Pequeños agricultores, claves en cadena alimentaria contra cambio climático
Sharm el Sheij (Egipto), 9 nov (EFE).- La sequía, las inundaciones y los desastres naturales consecuencia del cambio climático son los principales retos a los que se enfrentan los pequeños agricultores y, para abordarlos, desde el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (IFAD) apuestan por invertir en resiliencia y combinar acciones de mitigación y adaptación a la crisis climática.
«Invertir en resiliencia significa que estas personas, en zonas rurales, tengan acceso a trabajos decentes con salarios decentes para poder alimentarse y mandar a sus hijos a la escuela», afirmó a EFE el presidente del IFAD, Álvaro Lario, en una entrevista enmarcada en la cumbre internacional del clima COP27 que se desarrolla en la ciudad egipcia de Sharm el Sheij.
La emergencia climática ha dificultado el acceso a alimentos, insumos y energía, lo que a su vez ha elevado el coste de la vida actual y la inflación; aspectos que han afectado negativamente a los pequeños agricultores, que actualmente producen el 80% de la alimentación tanto en Asia como en África, un tercio de la comida en el mundo.
«Son personas muy vulnerables a estos impactos climáticos y, desgraciadamente, en ocasiones tienen que vender alguno de sus insumos para poder seguir viviendo, incluso se ven forzados a migrar a países cercanos», explicó Lario sobre las circunstancias que rodean a los pequeños agricultores.
A ello suma las diversas crisis económicas encadenadas que azotan especialmente a las comunidades rurales en países que en muchas ocasiones están inmersos en conflictos armados, situaciones que requieren «aumentar lo que invertimos en asistencia humanitaria».
Para atender sus necesidades, mejorar sus condiciones laborales y familiares y garantizar la seguridad alimentaria, desde el IFAD desarrollan proyectos que combinan acciones de mitigación y adaptación al cambio climático en los que la inversión es el pilar fundamental para crear estos empleos con las condiciones deseadas e impulsar su cadena de valor.
A modo de ejemplo, Álvaro Lario indicó que la inversión de fondos propios del IFAD junto a la cofinanciación de otros socios permite destinar mil millones de dólares en proyectos relacionados con la adaptación al clima en África como el desarrollo de semillas resilientes, prácticas e infraestructuras que permitan mantener o recuperar la fuente de ingresos cuando se produce un shock climático.
El impacto de los proyectos del IFAD se mide en cifras: «En los últimos tres años, 77 millones de personas han conseguido incrementar sus ingresos en estas zonas rurales, mientras otros 60 millones pueden incrementar su producción», desgranó Lario a EFE.
Pero detrás de estas cifras hay personas y el presidente de IFAD se mostró preocupado por las familias y la educación, y remarcó los beneficios y el valor que aportan las mujeres con acceso a la tierra, a los activos, ya que «la reinversión se produce tanto en el negocio como también en la familia, los niños pueden ir a la escuela».
Mejorar e invertir en los pequeños agricultores es garantizar la cadena de producción alimentaria a nivel mundial, pero también defender el medioambiente con «prácticas más ecológicas, que evitan la pérdida de la biodiversidad y utilizan la tierra de manera más sostenible que las macrogranjas e impulsan la economía circular».
Lario concluye que hay que hacer políticas para que sus ingresos sean decentes, conectarles con el sector privado y los mercados, asegurarnos que el uso del agua sea eficiente para desarrollar sistemas de agricultura resilientes con el clima que también les permitan incrementar su productividad. EFE
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