Marcos vs Duterte: la ruptura política de Filipinas que degenera en amenazas de muerte
David Asta Alares
Manila, 30 nov (EFE).- Filipinas asiste estos días al clímax de una ruptura anunciada entre el presidente, Ferdinand Marcos Jr., y la vicepresidenta, Sara Duterte, que en menos de dos años han pasado de hacer campaña juntos y sonrientes a proferir amenazas de muerte e insinuaciones de golpe de Estado.
«Si me matan», dijo Duterte hace hoy una semana, «mata a Marcos Jr.». Una orden transmitida por la vicepresidenta a «alguien», un supuesto asesino que las autoridades de Filipinas buscan identificar, desveló ella misma durante una rueda de prensa en línea y de madrugada con un puñado de blogueros afines.
No solo el presidente sería asesinado en represalia, añadió Duterte: la orden también incluye a su esposa, Liza Araneta, y al presidente del Parlamento, Martin Romualdez.
«No es broma», apostilló.
Alianza y ruptura
Política y drama van de la mano en Filipinas, y más tras el mandato entre 2016 y 2022 del ‘sheriff’ Rodrigo Duterte.
Conocido por sus exabruptos y su estilo populista, las amenazas de muerte del padre de la vicepresidenta iban mayormente por otros derroteros, al prometer mano dura contra narcotraficantes y usuarios. Su guerra contra las drogas dejó al menos 6.000 muertos, según la Policía, y más de 30.000 de acuerdo con ONG.
Pero hasta en el país asiático cuesta creer que una vicepresidenta amenace de muerte al presidente, aunque la ruptura entre ambos sea evidente desde hace meses.
Marcos Jr., vástago del dictador fallecido Ferdinand Marcos, llegó a la presidencia en 2022 aupado por la hija del presidente saliente. Medios de comunicación y usuarios de las redes sociales han vuelto estos días a examinar las imágenes de la campaña, como la que muestra a ambos dirigentes con sudaderas conjuntadas, sonrientes y uniendo sus manos para formar un corazón.
La vicepresidenta se vio recompensada con el puesto de secretaria de Educación, poca cosa comparado con sus aspiraciones de dirigir el influyente Departamento de Defensa.
El lanzamiento en 2023 de una investigación sobre el uso de fondos reservados de Inteligencia por Duterte, a instancias de congresistas aliados a Marcos Jr., agrió definitivamente la relación. La vicepresidenta salió definitivamente del Gobierno el pasado junio.
Consecuencias legales
«No se puede permitir ese tipo de atentado criminal», afirmó el presidente filipino el pasado lunes, en reacción a unas amenazas de muerte «inquietantes» frente a las que llamó a mantener la ley y el orden.
Las declaraciones de Duterte pusieron en marcha toda una maquinaria estatal dirigida a aumentar la seguridad de Marcos Jr., y por otro para exigir explicaciones a la vicepresidenta.
La Oficina Nacional de Investigación (NBI según sus siglas en inglés) llamó a la mandataria a comparecer el pasado viernes y a relatar, ya de paso, qué amenazas de muerte pesan sobre su cabeza. Con poco éxito, ya que Duterte declinó en el último momento a acudir.
«Está mandando el mensaje de que la ley no se le aplica, y esto no es liderazgo sino arrogancia», lamentó un congresista rival, Paolo Ortega.
Además, la Policía presentó el pasado miércoles una querella contra la vicepresidenta por «asalto directo, desobediencia y coacción grave». No por las amenazas de muerte al presidente, sino por haber trasladado a un hospital a una empleada que se encontraba detenida.
Duterte quita hierro a las amenazas
Frente a la tormenta desatada por sus declaraciones, Duterte se ha esforzado en señalar que sus supuestas amenazas de muerte han sido «sacadas de contexto con malicia». Puesto que la orden de asesinar al presidente está condicionada a que ella misma sea eliminada, razonó, no se trata entonces de una amenaza.
En pleno auge de la controversia, Rodrigo Duterte salió esta semana a afirmar que «solo los militares pueden ver la solución» en la «fractura del Gobierno».
Durante una rueda de prensa la ciudad sureña de Daváo, de la que fue alcalde durante décadas, el expresidente volvió a acusar además a Marcos Jr. de ser un drogadicto, según declaraciones recogidas por el medio local Rappler.
Unas declaraciones que le valieron ser acusado por el Gobierno filipino de incitar a las fuerzas armadas a llevar a cabo un golpe de Estado.
«Una tormenta en un vaso de agua»
Entre tanto drama no parece que el puesto de la vicepresidenta esté en peligro, al menos de momento. El cargo se elige en Filipinas de manera separada al de presidente, y éste afirmó el pasado viernes no estar a favor de promover una moción de censura contra Duterte.
«¿Qué pasará si alguien presenta una moción de censura? Bloqueará el Congreso y el Senado, y tomará todo nuestro tiempo. Y, ¿para qué? Para nada, nada de esto mejorará la vida de un solo filipino», declaró Marcos Jr. a los medios de comunicación.
«En lo que a mí respecta, esto es una tormenta en un vaso de agua», zanjó.
No es la primera vez que Marcos Jr. desestima una moción de censura contra Duterte. Ya lo hizo en noviembre del año pasado, cuando la vicepresidenta comenzó a ser acusada de malversación de fondos públicos.
«Creo que todavía tengo la confianza del presidente», expuso entonces la vicepresidenta. Un año después, la ruptura entre ambos es manifiesta. EFE
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