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El fútbol y la esperanza de un futuro mejor para las jóvenes camerunesas

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Jugadoras del club de fútbol femenino de primera división Éclair de Sa'a entrenan en una sala del Palais Omnisports de Yaundé, septiembre de 2024. SWI swissinfo.ch / Emilie Ridard

En Camerún, donde el fútbol masculino reina en una sociedad profundamente patriarcal, la creciente mediatización del fútbol femenino está inspirando cada vez a más chicas a desafiar prejuicios y soñar con una carrera profesional. Impulsadas por una voluntad indómita, estas abnegadas deportistas enfrentan desafíos cotidianos mientras se abren camino y transforman mentalidades. Reportaje.

Este informe fue elaborado como parte de En Quête d’AilleursEnlace externo, un programa de intercambio entre periodistas de Suiza y países de África, Europa del Este, Asia y América Latina. El tema de 2024 se centró en los desafíos del deporteEnlace externo.

Se eligió el tema del fútbol femenino en Camerún porque era objeto de un proyecto de investigación llamado Kick it like a girlEnlace externo, financiado por el programa R4D (Programa Suizo de Investigación sobre Cuestiones Globales para el Desarrollo), cofinanciado por la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (COSUDE)Enlace externo y la Fundación Nacional Suiza para la Ciencia (SNSF)Enlace externo entre 2018 y 2023.

Esta investigación se realizó gracias a una colaboración entre la Haute École de Travail Social et de la Santé de Lausana (HES-SO)Enlace externo, la Universidad Católica de África Central de Yaundé (UCAC)Enlace externo y el Instituto Universitario de Altos Estudios Internacionales y del Desarrollo de Ginebra (IHEID).Enlace externo

El último martes de septiembre, un diluvio torrencial cubrió el estadio polideportivo de Yaundé. El ruido ensordecedor del agua cayendo incesante sobre el techo de chapa ahogó cualquier otro sonido, incluso el de las pelotas de cuero rebotando contra el suelo y los chirridos frenéticos de los botines.

Desde las gradas de hormigón decoradas con los colores de la bandera camerunesa, Christian Onana observa cuidadosamente cada movimiento de “sus chicas” en el campo. Desde hace cinco años preside el club de fútbol femenino Éclair de Sa’aEnlace externo, liderando con orgullo un proyecto que desafía el sesgo del statu quo que impera en la sociedad respecto al rol de la mujer en el balompié. “El fútbol femenino es un deporte en ciernes, porque hoy el mundo está interesado en él. Pero aquí, todavía piensan que el único rol de una niña es ir a la escuela y ocuparse de las tareas domésticas”, comenta.

Las condiciones de entrenamiento son duras y el confort en los vestuarios es inexistente. El agua de lluvia se filtra por las grietas mientras un gran charco de agua gana terreno frente a la portería, achicando el campo de juego.

Ocho jugadoras ya se encuentran entrenando y el reloj marca las dos de la tarde. Todavía falta una hora para que comience oficialmente la práctica.

Varias chicas del Éclair de Sa’a ya han sido elegidas para formar parte de la selección nacional sub-17, sub-20 y senior. El club capitalino juega en la primera división (la élite del fútbol femenino camerunés) junto con otras once competidoras.

Para alcanzar este nivel de juego, estas atletas – de todos los clubes- han tenido que hacer importantes sacrificios y romper muchos tabúes.

El obstáculo de los padres

En la familia Priso, las gemelas Pauline Marcelle y Rose Michelle, de 24 años, han alcanzado el sueño de convertirse en futbolistas profesionales. Viven en una casa en el distrito de Nkolbisson, cuyo nombre significa «la colina de las hormigas» (en lengua ewondo), al oeste de Yaundé. Viven con sus padres, un hermano, una hermana y dos pequeñas sobrinas.

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La familia Priso completa, en su casa. Las gemelas Pauline Marcelle y Rose Michelle ocupan la segunda y cuarta posición desde la izquierda. Los padres están sentados en los sillones del centro de la imagen. SWI swissinfo.ch / Emilie Ridard

Sentado en un gran sillón de estilo rústico gris azulado, su padre, Manfred II M. Priso, dice: “El objetivo de los padres es criar a los hijos que nacen, enviarlos a la escuela y darles una formación. Después de eso, tienen que empezar a trabajar”.

Sin embargo, una inmensa mayoría de las familias involucradas sigue sin considerar el fútbol como una carrera prometedora para sus hijas. Esto resulta en que muchas jóvenes se ven “obligadas” a desafiar los deseos de sus padres, como lo hicieron durante los primeros años Pauline Marcelle Priso Ndong y Rose Michelle Priso Guidjam, enfrentándose, incluso, a castigos corporales como consecuencia de su determinación.

Al igual que Manfredo II M. Priso, también es muy común que los padres condicionen su permiso para jugar al fútbol luego de que aprueben el bachillerato.

Su mujer, Jacqueline Berthe Abock, fue más comprensiva: “Los entrenadores vinieron a vernos para convencernos porque mi marido no quería. Por mi parte, acepté la elección de mis hijas, porque si los entrenadores piensan que tienen talento, pienso que tenemos que aceptarlo”.

Gracias a la perseverancia y al apoyo de su madre, las hermanas Priso lograron sus objetivos y pudieron dedicarse de lleno a sus carreras deportivas cuando llegaron a la clase Terminale (último año de secundaria).

Una elección difícil

En el estadio deportivo de Yaundé, la lluvia empieza a amainar. El entrenador recoge los conos que había dispuesto en el piso para iniciar los ejercicios técnicos. Mientras tanto, las muchachas del Éclair de Sa’a continúan la práctica con un partido. Desde un costado del campo, Ricky Siani, el director deportivo, habla de las dificultades que tienen los clubes para reclutar jugadoras: «Ya me han rechazado los padres con baldes de agua».

Cuando el desacuerdo es total, no es extraño que las familias decidan cortar los lazos con una chica que quiere perseguir su sueño a toda costa. La dirección del club se ve entonces obligada a intervenir y apoyar en todo lo posible a la adolescente.

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El presidente del club de fútbol femenino Éclair de Sa’a, Christian Onana, era también jugador profesional. SWI swissinfo.ch / Emilie Ridard

Consciente de que estas condiciones pueden afectar a la moral de las chicas y a su juego, Christian Onana intenta sistemáticamente volver a acomodar las piezas. Por ejemplo, invita a los padres a asistir a los partidos. “Ver jugar a su hija lo hace todo real y les demuestra que todo esto va en serio”, dice, y destaca: “El calor familiar es muy importante, sobre todo cuando son jóvenes”.

Un deporte de hombres

La religión es un tema central en Camerún. Casi el 70% de la población es cristiana, de los cuales más de la mitad es católica. Este dato ayuda a explicar el papel tradicional que hasta el día de hoy se les asigna a muchas mujeres.

Sentada detrás de un imponente escritorio de madera oscura, con el pelo trenzado y elegantemente vestida, la secretaria general de la Liga de fútbol femenina de Camerún, Sidonie G. Tagne, explica: «La mujer, en África, es la que se casa, tiene hijos y está supeditada a un hombre.»

Ella misma fue una destacada y reconocida jugadora en la década de 1980, una época en la que los equipos femeninos carecían de organización profesional. “Cuando veo las fotos de entonces, me pregunto cómo logré reconectar con mi feminidad y volver a ser mujer. No llevábamos peinados y adoptábamos actitudes masculinas”, reflexiona.

Las niñas que se embarcan en una carrera como futbolistas a menudo son estigmatizadas y denigradas. Con sus atuendos deportivos y su cabello generalmente corto, contrastan con la imagen predominante que los cameruneses asocian con la feminidad.

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Alexandra Mbitounou Nke, conocida como Fortune, empezó a jugar al fútbol en su barrio, con los chicos, cuando era niña. SWI swissinfo.ch / Emilie Ridard

«Mis padres me prohibieron mucho [jugar al fútbol], pero siempre les desobedecí», cuenta Alexandra Mbitounou Nke, conocida como Fortune. Vestida con una sudadera de Los Simpson, las manos en los bolsillos de la campera y chinelas en los pies, la jugadora de fútbol femenino del Éclair de Sa’a, de 19 años, agregó: «Mi papá me repetía ‘tienes que estudiar, el fútbol no es para mujeres'».

Fortune también se muestra “cuidadosa” cuando se le pregunta si juega al fútbol, y sólo lo confirma cuando su interlocutor insiste. «Creo que hay insultos porque la gente tiene prejuicios. Piensan que las chicas se quedan entre ellas».

Del “lado bueno o lado malo”

A medias, Fortune evoca el tema más tabú de todos: la homosexualidad, a la que se refiere aquí con comentarios y aclaraciones cargadas de insinuaciones como «la mala semilla» o «el lado malo»; uno «es» o uno «no es».

El Código Penal de Camerún criminaliza las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo, imponiendo penas de hasta cinco años de prisión. La religión y una sociedad todavía muy tradicional también desempeñan un papel importante en la visión negativa que tienen los cameruneses de la homosexualidad.

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Sidonie G. Tagne, secretaria general de la Liga de Fútbol Femenino de Camerún, en su despacho de la Federación de Fútbol de Camerún, Fecafoot. SWI swissinfo.ch / Emilie Ridard

Muchos padres son reacios a permitir que sus hijas se unan a un club profesional, pues creen que convertirse en futbolistas podría llevarlas a “caer en esa historia”, explica Christian Onana.

En los últimos años, la Liga de Fútbol Femenino ha puesto en marcha una estrategia de comunicación destinada a acabar con esta imagen popular. En sus campañas de promoción, destaca a las jugadoras que responden a las normas camerunesas de feminidad, y que a menudo están casadas y son madres.

Falta de independencia económica

“Utilizo a estas chicas como modelos para que la gente se interese por el fútbol femenino”, afirma Sidonie G. Tagne. También anima a los clubes a avanzar en esta dirección, pidiendo a las jugadoras que vistan prendas que cumplen con los estándares de feminidad de Camerún durante sus partidos oficiales.

Pocos clubes pueden permitirse vestir así a sus equipos. Aunque en los últimos años se han realizado progresos importantes, las escasas subvenciones, primas y salarios frenan el desarrollo del fútbol femenino en Camerún, que cuenta con una larga tradición.

En el club de fútbol femenino Éclair de Sa’a, las jugadoras cobran unos 2.000 francos CFA por sesión de entrenamiento (algo menos de 3 francos suizos), si las finanzas lo permiten. Luego, están las primas por partido, que pueden alcanzar los 20.000 francos CFA (unos 28 francos suizos) si ganan. Y normalmente, el único patrocinador de la primera división femenina, Guinness Camerún, les paga un salario mensual de unos 65.500 francos CFA (94 francos suizos).

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Ricky Siani, director deportivo del club de fútbol femenino Éclair de Sa’a, observa el entrenamiento de las jugadoras desde la grada. SWI swissinfo.ch / Emilie Ridard

Según el instituto nacional de estadísticaEnlace externo para los cameruneses, el ingreso medio de los “trabajadores informales”, es decir de las personas que trabajan por cuenta propia, fue de 83.409 francos CFA mensuales en 2023.

La Liga de Fútbol Femenino proporciona subsidios a los clubes, pero estos son volátiles. “Financieramente no tenemos el apoyo que necesitamos. El dinero del club procede de sus propios fondos”, afirma Ricky Siani, señalando con la barbilla al presidente del club, Christian Onana. A pesar de todo, estos magros ingresos permiten a las chicas ganar un poco de independencia. Además, cuando son seleccionadas para el equipo nacional, sus ingresos aumentan considerablemente. Según Siani, “esto les da una motivación extra y les anima a considerar su carrera futbolística como un verdadero trabajo”. Entonces, ya no dependen de un posible marido.

Visibilidad beneficiosa

Gracias a la creciente cobertura mediática del fútbol femenino, las actitudes están cambiando lentamente en diversos niveles de la sociedad. Los padres también se dan cuenta cada vez más de que es posible compaginar una carrera deportiva con una titulación.

“Hace sólo diez años, no era fácil”, recuerda la secretaria general de la Liga de Fútbol Femenino, Sidonie G. Tagne. Ahora, las actuaciones de estas jóvenes son de ensueño. Se han convertido en modelos a seguir en Camerún”.

Con menos entusiasmo, Christian Onana admite que el creciente interés por el fútbol femenino “provoca que la gente se dé cuenta de que las mujeres tienen su lugar en la sociedad actual”

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Christelle Akono Beyala está orgullosa de sus logros, pero aún espera progresar más. SWI swissinfo.ch / Emilie Ridard

El reclutamiento de futuras deportistas se ha vuelto más accesible. Christelle Akono Beyala, de 25 años y exjugadora del club de fútbol femenino Éclair de Sa’a, también percibe avances: “Antes, los padres decían que el fútbol era cosa de hombres. Hoy, son ellos mismos quienes traen a sus hijas para que se unan al club”.

Feministas discretas

A pesar de todos los obstáculos que se interponen en su camino, las chicas de Camerún que sueñan con jugar al fútbol han demostrado una determinación inquebrantable.

Al abrazar sus opciones, están transformando la imagen de la mujer camerunesa en la sociedad, sin retórica ni reivindicaciones políticas, allanando el camino a las generaciones futuras.

Son las 5 de la tarde en el estadio deportivo de Yaundé. El equipo de fútbol femenino Éclair de Sa’a está terminando su sesión de entrenamiento. El sol ha vuelto a salir.

Texto revisado por Pauline Turuban; adaptado del francés por Norma Domínguez

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