Los agricultores de Sicilia languidecen entre más paneles solares y el abandono de tierras
Joan Mas Autonell
Petrosino (Sicilia, Italia), 27 jul (EFE).- Los pequeños agricultores de Sicilia, claves en el tejido productivo de esta isla del sur de Italia, pierden peso ante las adversidades económicas y climáticas de estos años. Su desaparición progresiva se ve en el abandono de tierras o la extensión de más plantas fotovoltaicas entre los campos, lo que vacía aún más de gente el territorio.
En la zona de Trapani, provincia en el oeste de la isla que según fuentes locales llegó a tener la mayor superficie de viña de Europa, los campesinos con parcelas pequeñas son cada vez menos, como se ve en el paisaje, donde yacen abandonados viñedos que hace no mucho tiempo habría sido impensable dejar sin trabajar.
«Había unas 130.000 hectáreas de viñedo en Sicilia occidental hace diez años, pero ahora solo 98.000», una pérdida del 25%, cuenta a EFE Antonio Parrinello, agrónomo y jefe de Protección Civil de la Provincia de Trapani, que lamenta que no se sustituyan los cultivos abandonados, lo que con la sequía y la prolongada falta de lluvias agrava la desertificación de la isla.
Se trata de un fenómeno también común en otros lugares del sur de Europa: los pequeños agricultores languidecen mientras se propagan campos con paneles solares y molinos eólicos para energía renovable.
En 2023, en la provincia de Trapani se abrió el mayor parque fotovoltaico de Italia, promovido por la multinacional Amazon y con una superficie de 115 hectáreas.
Este proyecto, que sirve para proporcionar energía a la actividad del gigante del comercio online, busca mantener el cultivo de forraje al dejar los paneles a una altura que permita el uso agrícola de la tierra, otra señal de que la economía local campesina pierde fuelle.
Según Giovanni Di Dia, secretario provincial del sindicato FLAI-CGIL, en la zona de Trapani hay 2.000 hectáreas de campos de paneles solares en parcelas que hasta hace poco eran agrícolas, y «otros cientos de hectáreas están reservadas para más proyectos en espera recibir permiso» del Gobierno de Sicilia.
«Ante los bajos precios de la uva para vinificación, el agricultor de cierta edad y sin relevo generacional prefiere vender o alquilar la tierra» a empresas -en parte multinacionales- del ámbito de las renovables, que «pagan cuatro o cinco veces más que el precio de mercado y es un sector que crece», explica Di Dia.
Según agrega, esta tendencia hacia la extensión de los campos fotovoltaicos se acompaña de la progresiva despoblación del territorio y el envejecimiento y desaparición de campesinos.
Muchos son gestores de haciendas de alrededor de tres hectáreas, una superficie reducida que «no ha permitido el sustento de muchas familias en los últimos 20 años» y, ante esta falta de perspectivas, los jóvenes van a estudiar fuera y muchos no vuelven, asegura Di Dia.
«Las plantas fotovoltaicas son pocas en relación a la enormidad de superficie agrícola», matiza Parrinello, que ve «otro problema de raíz: la incapacidad de Sicilia de resistir en el mercado».
Para ello insta a un debate para el desarrollo económico de la que es la isla más grande y poblada del Mediterráneo, abogando por construir infraestructuras básicas como «una red viaria adecuada», hasta ahora inexistente.
Las dificultades del pequeño agricultor se ven en las cooperativas vinícolas de los pueblos de Sicilia occidental, creadas hace décadas según un modelo que aúna su producción para darles fuerza ante el mercado, pero que en los últimos años ha ido perdiendo potencial.
«El 70% de cooperativas tiene hoy graves dificultades económicas», lamenta Di Dia.
Según Mario Tumbiolo, director de la bodega cooperativa del pueblo de Petrosino, en el área de Trapani, acabará habiendo «una selección ‘darwiniana'» de los agricultores: «Los más débiles serán absorbidos por grandes empresas, se crearán haciendas basadas en latifundios y la pequeña propiedad de la tierra quedará atrás».
En su opinión, la industria del vino tiene muchas opciones en el mercado, pero se decanta por compañías de gran dimensión del norte de Italia, como Cinzano o Mezzacorona, activas en la isla, donde ya compraron muchos terrenos.
Vito Scalisi, alcalde de Salemi, otro pueblo del área centrado en la actividad agrícola, dice que el sector aún tiene perspectivas de desarrollo.
«La agricultura no se puede dejar sola, el Gobierno debe estar detrás y hacer políticas estructurales» para defenderla, asegura el dirigente local, que pide una mayor atención institucional. EFE
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