Los votantes suizos rechazan ajustar su consumo a los límites de los recursos planetarios
Isabel Saco
Ginebra, 9 feb (EFE).- La iniciativa popular en Suiza para favorecer una economía que crezca dentro de los límites que impone la naturaleza fue ampliamente rechazada en un referéndum celebrado este domingo y en el que la ciudadanía se puso del lado de la posición del Gobierno, de la mayor parte de partidos políticos y de los sectores económicos.
«Los ciudadanos suizos no han querido poner al país contra la pared», celebró la directora de Economisusse, la federación de empresas helvéticas, Monika Rühl.
El rechazo ha sido muy claro, con un 70 % de votos en contra de la propuesta del Partido Verde, que lamentó que «Suiza esté desaprovechando una gran oportunidad para luchar contra las crisis medioambientales» y que se haya dado la victoria a quienes ignoran las advertencias de los científicos sobre la sobreexplotacion de los recursos naturales a todo nivel.
La copresidenta de la sección de juventudes de los Verdes, Margot Chauderna, consideró que los medios económicos «deben comprender que un sistema basado en un crecimiento infinito no puede funcionar con recursos finitos».
La idea de fondo consistía en restringir el consumo a lo que el planeta puede regenerar.
Esta consulta popular ha sido posible gracias a que Suiza es el país con el sistema de democracia directa más desarrollado del mundo, lo que permite que los ciudadanos se pronuncien sobre las políticas públicas o propongan medidas que el gobierno luego está obligado a poner en marcha.
Para el Partido de Centro, Suiza ya cuenta con las herramientas necesarias para llevar adelante su política medioambiental, que plantea la neutralidad climática para 2050.
Para ese año debe haberse completado el abandono total de las fuentes de energía fósiles y reducido a cero las emisiones netas de los gases de efecto invernadero, una política que los suizos aprobaron en referéndum en 2023.
El objeto del referéndum de hoy establecía que Suiza tenía un plazo de diez años para que su crecimiento económico se ajustara a los límites planetarios en ámbitos como el consumo de agua, la utilización de los suelos y en actividades con impacto en el cambio climático.
Los analistas señalaron que el plazo de una década como uno de los grandes puntos débiles de la propuesta, que hizo que los votantes temieran, entre otras cosas, por el aumento del coste de vida que tal objetivo podía suponer.
Además de variables muy conocidas como el aumento de las temperaturas, la pérdida de la biodiversidad, la sobreexplotación del suelo o el consumo excesivo del agua, los «límites planetarios» incluyen otras menos conocidas como la emisión en la atmósfera de cantidades excesivas de azote y fósforo, ampliamente utilizados en la agricultura.
Según los científicos que siguen esta cuestión, en 2015 se habían superado cuatro de los nueve límites existentes, pero ya en 2023 una publicación en la revista Science Advanced indicaba que se habían excedido también los correspondientes a la contaminación con materias sintéticas y la perturbación del ciclo del agua.
Las únicas áreas en las que el planeta todavía estaría en una «zona segura» son la acidificación de los océanos y la contaminación de partículas finas, aunque en ambos casos se va en una mala dirección.
El único criterio que evoluciona en el buen sentido es el de la recuperación de la capa de ozono, lo que se ha logrado gracias a la prohibición internacional del uso de las substancias que estaban causando su destrucción, que llegó a un nivel crítico en la década de los ochenta del siglo pasado. EFE
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