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Plaza Loreto 80 años después: el brutal epílogo del fascismo que resiste en la memoria

Gonzalo Sánchez

Milán (Italia), 28 abr (EFE).- Hay lugares que se convierten en un símbolo por su peso en la historia. Es el caso de la Plaza Loreto de Milán (norte), donde hace 80 años el cadáver del dictador Benito Mussolini fue masacrado por la muchedumbre y que, aún hoy, rememora aquel pasado violento, como una advertencia para el mundo moderno.

El estruendo de un pelotón de fusilamiento decretó el final del fundador del fascismo, el hombre que había gobernado con puño de hierro Italia durante más de dos décadas y arrastrado al país a la catástrofe de la II Guerra Mundial.

Mussolini fue arrestado por unos partisanos la mañana del 27 de abril de 1945 en el pueblo de Dongo mientras intentaba huir a Suiza disfrazado de soldado alemán con su amante Clara Petacci y otros jerarcas fascistas desde el norte, donde en 1943 había fundado el estado títere de la República Social Italiana (RSI) de Salò.

Escarnio al fascismo

Un día después, a las 16:10 horas del 28 de abril, el tirano y su novia eran fusilados en Giulino, a orillas del Lago de Como.

El día 29, los cuerpos del ‘Duce’, su novia y de otros dirigentes fueron llevados a la Plaza Loreto de Milán para ser entregados a la muchedumbre, que los colgó como animales, los masacró, escupió, pisoteó y orinó, desahogando la rabia de la dictadura y la guerra.

En realidad se estaba consumando una ‘vendetta’, pues en esa misma plazoleta, un año antes, el 10 de agosto de 1944, habían sido fusilados 15 partisanos por la temida legión fascista ‘Ettore Muti’.

Ochenta años después

La Plaza Loreto es hoy un punto importante de la gran capital del norte italiano, amurallado entre edificios con letreros luminosos y centros comerciales donde la gente compra o pasea entre un tráfico descomunal.

Nada recuerda el ultraje a los cadáveres fascistas pero, en cambio, sí hay un monolito de metal en honor de los «mártires» que «cayeron en nombre de la libertad», con los nombres de aquellos partisanos tiroteados.

El lugar es, por ende, un símbolo de la memoria nacional. «Preferimos recordar la liberación», susurra Maurizio, de 78 años, ante el monumento.

Este milanés cuyo padre marchó a la guerra en Rusia apunta con entusiasmo a un poste en el centro de la plaza: «Les colgaron ahí», promete. Al escuchar su explicación, Giuseppe, de 76 años, le corrige: «No, fue en una gasolinera pero ya no existe».

Otros más jóvenes pasan sin prestar mucha atención al monolito. Nicoletta posa las bolsas de la compra para descansar: «No sé qué es», confiesa con cierto rubor.

Un símbolo aún vigente

No muy lejos está la Casa de la Memoria, un edificio que reproduce con mosaicos en su fachada las caras de la Resistencia y que acoge organizaciones como la Asociación Nacional de Partisanos (ANPI), que cada 10 de agosto pone flores ante el monumento.

«La Plaza Loreto tiene un valor simbólico muy alto, pero nosotros no conmemoramos la ejecución de Mussolini sino el final de la guerra y la muerte del fascismo», matiza a EFE su secretario Primo Minelli.

Han pasado ochenta años, pero la figura del fundador del fascismo sigue resonando. «Por desgracia el fantasma de Mussolini aún campa», sostiene.

En 2024 un periódico proclamó al dictador «persona del año» por «la obsesión de la izquierda». Era una provocación… pero revelaba al mismo tiempo que este es un tema que sigue suscitando un intenso debate en el país, que se calienta especialmente cada 25 de Abril, Día de la Liberación.

Además, las manifestaciones neofascistas se repiten cada año en sitios clave de su oscura historia como Predappio (norte), el pueblo natal de Mussolini.

Minelli asevera que «el fascismo fue derrotado militarmente pero política y culturalmente aún permanece» de la sociedad. Son grupos «electoralmente insignificantes», admite, pero con una «cobertura política» desde la derecha que actualmente gobierna.

Basta pensar que el partido de la primera ministra Giorgia Meloni, Hermanos de Italia, es heredero del Movimiento Social Italiano, fundado por ‘posfascistas’ como Giorgio Almirante.

«Algunas palabras que escuchamos en 2025 se parecen mucho a las de hace cien años», asevera.

Meloni viene siendo cada vez más clara al rechazar esa ideología. Lo hizo a una semana de ganar las elecciones en 2022, en un vídeo en varios idiomas, y lo ha repetido este 25 de abril, denunciando la «negación» de la libertad perpetrada por el régimen fascista.

Sin embargo, Mussolini sigue siendo ciudadano honorífico en un centenar de localidades, aunque poco a poco algunas le retiran esa distinción. La última ha sido Salò gracias a la llegada de un joven alcalde que acabó con un cuarto de siglo de hegemonía derechista.

En todo caso, Plaza Loreto seguirá evocando con su mera existencia avisos de su pasado «negro» en la vida normal de esta ciudad, origen y tumba del fascismo. EFE

gsm/mr/alf

(foto)(vídeo)

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