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La neutralidad se impone a Navalni en las comedidas críticas suizas a Rusia

Una persona sosteniendo una foto de Navalni y una flor
En Suiza se celebraron actos conmemorativos improvisadamente. KEYSTONE/© KEYSTONE / MARTIAL TREZZINI

El Gobierno suizo respondió con moderación a la muerte del opositor al Kremlin Alexéi Navalni en una prisión rusa. Eso provocó críticas en el país alpino. Sin embargo, esa reacción deja la puerta abierta a una posible pacificación.  

Cuando el mundo se despertó con la noticia de la muerte de Navalni en una prisión rusa, los líderes mundiales expresaron su enérgica condena a Rusia y responsabilizaron directamente al presidente ruso, Vladimir Putin.

«Lo que le ha ocurrido a Navalni es una prueba más de la brutalidad de Putin», declaró a la prensa el 16 de febrero el presidente estadounidense, Joe Biden.

«En la Rusia actual, los espíritus libres son enviados al Gulag y condenados a muerte. Cólera e indignación», publicó en X el presidente francés, Emmanuel Macron. 

«Putin debe rendir cuentas por lo ocurrido, nadie debe dudar de la naturaleza espantosa de su régimen», publicó en X el ministro de Asuntos Exteriores del Reino Unido, David Cameron. 

El Gobierno suizo también expresó su consternación en X, pero no llegó a mencionar a Putin, y mucho menos a responsabilizarle.

«Suiza está consternada por la muerte de Alexéi Navalni, defensor ejemplar de la democracia y los derechos fundamentales. Está a la espera de que se investigue la causa de su muerte. Nuestras condolencias y pensamientos están con su familia», publicó el Ministerio de Asuntos Exteriores suizo en francés.

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También cabe señalar que la respuesta oficial no vino ni de la presidenta suiza, Viola Amherd, ni del ministro de Asuntos Exteriores, Ignazio Cassis, sino de un rango administrativo inferior. Hace apenas un par de años, la exsecretaria de Estado suiza Livia Leu recibió en Berna al primer viceministro de Asuntos Exteriores ruso, Vladimir Titov, en un Diálogo de alto nivel en el que se planteó específicamente la cuestión de la detención de Navalni. Desde entonces, las cosas han ido de mal en peor.

¿Demasiada moderación? 

La comedida reacción oficial suiza no ha sentado bien a los defensores de los derechos humanos ni a algunos políticos de izquierdas. 

«En comparación con otros países, la reacción del Ministerio de Asuntos Exteriores es notablemente mansa y, a nuestros ojos, vergonzosa», señaló Beat Gerber, portavoz de la sección suiza de Amnistía Internacional, en los periódicos CH Media. 

El parlamentario Nicolas Walder, del Partido Verde, también consideró inadecuada la reacción oficial.

«Desgraciadamente, la comunicación del Ministerio de Asuntos Exteriores no suele ser especialmente valiente», subrayó a la prensa. «Pero al menos deberían exponer claramente las circunstancias de la muerte de Navalni y pronunciarse enérgicamente a favor del respeto de los derechos humanos».

Su compañera parlamentaria Corina Gredig, de los Verdes Liberales, expresó en los diarios su asombro por el hecho de que el Ministerio de Asuntos Exteriores no se refiriera al menos a las críticas por el juicio y las condiciones de detención de Navalni en el momento de su muerte.

Al ser contactado, el Ministerio de Asuntos Exteriores expresó a SWI swissinfo.ch por correo electrónico que Suiza ha denunciado la detención arbitraria y el maltrato de Alexéi Navalni en varias ocasiones en el pasado.

«Suiza exige que se investiguen a fondo las circunstancias que rodearon la muerte de Alexéi Navalni. Espera que se abra una investigación sobre las causas de su muerte», escribió el portavoz Pierre-Alain Eltschinger.

Matiz neutral

«Suiza nunca ha estado en la vanguardia de la crítica a Rusia, por lo que no está fuera de lugar que el Gobierno suizo se contenga un poco. Además, ya hay muchas críticas ahí fuera», comentó a SWI Jussi Hanhimäki, profesor de Historia y Política Internacional y del Instituto Universitario de Ginebra. 

Según Hanhimäki, ser crítico no cambiaría mucho las cosas, ya que nadie fuera de Suiza se daría cuenta. «Sería una voz perdida en el desierto».

Luego está la cuestión de la falta de información sobre las circunstancias exactas que rodearon la muerte de Navalni en prisión. Podría ser una de las razones por las que Suiza insistió en la necesidad de una investigación en lugar de señalar a nadie.

«Los suizos no quieren juzgar sin conocer todos los hechos. No obstante, es una especie de evasiva, ya que nunca conoceremos realmente los hechos que se esconden tras la muerte de Navalni», afirma Hanhimäki. 

La falta de detalles objetivos no impidió que otros países neutrales adoptaran una postura firme contra Putin. El ministro sueco de Asuntos Exteriores, Tobias Billström, convocó al embajador ruso el 19 de febrero y pidió a la Unión Europea que estudiara nuevas sanciones contra Rusia.

«Vladimir Putin y su régimen asesino son responsables de esto», señaló el presidente austriaco Alexander Van der Bellen en un post en X. Su dura elección de palabras provocó incluso una protesta de la embajada rusa en Viena. 

«En relación con las insultantes declaraciones del presidente Alexander Van der Bellen contra Rusia y los dirigentes rusos, la embajada ha presentado una enérgica protesta ante el Ministerio de Asuntos Exteriores austriaco. En particular, la nota verbal señala que una retórica tan escandalosa es inadmisible», declaró la embajada a la agencia de noticias rusa TASS.

Entonces, ¿por qué estos dos países neutrales se han sentido libres de culpar a Putin mientras que Suiza no ha mencionado su nombre?

«Suecia está a la espera de entrar en la OTAN y siempre ha sido tradicionalmente más crítica con la política rusa. Austria está más cerca de la línea suiza, pero su neutralidad sólo se remonta a la década de 1950», afirma Hanhimäki.

Buenos oficios

El ejercicio de la moderación podría ayudar también a recomponer las relaciones con Rusia, que ya no ve a Suiza como un actor neutral tras haber seguido el ejemplo de la UE en la imposición de sanciones como consecuencia de la guerra en Ucrania. El país alpino acogió recientemente al presidente ucraniano, Volodómir Zelenski, antes del Foro Económico Mundial de Davos en enero, donde presentó su plan de paz de diez puntos. Zelenski también aprovechó la ocasión para pedir a Suiza que organice una cumbre de paz.

Rusia brilló por su ausencia y la tribuna ofrecida a Zelenski en Davos llevó al embajador ruso Sergéi Garmonin a criticar a Suiza en los medios de comunicación, afirmando que el país apoyaba sistemáticamente la «línea antirrusa del Occidente colectivo». Advirtió de que al solidarizarse con Ucrania había «perdido su papel de mediador internacional imparcial» y que, por tanto, la mediación suiza está «fuera de lugar».

«Suiza no va a ser un mediador tradicional, pero al menos tiene relaciones con ambas partes. Para Suiza es más fácil participar en el establecimiento de la paz que para muchos otros países europeos. Puede que la puerta no esté del todo abierta, pero al menos se ha abierto una rendija», afirma Hanhimäki.

Sin embargo, advierte que no hay que esperar que se celebre pronto una gran conferencia de paz en Ginebra que resuelva todos los problemas.

«Las dos partes están tan alejadas que cualquier tipo de mediación será un proceso largo con pasos graduales. Una pausa en las hostilidades entre Rusia y Ucrania sería un buen primer paso», afirma.

Texto adaptado del inglés por Carla Wolff

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