Ciencia y geopolítica: ¿qué busca Suiza en el Cuerno de África?
El golfo de Adén adquiere una relevancia estratégica cada vez mayor. Suiza tiene intereses concretos allí, aunque poca influencia política. A través de las buenas relaciones intenta ampliarla, por ejemplo, gracias a los corales.
En ningún otro lugar del mundo medran tan frondosamente los corales como en el mar frente a la costa de Yibuti, un pequeño Estado situado en el Cuerno de África, en el extremo sur del mar Rojo. Mientras las montañas volcánicas del golfo de Tadjoura destacan por su apariencia puntiaguda y tenebrosa, y solo se pueden divisar a lo lejos algunos veleros aislados, se produce bajo el agua un espectáculo fascinante: estructuras coralíferas en mil colores y formas albergan una riqueza vital incomparable.
Hace algo más de dos años, una expedición científica con participación helvética se sumergió en estas aguas para inspeccionar los paisajes submarinos de esta zona. El objetivo de los investigadores de más de tres naciones consistió en bucear y recolectar muestras de estos singulares celentéreos, que en estos momentos se están analizando en el Centro Transnacional del Mar RojoEnlace externo (TRSC, por sus siglas en inglés) de la Escuela Politécnica Federal de Lausana (EPFL).
Mediante el análisis del ADN, los investigadores quieren comprender mejor los procesos biológicos de los corales, porque aquí parecen ser más resistentes al calentamiento global provocado por la crisis climática en comparación con otros arrecifes coralinos. Este otoño se pudieron ver por primera vez en una exposición al aire libreEnlace externo en Ginebra las fotos de la expedición que forma parte de un proyecto científico que concluirá en 2025.
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Un ecosistema diplomático para salvar los corales del Mar Rojo
Ciencia con misión diplomática
Para Suiza, la participación en este proyecto no persigue únicamente un fin altruista, porque el Centro Transnacional del Mar Rojo, fundado por la EPFL en 2019 y financiado por el Departamento Federal de Asuntos Exteriores (DFAE), tiene una dimensión que va más allá, al integrar un concepto acreditado de la política exterior suiza: tender puentes y establecer contactos importantes mediante la combinación de la ciencia con la diplomacia en un entorno político frágil, como lo describió el consejero federal Ignazio Cassis en 2019 en un artículo para SWI swissinfo.ch.
Lo cierto es que esta región del mar Rojo, afectada por numerosos conflictos, podría desempeñar en el futuro un papel geopolítico trascendental, más allá de los arrecifes coralinos, subraya Dr. Ali Miganeh Hadi, que investiga sobre temas marítimos y geopolíticos en la Universidad de Yibuti. En una tarde de otoño, el investigador se encuentra en el vestíbulo de un hotel internacional de cinco estrellas en la capital Yibuti, desde donde se pueden apreciar al fondo las grúas del muelle portuario.
Yibuti alberga, además de la base militar más grande de Estados Unidos en el continente africano, otras bases de los ejércitos de China, Francia, Italia y Japón. En las dos últimas décadas, el país africano se ha posicionado con éxito como actor irrenunciable de la región. “A diferencia de nuestros países vecinos, somos un factor de estabilidad en la región”, señala Hadi.
A pocas millas de distancia, en el punto donde las olas del mar se pierden en el horizonte, se sitúa el estrecho de Mandeb, una de las vías de navegación marítima más transitadas del mundo. El estrecho, situado entre Yibuti y Eritrea, por un lado, y Yemen, por el otro, conecta el mar Rojo con el golfo de Adén y constituye una de las rutas comerciales más importantes entre Europa y Asia. Casi una cuarta parte del tráfico marítimo global, es decir, varios miles de millones de toneladas de mercancías, transitan cada año por esta vía acuática.
Sin embargo, desde el año pasado domina la crisis. Las milicias de los hutíes, que cuentan con el apoyo de Irán, controlan partes del noroeste de Yemen y atacan desde noviembre de 2023 con drones y misiles los buques mercantes internacionales. Sus ataques se dirigen contra la guerra en la franja de Gaza y pretenden apoyar al grupo radical islamista de Hamás, que Estados Unidos, la Unión Europea y otros Estados consideran una organización terrorista. Con sus ataques, los hutíes quieren forzar el fin de las actividades militares de Israel.
La economía suiza depende de la región
Con el tiempo, esta situación puede convertirse en un problema, sobre todo para los Estados europeos, porque los hutíes han desatado una fuerte crisis económica con sus ataques. Desde que comenzó la guerra entre palestinos e israelíes en octubre de 2023, centenares de buques mercantes fueron atacados con misiles, misiles de crucero y drones en las aguas internacionales de la costa yemení. Numerosos marineros perdieron la vida y muchos buques fueron secuestrados, hundidos o dañados.
Esta situación también afecta a Suiza como país sin acceso al mar, porque, a día de hoy, el país alpino es un emplazamiento importante de la actividad naviera internacional. El pasado mes de marzo, un carguero portacontenedores de Mediterranean Shipping Co. (MSC), una de las compañías navieras más grandes del mundo domiciliada en Ginebra, fue atacado por los hutíes a casi 90 millas al sureste de la ciudad yemení de Adén, cuando estaba navegando desde Singapur a Yibuti. Según declaraciones del Ejército estadounidense, los hutíes dispararon dos misiles, de los cuales uno alcanzó el barco. Sin embargo, las compañías navieras con frecuencia no denuncian este tipo de incidencias por miedo a perder su reputación o para impedir que les suban las cuotas del seguro.
Para esquivar esta peligrosa ruta entre Asia y Europa, muchos buques mercantes internacionales eligen cada vez más la ruta más larga alrededor del cabo de Buena Esperanza en Sudáfrica. Sin embargo, para este trayecto se necesitan dos semanas más y se gasta casi un 30% más de combustible. Como consecuencia de los ataques, el tráfico marítimo a través del mar Rojo ha disminuido casi un 80% desde el año pasado. En Suiza se ven afectadas, además de las compañías navieras, también las empresas de logística, otro ramo importante para la economía del país, que por las cadenas de suministro globales también está expuesto a riesgos geopolíticos.
A esta compleja situación se añade otro fenómeno: Yibuti es un corredor central de los movimientos migratoriosEnlace externo de África del Este a la península Arábiga. Ni siquiera la guerra de Yemen, que dura ya muchos años, ha cambiado esta situación.
Un nuevo enfoque para ganar influencia
Para Tobias Hagmann, un experto en temas relacionados con África del Este de Swisspeace, un instituto independiente de investigación sobre la paz con sede en Basilea, ya está claro, a día de hoy, que, en el futuro, el foco de las políticas exteriores de los países europeos –y con ello también de Suiza– se centrará cada vez más en el Cuerno de África. Ya con la guerra civil en Yemen había empezado a producirse un cambio de percepción de esta región, que se consideraba cada vez más como un espacio económico integrado, una tendencia que se reforzará probablemente aún más debido a la reciente crisis con los hutíes, opina Hagmann. “Tan pronto como las rutas comerciales y marítimas estén en peligro, se encienden a los responsables las luces de alarma, lo cual acentúa aún más las cuestiones sobre la situación política general en la región.” Especialmente para Suiza como país exportador es crucial asegurarse las cadenas de suministro, añade.
En el Cuerno de África, Suiza intentó desempeñar hasta ahora un papel constructivo en la estabilización de la región sobre todo gracias a la ayuda humanitaria y a la cooperación al desarrollo, por ejemplo, con la alimentación de fondos multilaterales y multinacionales para el establecimiento de estructuras estatales en el país vecino de Somalia, desde donde salían los piratas amenazando las rutas comerciales.
Sin embargo, ante la crisis actual se podría dar que Estados como Yibuti, que se menciona en la Estrategia del África Subsahariana del DFAEEnlace externo en relación con el desarrollo geopolítico de la región del mar Rojo, se conviertan cada vez más en el centro de interés. Aunque el pequeño Estado costero haya declarado su solidaridad con la población palestina en Gaza, también se mostró favorable a soluciones pacíficas y al respeto de la soberanía de cada parte en conflicto, señala el investigador yibutiano Hadi.
Suiza, por su parte, que por su neutralidad no participa en ninguna intervención militar directa, puede explorar nuevas vías para promocionar su imagen y reforzar su posición en la región gracias a proyectos como la diplomacia científica y el Centro Transnacional del Mar Rojo, comenta Hadi.
Sin embargo, las posibilidades que ofrece la ciencia para hacer valer intereses de la política exterior son limitadas, advierte Jasmina Saric del Instituto Tropical y de Salud Pública (Swiss THP, por sus siglas en inglés), quien se dedica, entre otras cosas, a investigar la diplomacia científica suiza en el continente africano. “No podemos esperar de un proyecto científico que solucione de golpe todas las tensiones y todos los desafíos en una región altamente compleja”, recalca.
No obstante, hay ejemplos positivos en otras regiones del continente, como en Kenia, donde Suiza colabora con mucho éxito con el gobierno local en los ámbitos de la seguridad nutricional, la gestión de los recursos naturales y la bioseguridad, señala Saric. “En los lugares donde se hayan conseguido poner en marcha cooperaciones o proyectos científicos de largo alcance, suelen abrirse espacios para nuevos objetivos comunes o una colaboración bilateral en otros campos, incluso cuando los canales diplomáticos se hayan agotado”.
Editado por Giannis Mavris; adaptado del alemán por Antonio Suárez Varela
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