Países mediterráneos sientan bases para fondo común de regulación de migración
La cumbre de países del Mediterráneo reunidos el domingo en Roma por la primera ministra italiana terminó con un acuerdo para sentar las bases de un fondo común para proyectos de inversión y control de fronteras, con el objetivo de regular mejor los flujos migratorios.
Giorgia Meloni, en el origen de esta conferencia de dirigentes de una veintena de países, quiere promover un nuevo modo de cooperación entre países de inmigración y de emigración, siguiendo el modelo del acuerdo firmado por la Unión Europea con Túnez para frenar la llegada de migrantes al Viejo Continente.
Tras media jornada de conversaciones, la primera ministra italiana de extrema derecha anunció la creación de un fondo que se alimentará con una primera conferencia de donantes cuya fecha no se ha fijado, una iniciativa a la que los Emiratos Árabes Unidos ya han contribuido con 100 millones de euros (111 millones de dólares).
Aunque la conferencia no acordó otras medidas concretas, «es el comienzo de un largo trabajo», con el lanzamiento del llamado Proceso de Roma, dijo Meloni.
«Lucha contra la inmigración ilegal, gestión de los flujos legales de la inmigración, apoyo a los refugiados, y sobre todo, lo más importante, (…) una cooperación amplia para apoyar el desarrollo de África, en particular de los países de origen» de los migrantes, afirmó.
Entre los presentes había los presidentes de Túnez, Kais Saied, de Emiratos Árabes Unidos Mohamed ben Zayed, de Mauritania, Mohamed Uld Cheikh El Ghazuani, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el presidente del Consejo Europeo Charles Michel, el Alto Comisionado del ACNUR Filippo Grandi, y delegados de las principales instituciones financieras internacionales.
– Trabas a los barcos humanitarios –
Durante la campaña legislativa de 2022 que la llevó al poder, Meloni había prometido «detener los desembarcos» de migrantes en Italia.
Desde entonces, su gobierno ha puesto trabas a los barcos humanitarios pero sin detener las salidas de migrantes.
Según Roma, unas 80.000 personas han cruzado el Mediterráneo y llegado a las costas de la península desde principios de año, en comparación con las 33.000 del año pasado en el mismo período, en su mayoría partiendo de la costa tunecina.
Meloni y la Comisión Europea han intensificado su «diálogo» con Túnez prometiendo financiación si el país se compromete a luchar contra la emigración de su territorio.
Bruselas y Roma firmaron la semana pasada con el presidente tunecino un memorando de entendimiento que prevé en particular una ayuda europea de 105 millones de euros (116 millones de dólares) para evitar las salidas de barcos de migrantes y luchar contra los contrabandistas, así como más devoluciones de tunecinos en situación irregular en la UE.
Un alto funcionario europeo que habló bajo condición de anonimato confirmó que la UE quiere negociar asociaciones similares con Egipto y Marruecos.
– «Política mortal» –
Las oenegés están en pie de guerra y Sea-Watch deploró que «la UE y sus Estados miembros sigan endureciendo sus políticas mortales de aislamiento».
Human Rights Watch cree por su parte que «Europa no ha aprendido nada de su complicidad en los atroces abusos cometidos contra los migrantes en Libia».
HRW también señaló esta semana «graves abusos» en los últimos meses por parte de las fuerzas de seguridad tunecinas contra los migrantes africanos y pidió a la UE que deje de apoyar a ese país.
Tras los enfrentamientos que se cobraron la vida de un tunecino el 3 de julio, cientos de migrantes africanos fueron expulsados de Sfax, la segunda ciudad del país y el principal punto de partida de Túnez para la emigración ilegal.
Las autoridades los llevaron, según las onegés, a zonas inhóspitas cerca de Libia, en el este, y de Argelia, en el oeste.
«Túnez es un país en extrema dificultad y abandonarlo a su suerte puede tener consecuencias muy graves», advirtió Meloni.
Según la ONU, más de 100.000 migrantes llegaron a Europa durante los primeros seis meses de 2023 por mar, desde las costas del norte de África, Turquía y Líbano. En 2022 la cifra fue de 189.000.