Omán, el mediador en la sombra entre Oriente Medio, Irán y Estados Unidos
Carles Grau Sivera
El Cairo, 11 abr (EFE).- Ubicado en el extremo oriental de la península Arábiga, Omán es considerado un oasis de tranquilidad aparentemente inmune al tumulto sempiterno en Oriente Medio, algo que le ha valido para erigirse como un mediador en la sombra en esta región, pero también entre Irán y Estados Unidos.
El sultanato, uno de los aliados más confiables tanto de los árabes como de Irán y Occidente, acogerá este sábado una ronda de conversaciones entre Washington y Teherán sobre el programa nuclear del país persa en las que ejercerá como intermediario el jefe de la diplomacia de Omán, Badr bin Hamad al Busaidi.
El presidente estadounidense, Donald Trump, ha afirmado que las negociaciones serán «directas», algo que Irán ha desmentido, por lo que lo único seguro hasta el momento es que la delegación estadounidense estará liderada por el enviado especial de Estados Unidos para Oriente Medio, Steve Witkoff, y la iraní por el ministro de Exteriores, Abás Araqchí.
Una política neutral
El país árabe ha estado al margen de los debates y de la dicotomía entre las dos principales ramas del islam (la suní, representada por Arabia Saudí, y la chií, liderada por Irán) al aferrarse a los principios del movimiento ibadí, considerada una de las ramas más moderadas de la religión musulmana.
Al contrario que sus vecinos árabes, Omán ha mantenido a lo largo de los años una buena relación con Irán, un reflejo de la obsesión del difunto sultán Qabús bin Said (1940-2020) de convertir a su país en un espacio de diálogo y neutralidad, lejos de los conflictos que han sacudido y dividido Oriente Medio.
Tanto es así que el país árabe no se posicionó en la guerra entre Irán e Irak (1980-1998) e incluso acogió conversaciones secretas de tregua entre Bagdad y Teherán. Esos esfuerzos fueron liderados por el entonces viceministro de Exteriores de Omán, que es ahora el actual sultán y el sucesor de Qabús, Haitham bin Tariq.
«Al final, no hay alternativa a la coexistencia pacífica entre árabes y persas, y no hay alternativa a un mínimo de acuerdo en la región», dijo Qabús en 1984, en un momento en el que los países del golfo Pérsico planeaban formar una alianza de seguridad para contrarrestar la influencia de Irán.
Gracias a esta política no intervencionista y basada en el diálogo, Omán se ha convertido en uno de los centros de mediación en los conflictos regionales y en uno de los pocos interlocutores que cumple con las exigencias de Teherán.
Su capital, Mascate, ha sido durante años el centro de las conversaciones entre los rebeldes hutíes del Yemen -respaldados por Irán- y Arabia Saudí y Estados Unidos; mientras que el equipo diplomático omaní fue la clave para sentar las bases para el restablecimiento de las relaciones entre Teherán y Riad en 2023.
Un mediador discreto
Uno de los roles de Omán ha sido el de facilitar las conversaciones para la liberación de ciudadanos extranjeros detenidos o encarcelados en Irán.
Asimismo, también medió entre los estadounidenses y los iraníes para sentar las bases que culminarían en el Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA), un pacto para frenar los avances nucleares de Teherán acordado por los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, Irán, la Unión Europea (UE) y Alemania en 2015.
De hecho, ya en 2009, el entonces ministro de Asuntos Exteriores de Omán, Yusef bin Alawi, propuso a la Administración del presidente estadounidense Barack Obama «organizar cualquier reunión» entre las dos potencias y acoger estos encuentros, ya fuera de forma pública o privada.
Ahora, el poder moderador y la influencia de Omán vuelven a ponerse a prueba con una nueva ronda de conversaciones entre Estados Unidos e Irán, en un momento en el que Trump insiste en cerrar un nuevo acuerdo con Teherán. De hecho, el mandatario estadounidense ha amenazado en varias ocasiones con bombardear el país persa si eso no sucede.
Y es que en 2018, durante su primer mandato (2017-2021), Trump decidió retirar a su país del JCPOA, por lo que desde entonces Irán enriquece uranio muy por encima de lo permitido en el extinto pacto y ya posee 274 kilos enriquecidos al 60 % de pureza, cercano al uso militar del 90 %. EFE
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