Parolin, un diplomático en tiempos de crisis
Cristina Cabrejas
Ciudad del Vaticano, 27 abr (EFE).- El cardenal Pietro Parolin, hasta ahora un secretario de Estado discreto, pero incisivo en sus declaraciones, es el más importante diplomático del Vaticano con su experiencia en Oriente Medio y en Asia, pero también un gran conocedor de Latinoamérica al haber sido nuncio en Venezuela: podría ser una baza diplomática para el papado en estos momentos de crisis.
Paolin, de 70 años, ha sido el leal secretario de Estado de Francisco en todo su pontificado, aunque no amigo debido a su carácter introvertido. Sustituto del potentísimo Tarciso Bertone, ejerció su cargo con discreción, pero sin esquivar nunca las preguntas de los periodistas sobre temas internacionales.
Está considerado un hombre de la misma «línea» de Francisco, con el que coincidió en la necesidad de realizar cambios en la Iglesia, aunque siempre ha expresado sus opiniones con mucha discreción debido a su talante reservado y adusto, típico del norte de Italia.
En estos años gozó del afecto de gran parte de la curia romana y también de muchos cardenales a quienes visitó en sus misiones diplomáticas, lo que seguramente podría empujar a su elección en un momento de división entre facciones.
El 31 de agosto de 2013 el papa Francisco lo nombró su secretario de Estado cuando era nuncio apostólico en Venezuela, donde había llegado en 2009. En Caracas trabajó en particular para restablecer un clima de respeto y colaboración entre el Gobierno y la Iglesia católica, con vistas a un compromiso común especialmente en la justicia social y la lucha contra la pobreza y la criminalidad, según se lee en su biografía oficial.
Su larga carrera en el servicio diplomático de la Santa Sede comenzó el 1 de julio de 1986: trabajó primero en las representaciones papales en Nigeria, hasta 1989, y en México, de 1989 a 1992, y luego en la sección para las Relaciones con los Estados de la Secretaría de Estado, donde permaneció hasta 2002.
Durante este período, acompañó al cardenal Roger Marie Élie Etchegaray en la misión realizada en mayo de 1993 en Ruanda, devastada por la guerra civil, y formó parte de la delegación, encabezada por el arzobispo Jean-Louis Tauran, que en junio de 1997 participó en la decimonovena sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas dedicada al medio ambiente y al desarrollo.
El 30 de noviembre de 2002, dio un salto, al ser nombrado por Juan Pablo II subsecretario de la sección de Relaciones con los Estados de la Secretaría de Estado, cargo que ocupó durante casi siete años.
Particularmente experto en temas relativos a Oriente Medio y, más generalmente, a la realidad geopolítica del continente asiático, ha trabajado sobre todo para tejer y reforzar las relaciones entre la Santa Sede y Vietnam, además de en el acuerdo con China para el nombramiento de los obispos.
En diciembre de 2008 encabezó la delegación que participó en los trabajos de la Comisión Bilateral Permanente entre la Santa Sede y el Estado de Israel, que se reunió para continuar las negociaciones entre las dos partes tras el Acuerdo Fundamental firmado en 1993.
Nacido el 17 de enero de 1955 en Schiavon, en la provincia y diócesis de Vicenza (norte de Italia), se crió en una familia sencilla y profundamente católica: su padre tenía una ferretería y vendía maquinaria agrícola, mientras su madre era maestra de escuela primaria.
La experiencia de la trágica pérdida de su padre, fallecido en un accidente automovilístico en 1965, cuando apenas tenía ocho meses, marcó su infancia y la de su hermana y su hermano. A los 14 años ingresó en el seminario de Vicenza y fue ordenado sacerdote el 27 de abril de 1980.
En 1986 se licenció en Derecho Canónico en la Gregoriana con una tesis dedicada al Sínodo de los Obispos, mientras que fue proclamado cardenal por el papa Francisco en el Consistorio del 22 de febrero de 2014. EFE
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