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¿Hacen lo suficiente los países occidentales para combatir el tráfico de residuos?

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En 2021, los principales destinos de residuos ilícitos procedentes de Suiza fueron Europa Occidental, Europa Oriental y África. Alrededor de un tercio de los envíos ilícitos se devuelven a Suiza, según la Oficina Federal de Medio Ambiente (Ministerio de Medio Ambiente suizo). Keystone-SDA

Puede generar miles de millones de dólares en beneficios ilícitos y suponer una amenaza para la salud humana. Sin embargo, el comercio transfronterizo ilegal de residuos es un delito que incluso a países con normativas estrictas en la materia, como Suiza, les resulta difícil combatir con eficacia.

Sustituir un coche viejo por un modelo más nuevo es un acto cotidiano y sin complicaciones en Suiza. La persona que se deshace de un vehículo que ya no es apto para la circulación, probablemente asume que su vida terminará, de manera eficiente, en un desguace suizo.

Al fin y al cabo, Suiza cuenta con estrictas normas de gestión de residuos. Los vehículos al final de su vida útil se consideran «residuos controladosEnlace externo», que solo pueden ser gestionados por empresas de desechos autorizadas. Con un permiso, estos residuos pueden exportarse para su eliminación a uno de los 27 Estados miembros de la Unión Europea (UE) o dentro de la OCDE, un grupo de 38 países (en su mayoría ricos).

Sin embargo, la Oficina Federal de Medio Ambiente (FOEN) recibe cada año entre 150 y 300 denuncias de exportaciones ilegales de residuos detectadas por funcionarios de aduanas. La mayoría son vehículos usados, seguidos de neumáticos usados y aparatos electrónicos usados, con destino a otros países europeos y África.

Este artículo responde a un comentario de un lector de SWI swissinfo.ch, que preguntaba si era cierto que grandes cantidades de basura procedente de Suiza, como coches usados, acababan en África. Si tiene alguna pregunta sobre el comercio o la diplomacia de Suiza que le gustaría que respondiéramos, póngase en contacto con nosotros dejando un comentario en nuestro debate sobre el tema.

Y es probable que eso sea solo la punta del iceberg. En 2023, Suiza exportó oficialmente más de 460.000 toneladas de residuos e importó 77.000 toneladas – parte de un comercio mundial regulado a través del cual unos 180 millones de toneladas de basura cruzan las fronterasEnlace externo cada año. Sin embargo, algunos residuos se comercializan ilegalmente: la UE calcula que un tercio de los residuos que produce son objeto de tráfico. La FOEN no dispone de una estimación equivalente para Suiza.

«El comercio ilegal de residuos es un sector sobre el que no se informa lo suficiente», afirma Amanda Cabrejo le Roux, subdirectora del programa Corrupción Verde del Instituto de Basilea sobre Gobernanza. La detección es difícil, debido sobre todo al enorme volumen de contenedores que se mueven por todo el mundo. Solo se inspeccionaEnlace externo entre el 2% y el 10% de los más de 90 millones de contenedores que llegan cada año a los puertos de la UE. Según Cabrejo le Roux, es probable que los niveles de inspección sean aún más bajos en otras partes del mundo.

Eso no solo dificulta la recopilación de datos, explicó, sino que también significa que es relativamente fácil saltarse las normas. De ahí que el tráfico de residuos se considere un delito de bajo riesgoEnlace externo valorado en miles de millones de dólares.

Delincuencia organizada

Como en otros tipos de tráfico, el dinero es la principal motivación para trasladar residuos al extranjero de forma ilícita, afirma Serena Favarin, criminóloga de la Università Cattolica del Sacro Cuore de Milán e investigadora de Transcrime. Después de que los países empezaran a endurecer la normativa sobre gestión de residuos en la década de 1990 debido a la preocupación por el medio ambiente y la salud pública, las empresas sin escrúpulos buscaron formas de evitar los costes de un tratamiento o eliminación adecuados de los residuos.

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Una acumulación de residuos a las afueras de Estambul. La mayor parte de los desechos producidos en la UE se comercializa entre los Estados miembros. Fuera del bloque, Turquía es el principal destino de las exportaciones de residuos de la UE, seguida de India y Egipto. Keystone-SDA

«Siguen enterrando los residuos ilegalmente», afirma Favarin. «O los envían a terceros países donde la normativa es menos estricta, porque es más barato».

También intervienen bandas de delincuencia organizada que recogen grandes cantidades de residuos en un país para enviarlos a otro, explicó. O, utilizando una táctica mafiosa habitual, se infiltran en empresas legítimas para conseguir contratos públicos de gestión de residuos, para luego saltarse la normativa.

Para pasar la aduana, los delincuentes suelen falsificar documentos y etiquetar mal intencionadamente sus exportaciones. «El documento puede indicar que se trata de papel para reciclar, cuando en realidad son baterías de plomo-ácido o algo igualmente tóxico», explica Cabrejo le Roux.

En algunos casos, este comercio puede ofrecer oportunidades económicas tanto a las empresas delictivas como al sector informal de los países de destino. Los coches usados, por ejemplo, pueden revenderse, explica Favarin, o sus piezas pueden desmontarse para fabricar otros productos. Hasta dos tercios de un cocheEnlace externo consiste en piezas de metal que puede recuperarse como materia prima, según la FOEN.

Exposición a riesgos sanitarios

Sin embargo, muchas personas activistas calificanEnlace externo este comercio de «colonialismo de residuos», argumentando que los países desarrollados explotan a las economías que carecen de instalaciones adecuadas de gestión de residuos enviándoles su basura no deseada.

«La intención de exportar residuos a África es más bien la de un vertedero», afirma Semia Gharbi, presidenta de la Asociación de Educación Medioambiental para las Generaciones Futuras, una ONG tunecina. «Sabemos, por ejemplo, que solo el 9% de los plásticos se reciclan en las mejores condiciones, lo que significa que el resto no se reutiliza».

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Quema de un motor usado para extraer cobre, un valioso mineral utilizado para fabricar teléfonos móviles, en el vertedero de Dandora, en Nairobi (Kenia). Las personas que trabajan en ello suelen carecer de equipos de protección y herramientas adecuadas, lo que les expone a lesiones y quemaduras, así como a humos y productos químicos tóxicos. Keystone-SDA

Los residuos no tratados plantean múltiples peligros para la salud pública y el medio ambiente. Por ejemplo, cuando se eliminan de forma incorrecta, los vehículos al final de su vida útil pueden filtrar líquidos peligrosos y otros contaminantes. Por ello, el Convenio de BasileaEnlace externo sobre el control de los movimientos transfronterizos de los desechos peligrosos, ratificado por Suiza, pretende limitar el comercio de este tipo de residuos. En África, el Convenio de BamakoEnlace externo prohíbe la importación de residuos peligrosos al continente.

No obstante, los coches viejos también suponen riesgos para la seguridad y dañan el medio ambiente cuando siguen circulando por las carreteras. El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) informaEnlace externo de que millones de vehículos usados de «mala calidad» llegan a países de renta baja, sobre todo en África, principalmente a través de un comercio no regulado procedente de Occidente. Estos vehículos contribuyen «significativamente a la contaminación atmosférica y [obstaculizan] los esfuerzos por mitigar los efectos del cambio climático», afirma el PNUMA.

Según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDDEnlace externo), cuando las autoridades detectan traslados ilegales de residuos, la repatriación suele ser imposible, ya que los traficantes tienden a ocultar el origen de su basura. En última instancia, señala, «la mayoría de los residuos acaban en vertederos ilegales, en el océano o quemados al aire libre».

En Filipinas, que ha recibido grandes cargamentos ilegales de basuraEnlace externo que han desatado la indignación nacional, existen menos de 300 vertederos oficiales para una población de 117,3 millones de habitantes.

«Eso apenas basta para cubrir la producción de *residuos domésticos, por lo que hay muchos vertederos ilegales en funcionamiento», explica Gregorio Rafael Bueta, asesor jurídico de la ONG EcoWaste Coalition y profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad Ateneo de Manila. Los residuos «se filtran a nuestros ríos y al agua [potable] de las comunidades rurales y urbanas».

*Losresiduos domésticosEnlace externo son aquellos que se generan en los hogares, entre otros, aceites de cocina usados, aparatos eléctricos y electrónicos, textil, pilas, muebles, enseres y colchones. Es decir, aquellos generados en el hogar como consecuencia de actividades domésticas. [N. del T.]

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En 2013-2014 llegaron a Manila (Filipinas) más de 100 contenedores con 2.500 toneladas de residuos ilícitos procedentes de Vancouver (Canadá). Los residuos estaban etiquetados como plástico reciclable, pero en realidad eran basura doméstica. Tras «seis años de polémica y protestas», afirma la EcoWaste Coalition, Canadá aceptó finalmente retirar la mayoría de los contenedores. Keystone-SDA

Las personas que trabajan en el amplio sector informal del país, entre ellas mujeres y niños, «son las que rebuscan en la basura [para convertirla en medio de vida] y están expuestas a los peligros para la salud, aparte del impacto en su dignidad como personas», afirma Bueta. De hecho, están en contacto con productos químicos tóxicos y son vulnerablesEnlace externo a lesiones y enfermedades respiratorias.

Una concienciación en aumento

La concienciación sobre el comercio ilícito de residuos crece lentamente. La Organización Mundial de Aduanas reconoce la necesidadEnlace externo de disponer de más datos para comprender y atajar mejor el problema. Tanto la ONUDD como el PNUMA están cartografiando las tendencias mundiales del tráfico de residuos y formando a funcionarios de aduanas en su detección.

En 2024, la UE introdujoEnlace externo un nuevo reglamento sobre traslados de residuos y una directiva sobre delitos medioambientales que, entre otras cosas, prohíben la exportación de plásticos fuera de la UE y endurecen las penas contra quienes delinquen.

Estas medidas son importantes, subraya Favarin, pero también ponen de manifiesto un «desajuste» entre los países que tienen normativas, aplicación y sanciones estrictas y los que no, lo que dificulta la lucha contra el comercio ilícito. A menudo, señala la ONUDD en un informe sobre el tráfico de residuos de Europa al Sudeste Asiático, «las penas son desproporcionadamente bajas en comparación con los posibles daños medioambientales y sanitarios infligidos a los países de destino».

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En Suiza, la leyEnlace externo permite penas de prisión de hasta tres años por importación o exportación ilegal de residuos. Sin embargo, de los 25 cargos presentados contra traslados ilegales de residuos en 2023, quince acabaron en condenas, todas ellas multas, que oscilaban entre 200 y 8.000 francos suizos (222 dólares).

No obstante, para atajar realmente el problema, «no se trata solo de deshacerse de unas pocas manzanas podridas», destaca Cabrejo le Roux. En su lugar, sugiere reforzar las políticas para garantizar que no haya «influencias indebidas» que puedan dar lugar a corrupción en la adjudicación de contratos para la gestión de residuos domésticos, y reforzar la capacidad de inspección en vertederos, puertos y fronteras.

Las naciones ricas también tienen que reconsiderar sus prácticas actuales, añade, y se pregunta: «¿Deben los países occidentales enviar sus residuos lejos o deben intentar abordarlos de una forma más sostenible?». La ONU prevéEnlace externo que los residuos sólidos urbanos mundiales (residuos domésticos) pasen de 2.100 millones de toneladas en 2023 a 3.800 millones en 2050.

En Filipinas, las personas activistas piden que se prohíban todas las importaciones de residuos, al igual que hizo ChinaEnlace externo, en su día el mayor importador mundial de residuos plásticos, en 2019. También pretenden que el Gobierno firme la Enmienda de ProhibiciónEnlace externo al Convenio de Basilea, que prohíbe a los Estados de la OCDE y la UE exportar residuos peligrosos.

«Sería una señal», asegura Bueta, «de que no somos el vertedero del mundo desarrollado».

Editado por Lindsey Johnstone. Adatpado del inglés por Carla Wolff.

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