El ‘León Suizo’ vuelve a rugir en la capital chilena
El monumento situado en la principal avenida de Santiago retoma nuevos bríos tras un complejo proceso de restauración. Se trata de un obsequio de la colonia suiza en el centenario de la independencia de Chile.
La escultura tiene una historia centenaria y ha sido testigo de los cambios que ha vivido la capital desde 1910 hasta hoy.
Emplazado en la Avenida Alameda Bernardo O`Higgins, a unas seis cuadras de La Moneda (Palacio de Gobierno), está inmerso en lo que se conoce como el centro histórico de la ciudad, en un sector con diversos monumentos que conmemoran a personajes de la historia del país.
“Es un león que posee un escudo en una de sus patas y que fue obsequiado por la colonia helvética residente con ocasión del primer centenario de la República. Su estructura fue especialmente encargada a una fundición en Roma, mientras que el zócalo fue elaborado con la misma piedra del Cerro San Cristóbal, el principal parque metropolitano”, explica la embajadora de Suiza en Chile, Yvonne Baumann.
Según los registros de la época, los leones estaban muy de moda por aquel entonces. “En este contexto, Chile tomó como referente a Europa, en particular a Francia e Italia y especialmente a Venecia, cuyo emblema es el león de San Marcos”, agrega Baumann.
Otro referente importante fue el león de Lucerna, obra tallada en roca por el escultor danés Bertel Thorvaldsen, como reconocimiento al valor y la nobleza de la guardia suiza en la Batalla de Tullerías, en París.
“El noble animal, que parece proteger el Escudo de Chile, tiene una alta significación: es el emblema del valor, de la energía y de la magnanimidad, que son las virtudes del pueblo chileno a quien la colonia suiza lo dedica con toda sinceridad”, señalaba durante su inauguración, en diciembre de 1910, el presidente de la colonia helvética, Luis Hüe Druz.
Cien años después, la embajadora Baumann reafirma su significado, durante la ceremonia de restauración. “Es un símbolo de la gratitud de los miles de suizos que emigraron de su país, muchos huyendo de la pobreza en el siglo XIX, y que encontraron en Chile una nueva patria que los acogió generosamente”.
Una anecdótica historia
Originalmente, esta obra se iba a ubicar en el Club Hípico de Santiago. Sin embargo, por razones de tiempo, se decidió inaugurarla en forma provisoria en la Alameda, sobre la piedra destinada al monumento de Ignacio Zenteno, un connotado soldado y político de la independencia.
Lo cierto es que el monumento a Zenteno nunca se construyó y el león permanece en ese protagónico lugar hasta el día de hoy.
Además, tanto en 1910 como en 2010, esta figura se vio enfrentada a escenarios complejos. En el primer caso, su inauguración se vio afectada por la muerte del presidente chileno Pedro Montt (el 16 de agosto) y, cuatro meses más tarde, por el fallecimiento de su sucesor, el vicepresidente Elías Fernández. “El 23 diciembre asumió el nuevo mandatario, Ramón Barros Luco, quien finalmente la inauguró dos días después”, relata la embajadora.
En aquella época, la Alameda era un concurrido paseo peatonal, punto de encuentro de la élite santiaguina, por lo que monumentos como el león suizo ocupaban un lugar protagónico.
Sin embargo, el gran crecimiento urbano, el explosivo aumento del parque automotriz y el desplazamiento de los sectores más acomodados hacia el oriente de la capital cambiaron el rostro de este lugar.
Consecuencia natural de ‘la vida moderna’ o no, el león cayó en cierto descuido, su zócalo fue pintado con grafitis y la placa quedó en pésimas condiciones. En tanto su cola se desprendió -según algunos, por la constante presión que habrían ejercido los niños que se colgaban de ella.
Conscientes de esta situación, y en el marco de las celebraciones del bicentenario, la embajada -a través de Presencia Suiza- junto con el Alain Champion iniciaron un proyecto destinado a devolver la integridad a esta escultura.
Se elaboró un proyecto ambicioso que incluía trasladar la emblemática figura a una pileta contigua -actualmente en desuso- instalar juegos de agua y sobre éstos, al león, en una situación lúdica e interactiva.
“Asimismo, pretendíamos cumplir con la promesa hecha hace cien años, de devolver el lugar destinado a Zenteno y construir este postergado monumento”, apunta Champion, arquitecto suizo afincado en Chile.
Sin embargo, el terremoto de febrero de 2010 cambió radicalmente el escenario y los fondos destinados al proyecto se reorientaron a la reconstrucción del país, una necesidad mucho más urgente en ese momento.
Por ello, los trabajos de restauración debieron acomodarse al nuevo presupuesto posterremoto. Según detalla la diplomática, ello implicó reparar la escultura del león, que ahora se presenta íntegro y con una cola nueva que, a diferencia de la antigua, es cerrada, lo que impide a los transeúntes colgarse de ella.
“Asimismo, se descubrió por completo la piedra original del zócalo oculta bajo capas y capas de pinturas, se renovó el escudo tallado en el monumento (el original se encontraba demasiado deteriorado), se mejoró el acceso al monumento a través de dos gradas frontales y se protegió todo el trabajo con un barniz especial anti grafitis”.
Con esta entrega, concluye Baumann, “esperamos contribuir a la reactivación de un sector histórico muy hermoso de Santiago y que reconquiste el cariño de los vecinos, tal como fue en el momento de su inauguración”.
El león suizo es el último proyecto que desarrolló Suiza (a través de su organismo Presencia Suiza) para contribuir a la celebraciones del bicentenario de Chile.
En heráldica, la postura del león pasante (representado en la posición de un animal en marcha, con la pata derecha delantera casi horizontal) significa “que, a pesar de las adversidades que se sucedieron en ese año 1910, había que seguir adelante”, precisa la embajadora suiza.
El león, además, es símbolo de la tierra, el Sol y San Marcos.
El diseño del zócalo del león estuvo a cargo de Emilio Jecquier, afamado arquitecto de la época que estudió en Francia, fue discípulo de Eiffel y que en Chile participó en la creación de diversos edificios para el centenario, como el Museo de Bellas Artes, la Estación Mapocho, Los Tribunales de Justifica y la Bolsa de Comercio.
En 1910 había 2.080 suizos en Chile. Un siglo después la colonia helvética se ha multiplicado: 4.500 y aproximadamente 60.000 descendientes en 2010.
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