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Una fiscal suiza con cierto toque internacional

niña superviviente en Malí
Esta niña es víctima del castigo de la sharía bajo la ocupación islamista de Tombuctú, en el norte de Malí. Laurence Boillat ha trabajado con magistrados malienses para ayudar a procesar crímenes de guerra. AP/Rukmini Callimachi

¿Qué significa ser investigador en crímenes internacionales? Hablamos con Laurence Boillat, una fiscal suiza a la que le gusta hacer las cosas bien.

Boillat, de 48 años, me invita a conocerla en su apartamento en Lausana, donde trabaja como fiscal penal del cantón de Vaud. Viene del Jura, las colinas de la Suiza occidental, a donde le gusta volver los fines de semana. Es ya tarde cuando llega a su apartamento. Me sonríe e invita a entrar.

“Acabo de terminar mi jornada laboral. Lo cual es raro, porque normalmente estoy en la oficina hasta mucho más tarde”, dice.

En el cantón de Vaud se ocupa de todo tipo de causas penales, desde violencia doméstica hasta peleas callejeras, robos y “todo tipo de fraudes”.

“El derecho penal siempre me ha interesado, porque está bastante bien definido y puedes sentir que estás aportando algo, especialmente para las víctimas de los crímenes”, explica.

A Boillat le gusta ser operativa, me cuenta, incluso en la Comisión Internacional Humanitaria de Encuesta (IHFFC, por sus siglas en inglés). Una organización, con casi treinta años de antigüedad y que deriva de los Convenios de Ginebra, que ha llevado a cabo hasta ahora solo una misión, en la que ella participó como única fiscal.

Una comisión internacional en busca de una misión

Laurence Boillat con una pila de documentos en la mano
Fiscal Laurence Boillat swissinfo.ch

Esa misión, encomendada por la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), implicó tener que investigar un incidente ocurrido en Ucrania oriental el 23 de abril de 2017. Ese día, una explosión alcanzó un vehículo blindado de la OSCE y murió un paramédico. Boillat y sus colegas llegaron a la conclusión de que la misión de la OSCE no fue atacada deliberadamente

“La misión que realizamos en Ucrania fue considerada por todo un éxito, porque finalmente pudimos demostrar que esta comisión desempeña un papel en el plano práctico”, dice Boillat.

“Creo que ahora estamos en un camino mucho más dinámico, y debemos esperar que no titubee, que no tengamos que esperar otros 10 años hasta tener otra misión concreta”.

Luchando por un sistema judicial independiente

Boillat se formó en derecho y ascendió en la jerarquía de la policía judicial y el ejército, donde sigue ostentando el rango de teniente coronel. A finales de los años 90, dirigió la policía judicial del cantón del Jura y, posteriormente, la Oficina Federal de Policía, donde fue responsable de la cooperación policial internacional y de la gestión de crisis. La policía fue un “buen campo de entrenamiento” para convertirse en fiscal o juez, que era lo que siempre había tenido en mente, relata.

Se presentó como candidata para ocupar puestos como juez de instrucción, pero manifiesta que no los consiguió debido a la política. En los cantones en los que presentó su candidatura, los magistrados los elige el parlamento local. Boillat nunca tuvo muchas posibilidades porque no quería alinearse con ningún partido político.

“Pensé que eso no era compatible con la función de un magistrado”, añade.

Trabajo en la fiscalía general

Así que en 2006 Boillat comenzó a trabajar para la fiscalía suiza, el Ministerio Público de la ConfederaciónEnlace externo (MPC), a nivel federal, donde los puestos judiciales no están vinculados a la política. Solo el fiscal general y sus dos adjuntos son nombrados por el Parlamento suizo.

En el MPC estuvo a cargo de delitos económicos, blanqueo de dinero y crimen organizado. Después, de 2012 a 2015, a cargo de delitos internacionales. Los cambios introducidos en la legislación suiza en 2011 habían trasladado la responsabilidad de estos delitos de las autoridades judiciales militares a las civiles.

“El genocidio, los crímenes contra la humanidad y los crímenes de guerra ahora eran responsabilidad de la fiscalía general en Berna, donde me pidieron que montara esta unidad de crímenes de guerra”, explica Boillat.

Dirigir la unidad de crímenes de guerra fue una de sus experiencias más enriquecedoras, pero también más frustrantes, me cuenta. En 2015, fue despedida, aparentemente por pensar que la unidad debería hacer más.

Boillat dice que todavía lo ve como un fracaso, no tanto porque le fue rescindido su contrato, sino porque “había iniciado ciertas cosas y luego me cortaron las alas con respecto a esta unidad que habíamos montado, que era un gran equipo, y en la que realmente quería conseguir resultados”.

Experiencia internacional

Boillat también ha participado en varias misiones internacionales. Entre ellas se incluyen la comisión de la ONU que investigó el atentado de Beirut de 2005 que mató al primer ministro libanés, las misiones de derechos humanos de la ONU a Guinea Conakry en 2009 tras una masacre, a Costa de Marfil en 2011, y dos misiones a Malí en 2014 y 2015 para una respuesta rápida de la justicia con el fin de apoyar a las autoridades judiciales locales en la persecución de crímenes de guerra.

Particularmente se inspiró en las misiones en Malí, donde se reunió y trabajó con otros magistrados.

“Me impresionaron realmente porque trabajan en condiciones en las que no tienen casi nada, condiciones que para un magistrado suizo son inimaginables”, relata. “Pero estaban intentando hacer algo, a pesar de que se dieron cuenta de que era complicado y… no estaban seguros de cómo manejar estos casos”.

Sus experiencias con las misiones de la ONU fueron variadas, especialmente en lo que respecta al liderazgo de equipos, que ella dice es una parte “decisiva” para que una misión tenga éxito.

“En la ONU, los jefes de equipo a veces son elegidos por razones políticas en lugar de por su verdadera experiencia en el ámbito”, señala la fiscal.

Relajarse en casa

Boillat dice que le gustan las misiones internacionales con un mandato específico y un tiempo limitado, como la de Ucrania.

“Cuando se tiene poco tiempo, hay que ser más eficiente, por lo que se va al grano y se hace bastante más que en misiones que duran mucho más tiempo”, expresa. “Me gusta que me llamen para viajar por un tiempo limitado, pero también me gusta volver y estar en casa”.

Es muy hogareña, expone, y disfruta cuidando su jardín en su casa del Jura, donde vive con su madre y su perro. También le agrada darse pequeños placeres, como ir al teatro, al cine, a escuchar música o a un restaurante.

“No necesito estar siempre en el mundo, creo que veo suficiente gente en el contexto de mi trabajo”.

In addition to the IHFFC, Boillat is also a member of the Swiss Expert Pool for Civilian PeacebuildingEnlace externo and the Swiss Commission for UNESCOEnlace externo, a 20-member body whose work includes advising Switzerland’s federal authoritiesEnlace externo on relations with the United Nations organisation for education, science, culture and communication. Unlike most of her colleagues on this commission, Boillat does not work regularly for UNESCO, but was nominated for her war crimes expertise, “mainly on issues of protecting cultural heritage in the context of armed conflicts”, she says. This is an area in which UNESCO has been increasingly activeEnlace externo in recent years.

 

Traducción del inglés: Lupe Calvo

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