víctimas. El Gobierno libanés la estima en unas 450 personas, e Israel entre 700 y 800. Fuentes palestinas y varias ONG, como la Cruz Roja, elevan el número de los muertos hasta 3.500 personas, incluidos niños, mujeres y ancianos.
La mayoría de las víctimas mortales fueron palestinos, pero también había decenas de libaneses y algunos sirios.
Una comisión del Parlamento israelí, creada para investigar los hechos, acusó de la matanza al Partido Falangista Libanés (Kataeb) de Elie Hobeika y consideró al entonces ministro de Defensa israelí, Ariel Sharon, «responsable indirecto» de lo ocurrido, por lo que tuvo que dimitir de su cargo. EFE
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