Guerra en Sudán: las mujeres pretenden influir en el proceso de paz de Ginebra
En Suiza se están llevando a cabo negociaciones para un alto el fuego en Sudán, país devastado por la guerra. Quince mujeres sudanesas también han viajado a Suiza con la intención de formar parte del proceso de paz.
En el tercer país más grande de África se libra una guerra desde hace 16 meses, que ha desencadenado la peor catástrofe humanitaria del mundo hasta la fecha.
Las conversaciones sobre Sudán comenzaron en Ginebra el 14 de agosto. El objetivo de las negociaciones es hacer llegar más ayuda vital al país y, en el mejor de los casos, incluso negociar un alto el fuego.
Estados Unidos ha invitado a representantes de las dos partes en conflicto -el ejército nacional (SAF) y las milicias de las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF)- a un lugar secreto en Ginebra. Hasta ahora, sin embargo, solo se ha presentado la RSF.
No es el primer intento de frenar el conflicto armado. El año pasado, Estados Unidos ya había organizado esfuerzos de mediación en Yeda (Arabia Saudí). No obstante, terminaron sin resultados.
“Esta vez hay que hacerlo bien”, afirma Rabab Baldo, activista sudanesa por la paz y la igualdad de género en una reunión en Ginebra. Y añade: “Las mujeres deben formar parte de este proceso, como prescribe la ONU”.
La Resolución 1325 del Consejo de Seguridad de la ONU exige que se incluya a las mujeres en pie de igualdad en las negociaciones de paz, la resolución de conflictos y la reconstrucción.
Las mujeres de Sudán viven una vida especialmente peligrosa
Baldo viajó a Suiza junto con otras 15 activistas sudaneses de distintas generaciones. Muchas de ellas trabajan sin descanso desde el estallido de la guerra para atender a enfermos y niños y encontrar medicinas y alimentos.
“Hemos vivido de todo: violaciones, masacres, hambruna”, explica Baldo. “Conocemos el valor de un alto el fuego para nuestro país. Por eso tenemos que estar presentes en estas negociaciones”.
De hecho, según el Estudio Global sobre la aplicación de la Resolución 1325 de la ONU, la participación de las mujeres en los procesos de paz aumenta en un 35% la probabilidad de que el acuerdo sobreviva a los primeros 15 años.
Deborah Schibler, directora de la ONG suiza PeaceWomen Across the Globe, afirma que “la presencia de mujeres y otros actores de la sociedad civil deja más claro que una guerra no solo tiene lugar entre las partes beligerantes. Cómo viven la violencia las mujeres debe formar siempre parte del diálogo”.
Para ello, Baldo y su equipo han pasado las últimas semanas redactando un acuerdo de paz que tiene en cuenta esta perspectiva.
Enumera las medidas que consideran necesarias para poner fin a la guerra e incluye obligaciones para ambas partes en conflicto.
También aborda la violencia sexual generalizada contra las mujeres y la ocupación de hospitales por tropas armadas.
La Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA) habla de casi siete millones de mujeres y niñas víctimas de violencia de género en Sudán.
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¿Cómo podemos influir en las partes enfrentadas?
El objetivo es que estas medidas se incorporen a un acuerdo. Baldo y su equipo pretenden movilizar todas sus fuerzas en Ginebra en los próximos días para conseguirlo.
“Mantendremos conversaciones por separado con las dos partes beligerantes e intentaremos identificar objetivos comunes y líneas rojas”.
No es tarea fácil ya que “las negociaciones de alto el fuego son cosa de hombres y tienen lugar a puerta cerrada”, señala Baldo, que trabaja, entre otras cosas, como consultora internacional para el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
Por eso es necesario trabajar constantemente en conjunto y ejercer presión. “Si las partes se dan cuenta de que las mujeres son esenciales para el proceso de paz y la seguridad del país, tendremos una buena oportunidad”.
Rabab Baldo habla por experiencia: a principios de los noventa, formó parte del proceso de paz sudanés sobre el conflicto en el este del país y desempeñó un papel clave para garantizar que la voz de las mujeres se incorporara al Acuerdo General de Paz.
Sudán lleva décadas asolado por conflictos armados y guerras civiles. En 2011, Sudán del Sur se separó tras un referéndum.
Las negociaciones sobre Sudán ya han tenido lugar en Suiza: en 2002 se firmó en Bürgenstock (cerca de Lucerna) un alto el fuego para las montañas Nuba.
Al igual que entonces, las conversaciones actuales tienen lugar por iniciativa del gobierno estadounidense. Suiza coorganiza las conversaciones con Arabia Saudí.
La ONU, la Unión Africana, Egipto y los Emiratos Árabes Unidos participan también como observadores. Se espera que duren hasta el 24 de agosto.
Dos meses después de la conferencia sobre Ucrania también en Bürgenstock, Suiza vuelve a acoger importantes negociaciones internacionales.
El movimiento feminista en Sudán tiene una larga tradición. La primera parlamentaria de África fue una sudanesa en 1965, y también hay muchas mujeres en puestos de liderazgo. La revolución que llevó al derrocamiento del dictador Omar al-Bashir en 2019 fue liderada por una mayoría de mujeres.
El equipo de Ginebra aún no puede comenzar el trabajo previsto. Hasta ahora, solo han viajado representantes de RSF. Para no dar la impresión de que están a favor de un bando, las activistas quieren esperar a que también se presente el ejército nacional. Hay esperanzas de que ocurra en los próximos días.
Hasta entonces, las sudanesas están en estrecho contacto con los enviados estadounidenses y les ofrecen apoyo técnico. Suiza mantiene una presencia baja como país anfitrión.
“Esperamos entablar un diálogo con la “Suiza oficial” y que apoye la participación de las mujeres en las negociaciones”, afirma Baldo. Al fin y al cabo, los visados para el grupo se expidieron rápidamente y sin burocracia.
¿Gestos positivos para las conversaciones?
Roman Deckert, que vive en Ginebra y trabaja en y con Sudán desde hace más de treinta años, lo considera una señal positiva. “Demuestra que Suiza quiere permitirles participar”. También es ciertamente útil para las negociaciones que Suiza actúe como anfitrión.
“Al menos es un país relativamente neutral en medio de esta guerra, en la que también luchan representantes”, afirma. En esta ocasión, la fuerza motriz es Estados Unidos, pero no descarta la posibilidad de que Suiza se implique diplomáticamente de forma más activa en el futuro.
Deckert mantiene la esperanza de un acuerdo de alto el fuego. Baldo también considera prioritaria la creación de corredores humanitarios a través de las líneas del frente, para que los suministros vitales de ayuda puedan llegar al país: “25 millones de personas en Sudán padecen hambre a causa de la guerra, es decir, casi la mitad de la población. Más de diez millones de personas han sido desplazadas”.
Baldo ve las posibles conversaciones de Ginebra como el principio de un proceso complejo que podría durar años. No obstante, subraya: “Hemos venido a Ginebra para cambiar las cosas. Y no nos iremos a casa sin haber puesto nuestras preocupaciones sobre la mesa”.
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Denuncian en Suiza la guerra olvidada de Sudán
Texto adaptado del alemán por Carla Wolff
Texto editado por Giannis Mavris
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