Bien escondido en la selva: un plantío de hoja de coca en la región sureña de Colombia, en Guaviare.
Luca Zanetti
Estos cocaleros, que antes trabajaban en este mismo “negocio” para unos parientes, hoy tienen su propio campo de coca y semillero en el mismo sitio.
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Adentro, la cocina donde se procesa la base de coca.
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Ácidos y gasolina, usados en el proceso de refinación, han dañado las manos de este “químico”.
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El producto final del campesino es la pasta de coca. La vende al productor de la droga, que la purificará en un laboratorio más sofisticado.
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Policía antidrogas destruye una “cocina”.
Luca Zanetti
Un miembro de la policía antinarcóticos lanza keroseno sobre hojas de coca, que estaban listas para la preparación de la pasta de coca.
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Una madre con su hijo parte al momento de explotar una ‘cocina’.
Luca Zanetti
Los soldados colombianos toman un descanso en el claro de un bosque donde fue plantada hoja de coca en Putumayo, al sur colombiano.
Luca Zanetti
Los erradicadores de hoja de coca reciben del Estado unos 250 dólares por mes.
Luca Zanetti
Cocaleros colombianos, descubiertos en Ecuador, deben volver a su país.
Luca Zanetti
En un aeropuerto destinado a vuelos internos en Bogotá, se confiscaron 35 kilos de cocaína en una maleta. Los traficantes se sirvieron de una etiqueta falsa en la valija para transportar la droga en un vuelo que conectaba con las islas San Andrés.
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Una radiografía, tomada en el Aeropuerto Internacional de Bogotá, muestra un estómago con cápsulas de cocaína.
Luca Zanetti
Todo inicia con la producción de la hoja de coca, pero ¿cómo se produce esta droga? Los cocaleros en Guaviare, Colombia, la llaman la “mercancía”.
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Alguien, en algún paraje escondido, toma unas ramas, o mejor, todo un arbusto, lo sostiene cerca de los tallos y lo jala como si fuese un cordón entre las manos. No tan rápido, porque duele; y no tan lento, porque se pierden muchas hojas. Este lucrativo «negocio» inicia así.
Otro, toma una pajita, un popote (dicen que los mejores son los de McDonalds), lo corta en dos y se lo mete en la nariz para inhalar su línea de cocaína. Allí termina la historia.
Pero entre esos dos mundos hay muchos océanos y una docena de fronteras, y de acuerdo a la óptica del interesado, de por medio mucho dinero a ganar o un gran problema a erradicar. En ambos casos el término común es el mismo: narcotráfico. (Imágenes de Luca Zanetti).
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