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Militares en las calles de Chile, revive pesadilla y evoca para algunos la dictadura

Las fuerzas militares y policiales han actuado "como si fuera un estado de guerra", aseguró el académico Tomás Ramírez, de la Universidad de Chile afp_tickers

La decisión constitucional del presidente de Chile, Sebastián Piñera, de sacar a la calle a los militares e imponer toque de queda revivió para muchos la pesadilla de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), un paralelo entre realidades distintas evocado a menudo en las redes sociales.

La imagen de tanques militares circulando por las principales calles de Santiago y soldados resguardando varios puntos de la ciudad hizo que muchos retrotrajeran lo sucedido durante ese régimen de 17 años, que dejó más de 3.200 muertos y desaparecidos.

Piñera actuó amparado en la Constitución cuando el fin de semana decretó un estado de emergencia y toque de queda, por primera vez en los 29 años de democracia.

Las generaciones más jóvenes, criadas en democracia y sin memoria de los años de plomo, desafían con arrojo en las calles a las fuerzas del orden.

En las redes sociales abundan referencias a supuestas similitudes con aquellos años. Se mencionan «desaparecidos», centros de detenciones y se distribuyen vídeos sobre abusos de los militares.

Las protestas y actos vandálicos dejaron 18 muertos, cinco de los cuales a manos de militares y policías, según reportes coincidentes de la Fiscalía, el gobierno y el autónomo Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH), que hasta la tarde del miércoles informaba, además, de 173 «heridos por armas de fuego» y 2.138 detenidos.

– Explicaciones oficiales –

El gobierno afirma que «todo está siendo investigado. Están todos los antecedentes entregados por las propias instituciones», aseguró Andrés Chadwick, ministro del Interior y Seguridad.

Declaraciones y explicaciones oficiales de este tipo eran impensables durante la dictadura.

De acuerdo con informes oficiales, un ecuatoriano de 26 años murió de un disparo en el cuello en medio de los desmanes del domingo en la ciudad de La Serena (norte), mientras que un músico de 23 años perdió la vida en la misma zona al recibir diversos impactos de perdigones en el pulmón.

El lunes, otro joven de 23 años murió tras ser atropellado por un efectivo de la Marina. Su familia denuncia que antes le habían disparado en una pierna.

El domingo, un joven de 26 años, murió tras recibir un impacto de bala en el tórax por un militar cuando se trasladaba por un carretera en la región de Maule. Y el martes un joven de Santiago pereció por la golpiza que le propinaron policías.

En escenarios de manifestaciones, como en plaza Italia o el centro de Santiago, los militares lanzan abundante gas lacrimógeno y balines contra la multitud. Pero también se abstuvieron de actuar ante abiertas provocaciones por alguno de los manifestantes en un clima de tensión.

El INDH ha indicado también que tiene reportes de presuntas violaciones a los derechos humanos como golpes, desnudamientos, maltrato físico y verbal, así como un caso de violencia sexual.

Una mujer relató que la pusieron boca abajo sobre basura y que la amenazaron con el arma militar si se movía «para luego tocar su cuerpo con el fusil y amenazarla con penetrarla con el arma».

– Puntos de vista –

«Han llegado muchas personas con perdigones, con balines de goma en los ojos, perdiendo la visión, heridas en el cuerpo con una situación muy grave», dice alarmado a la AFP Tomás Ramírez, académico de la Universidad de Chile, que ha hecho guardia en un hospital público de Santiago para ver el estado de los heridos.

Y considera que las fuerzas militares y policiales han actuado «como si fuera un estado de guerra».

No obstante, otros analistas estiman que el accionar de los militares, que han evitado embestir directamente a turbas de civiles incluso en medio de violentos saqueos, dista mucho de lo vivido durante la dictadura.

«Hay una gran diferencia para todos aquellos que vivieron en la época de los 80 y 70», afirma a la AFP, Guillermo Holzmann, académico de la Universidad de Valparaíso.

«El despliegue y control de las calles del toque de queda era mucho más duro, más militarizado», explica Holzmann.

Un soldado dijo a un grupo de periodistas extranjeros la noche del martes, cuando circulaban por el centro de Santiago con salvoconductos durante el toque de queda: «Sepan que esto no es Chile; esta es una situación excepcional y así que no se lleve esta visión del país».

Myrna Villegas, experta en seguridad ciudadana y académica de la Universidad de Chile, situaciones como ésta son «un retroceso de la institucionalidad y la democracia».

Pero Holzmann afirma que las nuevas generaciones, aquellas que no vivieron la dictadura, consideran la presencia militar «casi como un elemento de curiosidad. Esto de encontrarse con militares es realmente algo entretenido», agregó.

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