Maravillas, el gran mercado latino de Madrid
Mariana López Alba
Madrid, 26 dic (EFE).- Hallacas venezolanas, patasca peruana, tortillas mexicanas… Los ingredientes básicos de la gastronomía latinoamericana tienen su espacio en el madrileño Mercado de Maravillas, el más latino de España y uno de los más grandes de Europa.
Fundado en 1942 en el barrio de Tetuán -hoy una de las zonas con mayor nivel de migrantes latinos de Madrid-, el Maravillas ha experimentado muchos cambios en su larga historia, pero su ‘latinoamericanización’ le ha permitido recuperar en los últimos años una actividad que venía decayendo por el envejecimiento de sus clientes habituales.
«La gente mayor sigue viniendo a comprar», pero los inmigrantes que llegaron al barrio «siguen yendo al mercado» y «los comerciantes que ahora solicitan puestos para montar sus negocios son prácticamente todos latinoamericanos», explica a EFE el gerente Ander Zumeta.
Ese «relevo generacional» permite que el mercado «no solamente sobreviva, sino que tenga muchísimo éxito y tenga la cantidad de usuarios y de visitantes que tiene en el día a día», apunta.
La demanda de productos locales de países como Venezuela, México y Perú, sitúa al Maravillas, «no solamente como un mercado tradicional de abastos, sino un lugar donde acude el público latinoamericano a hacer sus compras y conversar con sus paisanos mientras toma alguna cosa de su país».
La cultura de emprendimiento latinoamericana
La mayoría de los comerciantes llevan en el mercado «toda la vida» y son de Madrid, pero «igual que los jóvenes no van a comprar al mercado, tampoco hay tanta gente que se atreva a emprender (…) y mucho menos en este tipo de sectores, que requieren de un esfuerzo y de una cantidad de horas de trabajo monstruosas», reconoce Zumeta.
En cambio, los latinoamericanos «tienen una cultura muy emprendedora».
«Hoy en día no hay que hacer muchas matemáticas para saber que el futuro pinta claramente en esa dirección; me imagino un 70 % de puestos latinos en los próximos 5-10 años», continúa el gerente.
Está convencido de que así, «a largo plazo, va a salvar a este mercado», que, con más de 9.000 metros cuadrados y unos 200 puestos, es uno de los mayores mercados de abastos cubiertos de Europa.
Uno de esos comerciantes es el mexicano Eduardo Palacios, dueño de El Criollo: Tacos a la Parrilla, que empezó en un pequeño puesto y piensa ya en «montar aquí un pequeño obrador para después replicar en otros locales», según explica a EFE.
«Nunca pensé venir a España y poner un puesto de comida», afirma Palacios, que además tiene otro trabajo. «Yo era cliente y un día me autorizaron un préstamo en el banco y le dije a mi esposa: ‘Vamos a poner unos tacos’. Fue una manera de decir que nos queremos quedar aquí un tiempo y plantar un pie firme en Madrid».
Paola Castilla, peruana, es dueña de varios locales dentro y fuera del mercado, pero confiesa a EFE que el principal es el Bar Machu Picchu: «Mantenemos lo que es la comida peruana y sacamos la comida como tiene que salir, sin mirar si el cliente es español o latino, y todos están satisfechos».
Castilla vive en España desde hace casi 30 años, y el único sitio donde podía comprar productos de su país era en el Mercado de Maravillas: «Venía de vez en cuando, y un día estaba con una amiga y le pregunté qué le parecía abrir un local aquí, y ahí empecé».
El auge de comerciantes latinoamericanos tiene explicación: «Nos gusta prosperar y nos gusta tener lo nuestro», dice.
Productos autóctonos
Una de las ventajas del Mercado de Maravillas es la facilidad para conseguir productos latinos.
Como afirma el mexicano Palacios, «no es fácil encontrar los proveedores y productos mexicanos, sobretodo las tortillas», pero con muchas pruebas han logrado mantener un sabor auténtico y la gente dice «Me siento en México».
En el Bar Macchu Pichu, los clientes pueden degustar pan con chicharrón y la sopa de patasca», platos típicos peruanos difíciles de conseguir en Madrid.
María, venezolana que visita a su hija en Madrid, compra «los ingredientes para las ricas hallacas navideñas», un plato típico del país, y asegura que su hija va al mercado a por el queso llanero venezolano, que no consigue en otra parte. EFE
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