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Paine, la zona rural de Chile con el “triste récord” de víctimas de la dictadura

Meritxell Freixas

Paine (Chile), 11 sep (EFE).- Sobre la comuna rural de Paine, en la periferia de Santiago, pesa el “triste récord” de tener el mayor porcentaje de detenidos desaparecidos y ejecutados durante la dictadura chilena: setenta hombres –en un pueblo de 27.000 habitantes–, la mayoría de ellos campesinos que participaron en la Reforma Agraria impulsada por Salvador Allende (1970-1973).

Flor Lazo tenía 10 años cuando su padre, Samuel, y sus dos hermanos fueron detenidos la noche del 16 de octubre de 1973, en un episodio que concentró casi un tercio de las detenciones de la comuna, uno de los más violentos que se recuerdan en el lugar.

“Llegaron los militares con el rostro pintado de negro, golpearon la puerta con las armas, nos tiraron al suelo y pidieron que se vistieran los hombres de la casa”, contó a EFE la presidenta de la Agrupación de Detenidos Desaparecidos y Ejecutados de Paine.

“En mi inocencia, seguí a mi papá y un militar me apuntó en la frente: ‘camina un paso más y te mato aquí mismo’”, recordó que le dijo. Se los llevaron y nunca más los volvió a ver.

Los tres hombres fueron asesinados al día siguiente y sus cuerpos fueron encontrados 38 años después.

“Hubo un revanchismo hacendal en Paine”

En el Paine rural de la Unidad Popular el movimiento campesino protagonizó con fuerza la Reforma Agraria, iniciada en los 60 y profundizada con Allende, para acabar con el sistema de “inquilinaje” (similar al feudalismo) instalado en el campo chileno desde el siglo XVII.

“Esta reforma fue uno de los procesos más profundos y revolucionarios en Chile porque cambió fuertemente la estructura de propiedad y, con eso, las relaciones sociales que todavía eran de dependencia de los trabajadores respecto al patrón de fundo”, explica a EFE la antropóloga Gloria Ochoa.

“Los campesinos querían su propio terreno para poder sembrar sin tener que estar dando la mitad (al patrón)”, relató a EFE Rosa Vidal, hija de Hugo Vidal, campesino ejecutado por los militares.

Ochoa, coautora del libro “Yo soy… Mujeres familiares de detenidos desaparecidos y ejecutados de Paine”, apunta que el momento “era muy efervescente” porque los agricultores vieron la oportunidad de luchar por mejores condiciones a través de “tomas de fundos y organizaciones de asentamientos”.

Carolina Maillard, también antropóloga y coautora del libro, destaca el papel que tuvieron dueños de fundos y camiones en la represión de Paine: “Hubo un revanchismo hacendal para cortar cualquier intento de transformación durante la Reforma Agraria”.

La madrugada del 3 de octubre, Hugo Vidal fue detenido delante de su hijo de 5 años y su hija, Rosa, que tenía entonces un año y 9 meses. Fue asesinado, junto a otros campesinos, horas después.

En 1974 encontraron los restos, pero fueron escondidos hasta entrada la democracia: “Carabineros los hizo desaparecer hasta el año 1991, cuando fueron encontrados en el Instituto Médico Legal, en sacos de papas”, relató Rosa.

“Que digan dónde los dejaron”

Las mujeres, que si bien no fueron hechas desaparecer, sí fueron “duramente humilladas y reprimidas”, apunta Ochoa, lideraron por décadas la búsqueda de sus familiares.

“De un día para otro, ellas -que habían sido relegadas al espacio privado- tuvieron que salir a buscar a sus padres, maridos, hermanos, y hacerse cargo de sus trabajos y del resto de la familia”, dice Maillard.

“Fue un impacto feroz; nunca estuvieron preparadas para eso”, añade.

Desde el Memorial de Paine, dedicado a los desaparecidos y ejecutados de la comuna, Lazo recordó que su madre “salía todos los días en la mañana y regresaba cerca de la noche en busca de una respuesta”. Pero nunca llegaba.

Hoy 24 hombres de Paine siguen desaparecidos y, junto a otros miles, integran el inédito Plan de Búsqueda impulsado por el Gobierno del progresista Gabriel Boric, que por primera vez deja a manos del Estado la búsqueda de los desaparecidos, pues hasta ahora la tarea había estado a cargo de organizaciones de familiares y de derechos humanos.

“Se busca que (el Plan) trascienda más allá de este Gobierno (…) va bien focalizado y nos tiene ilusionados”, indicó Lazo.

La dictadura de Pinochet dejó al menos 3.200 opositores asesinados, de los que 1.469 fueron víctimas de desaparición forzada. Tras décadas de búsqueda se hallaron los restos de 307, pero aún faltan por encontrar a otras 1.162 personas, según cifras oficiales.

Después de 51 años, la reivindicación de los familiares sigue intacta: “Que digan dónde los dejaron –reclama Rosa Vidal– porque seguimos en la incertidumbre de dónde están”. EFE

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