Cinco acontecimientos que han marcado las relaciones entre Suiza y Estados Unidos
Después de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos y Suiza han experimentado notables altibajos en su relación. Sus disputas han puesto a prueba principios suizos fundamentales como la neutralidad.
“No hay ninguna cuestión de importancia mundial en el que nuestras naciones no vayan juntas o en la que no compartamos nuestros valores comunes para mejorar las cosas”. Así, con estas palabras, plasmó el embajador estadounidense, Scott Miller, la esencia de las relaciones entre Suiza y su país; y lo hizo en Zúrich, en 2023, en un discurso con motivo del Día de la Independencia.
La historia reciente está llena de ejemplos de colaboración entre ambos países en torno a un interés común estable y basado en un sistema de normas internacionales. Uno de los más destacados lo protagonizó Suiza, un país neutral que, en junio de 2021 y en medio de tensiones geopolíticas, desplegó la alfombra roja para las conversaciones entre el presidente estadounidense Joe Biden y el presidente ruso Vladímir Putin.
Otro punto álgido se produjo en 2022. Entonces, para inyectar en la economía afgana parte de las reservas del banco central afgano congeladas en Estados Unidos las autoridades suizas y estadounidenses, crearon el fondo para el pueblo afgano.
Pero ambos países también han tenido desacuerdos importantes. Estados Unidos, por ejemplo, ha criticado a Suiza por negarse a permitir la reexportación a Ucrania de armas fabricadas en Suiza, una postura que el Gobierno suizo mantiene por razones de neutralidad.
A continuación se recogen algunos acontecimientos que han puesto a prueba principios suizos, como la neutralidad; han mostrado las ventajas de trabajar de la mano y han revelado el desequilibrio de poder en la relación bilateral.
El oro nazi y los activos inactivos deterioran las relaciones
Suiza no participó oficialmente en la Segunda Guerra Mundial, pero sus lazos económicos con la Alemania nazi tensaron las relaciones con Estados Unidos.
Durante la guerra, Berna concedió al Tercer Reich un préstamo para comprar material bélico y, junto con bancos privados, compró oro a los nazis; parte del cual había sido saqueado en los Estados ocupados. El valor del oro nazi en manos suizas es de 1.700 millones de francos suizos (2.000 millones de dólares), según una estimación reciente.
En 1941, Estados Unidos congeló las reservas de oro suizas en Nueva York para obligar al país alpino a que dejara de comerciar con Alemania. Suiza, no obstante, se declaró política y económicamente neutral, siguió comerciando con Alemania y limitó las transacciones solo hacia el final de la guerra. En 1946, a cambio de sus activos congelados, Suiza aceptóEnlace externo pagar 250 millones de francos a un fondo aliado para reconstruir Europa.
El asunto, sin embargo, resurgió décadas después. En 1995, el Congreso Judío Mundial presentó en Nueva York una demanda colectiva alegando que, a las víctimas del Holocausto y a sus herederos, se les negaba el acceso a cuentas bancarias en Suiza que habían permanecido inactivas desde la guerra.
En los medios de comunicación aparecieron rápidamente noticias negativas sobre el país alpino, y el presidente estadounidense Bill Clinton solicitó una investigación sobre el oro que los nazis habían saqueado en los países ocupados. Para estudiar las acciones de Suiza durante la guerra, el Gobierno suizo creó un grupo de trabajo, mientras que el Parlamento estableció una comisión independiente, dirigida por el historiador Jean-François Bergier. Un informe del Departamento de Estado estadounidense de 1997 llegó a afirmar que Suiza había sido el “banquero de los nazis”.
El Diccionario Histórico de Suiza indicaEnlace externo que “el asunto de los activos latentes perturbó las relaciones entre Estados Unidos y Suiza durante varios años”.
En 1998, los bancos llegaron a un acuerdo con las víctimas del Holocausto y sus herederos por valor de 1.250 millones de dólares. Aunque ambos países dieron carpetazo a esta cuestión, su concepción de la disputa era diferente, según Sacha Zala, director del centro de investigación Dodis sobre la historia de la política exterior suiza. “Para Estados Unidos, se trataba de llegar a un acuerdo, pero para Suiza fue traumático para su propia imagen [como país neutral]”, afirma Zala.
Estados Unidos presiona a Suiza por su rivalidad en la Guerra Fría
Desde los inicios de la Guerra Fría, se presionó mucho a Suiza para que dejara su neutralidad de lado y aceptara la posición de Estados Unidos en la rivalidad occidental con el régimen soviético. Después del embargo que Estados Unidos impuso a las exportaciones del bloque del Este, en 1951 se produjo un episodio memorable. “El Gobierno estadounidense utilizó todos los medios a su alcance para asegurarse la participación de Suiza”, se lee en el Diccionario Histórico.
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Washington amenazó con sanciones económicas, por lo que a Berna no le quedó más remedio que aceptar el acuerdo informal Hotz-LinderEnlace externo para cortar el comercio de bienes estratégicos con los Estados comunistas.
En aquel momento, Suiza se saltó un tratado formal para poder preservar su neutralidad únicamente sobre el papel, dice Zala. Pero, al aceptar el control de las exportaciones, el país, sin embargo, se posicionó en la Guerra Fría y se puso del lado de Occidente. El acuerdo muestra el poder desproporcionado que en sus relaciones bilaterales ejercía Estados Unidos, apunta Zala.
Suiza ayuda a Estados Unidos a desactivar crisis como potencia protectora
Un punto álgido en la relación bilateral, según el centro de investigación Dodis, lo marcó un acuerdo de 1961 para que Suiza representara los intereses de Estados Unidos en la Cuba comunista. Este mandato de potencia protectora, que duró 54 años, permitió que la pequeña Suiza desempeñara un papel destacadoEnlace externo en la relajación de las tensiones de la Guerra Fría, incluida la crisis de los misiles cubanos de 1962.
El único mandato estadounidense que le queda a Suiza es con Irán; vigente desde que, en 1980, Estados Unidos rompió relaciones con la República Islámica. Suiza, una vez más, ha actuado como intermediario importante durante las grandes crisis. En los 444 días que duró la toma de rehenes en la embajada de Estados Unidos en Teherán (que comenzó en noviembre de 1979), la diplomacia suiza ayudó a evacuar a las personas liberadas y a garantizar el bienestar de quienes se quedaron. La diplomacia suiza también mantuvo abiertos los canales de comunicación y ayudó a negociar un acuerdo.
Más recientemente, Suiza ha facilitado el intercambio de prisionerosEnlace externo entre Estados Unidos e Irán y en momentos críticos ha permitido que ambos países mantuvieran las comunicaciones. Como cuando —en abril de 2024— Teherán lanzó un importante ataque con aviones no tripulados y misiles contra Israel.
El papel de buenos oficios de Suiza —un país pequeño— “puede abrir puertas en Washington, pero llega solo hasta cierto punto”, cuenta Zala, quien señala que la nación alpina no puede resolver todas sus diferencias con Estados Unidos ni siquiera con este acceso privilegiado.
Las negociaciones para el libre comercio fracasan, pero el comercio se dispara
Hace ya tiempo que en la lista de deseos de Suiza figura un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos. Para el antiguo director de la Cámara de Comercio Suiza-Americana Martin Naville un acuerdo es lo más parecido a una póliza de seguro de vida en caso de que los Estados Unidos y la Unión Europea firmen un tratado de libre comercio (TLC) propio.
En 2006, Estados Unidos y Suiza coquetearon seriamente con un posible acuerdo comercial. Pero las conversaciones exploratorias se rompieron cuando —tal y como explicaEnlace externo Naville, que participó en las conversaciones—quedó claro que ambos países no iban a transigir en materia de proteccionismo agrícola y organismos modificados genéticamente.
Suiza volvió a intentarlo. Pero bajo el mandato del presidente Donald Trump, favorable a los negocios, no consiguió renovar el interés en un acuerdo.
Y, dado que para la Administración de Biden los TLC son reliquias del siglo XX, Suiza y EE.UU. están negociando acuerdos sectoriales y técnicos para reducir las barreras comerciales. En 2023, cuando se firmó el primer acuerdo de este tipo —el acuerdo para el reconocimiento mutuo de las inspecciones en los centros de producción farmacéutica—, la principal burócrata económica suiza, Helene Budliger Artieda, revelóEnlace externo que el Gobierno suizo seguía queriendo un TLC con Estados Unidos.
Con acuerdo o sin acuerdo, el comercio bilateral está en auge. Estados Unidos es, en la actualidad, el segundo socio comercial más importante de Suiza después de Alemania. Y Estados Unidos también es el mayor inversor extranjero en Suiza.
Las demandas estadounidenses por evasión fiscal diluyen el secreto bancario suizo
Tras la crisis económica de 2008, las autoridades estadounidenses acusaron al mayor banco suizo, UBS, de ayudar a clientes estadounidenses a evadir impuestos en su país. Esto provocó una ruptura importante entre ambos países.
Para evitar un proceso penal en Estados Unidos, UBS tuvo que dar a conocer la identidad de alrededor de 250 clientes estadounidenses, pagar en Estados Unidos una multa de 780 millones de dólares y asumir toda la responsabilidad por ayudar a sus clientes a evadir impuestos.
El asunto diluyó significativamente el secreto bancario suizo y los bancos ahora solo respetan la confidencialidad dentro de Suiza. También llevó a Estados Unidos a perseguir a otros bancos suizos. Desde entonces, más de 100 bancos han pagado más de 7.500 millones de dólares en multas estadounidenses; dos bancos han quebrado.
El resultado —en palabras de Zala— demuestra la influencia que la mayor economía del mundo ejerce sobre Suiza, que, a su vez, es un país con buenos resultados económicos.
“En las relaciones internacionales, hay una dimensión de poder ligada al comercio y a los intereses comerciales. En el caso de los Estados Unidos este poder es absolutamente gigantesco. Si no cumples con ellos, no puedes hacer negocios con ellos”, reconoce Zala.
Texto editado por Virginie Mangin; y adaptado del inglés por Lupe Calvo / Carla Wolff
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