Sin paz a la vista, aunque Suiza ha conseguido lo que quería en la cumbre de paz en Ucrania
¿Qué queda de la cumbre en los Alpes de Suiza? No mucho, si nos centramos en los logros por la paz, aunque Suiza y Ucrania se han anotado una victoria.
Conversaciones de paz sin Rusia: ¿es posible? Ya en la antesala de la «Conferencia de Alto Nivel sobre la Paz en Ucrania», como se denominó oficialmente la cumbre de Bürgenstock, cerca de Lucerna, se señaló como mayor debilidad la ausencia del agresor y de su aliado más importante, China.
Las celebridades políticas se han marchado y 84 de las 100 delegaciones han firmado un comunicado conjuntoEnlace externo.
Los medios de comunicación de todo el mundo se han preguntado si ha sido un éxito o un fracaso esta conferencia de paz sin Rusia. La pregunta correcta es ¿para quién ha sido un éxito esta cumbre?
¿Cómo se beneficia Suiza de la conferencia?
En el centro de prensa de la cumbre, donde se reunieron las 500 personas acreditadas de los medios de comunicación de 40 países, el ambiente del domingo por la tarde podía resumirse así: Ha sido un pequeño paso adelante. Sin duda, el Gobierno de Suiza se alegró de oír estos elogios, ya que en los últimos años se ha enfrentado a la acusación de que la neutralidad helvética es mero oportunismo.
La organización de la conferencia a petición de Ucrania tenía como objetivo, al menos en parte, restablecer a Suiza como mediador neutral y fiable. Y, en opinión de muchos participantes, lo consiguió.
«Neutralidad no significa equidistancia entre el perpetrador y la víctima – la mayoría de la gente es consciente de ello», afirma Gakushi Fujiwara, del segundo diario más importante de Japón, The Asahi Shimbun. Cuando la gente en Japón oye «neutralidad», piensa automáticamente en Suiza, dice el periodista. A pesar de todas las acusaciones y críticas, esto no ha cambiado. Suiza también ha insistido en que Rusia debe participar en el futuro. «Se puede decir que el Gobierno suizo ha intentado ser neutral».
La diplomacia suiza en la cumbre puede disipar en parte las críticas. Suiza no suministra armas a Ucrania y su apoyo financiero es también comparativamente modesto. Pero su apoyo diplomático es de gran alcance: en Lugano, en 2022, lanzó la Conferencia para la Recuperación de Ucrania, un formato que ya se ha celebrado por tercera vezEnlace externo. La cumbre de Bürgenstock fue la continuación de las conversaciones periódicas a nivel técnico. Y en octubre se celebrará en LausanaEnlace externo la Conferencia sobre la lucha contra las minas en Ucrania: el desminado humanitario es una prioridadEnlace externo oficial para Suiza.
A nivel nacional, la organización de la cumbre fue objeto de críticas, sobre todo por parte de la derecha. Esto no cambió: para el diputado de la Unión Democrática del Centro (el partido principal de Suiza/derecha conservadora), Franz Grüter, la cumbre fue un fracaso porque Rusia no fue invitada y porque países clave como India, Sudáfrica y Brasil ni siquiera apoyaron el comunicado final. «Como resultado, Suiza ha maniobrado para desempeñar un papel que no ayuda en la posición de un posible mediador neutral».
Los partidos de centro y de izquierda tienen una opinión diferente. El diputado socialista Fabián Molina indica: «Hace apenas seis meses, se acusaba a nuestro país de hacer demasiado poco por Ucrania. Estas voces se han acallado. El mundo reconoce que Suiza está en condiciones de reunir a actores muy diferentes en pro de la paz. Y eso también quita presión a nuestro país».
¿Cómo se beneficia Ucrania de la conferencia?
La conferencia fue un éxito para Ucrania: el país recibió mucha atención internacional y también se le aseguró apoyo. Esta fue la valoración de numerosos medios de comunicación de todo el mundo.
Lo mismo opina Hasan Abdullah, corresponsal de la emisora progubernamental turca TRT World. Para él, una cosa está clara: «Conflictos tan complejos no pueden resolverse en una reunión puntual». Es lógico que sean necesarios más pasos. Y ya se han anunciado: habrá reuniones de seguimiento a nivel técnico y ministerial. También hay interés en una conferencia de seguimiento, dijo Selenski en la rueda de prensa de clausura.
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«Por primera vez, hemos hablado al más alto nivel sobre la paz en Ucrania»
¿Y qué hay de la paz?
Cuando la presidenta suiza, Viola Amherd, anunció la cumbre, habló de una «conferencia de paz», lo que resultó ser un error comunicativo: desde el principio quedó claro que en la reunión no se acordaría la paz. Esto también dio a los círculos críticos una buena base para disparar contra la cumbre.
Más tarde, la cumbre fue nuevamente etiquetada como un paso preparatorio para una posible paz. El ministro suizo de Asuntos Exteriores, Ignazio Cassis, declaró que era perfectamente concebible que los distintos planteamientos se unieran más adelante, en particular la iniciativa de paz anunciada por China y Brasil.
Sin embargo, incluso después de Bürgenstock, el consenso entre las partes beligerantes parece muy lejano. Aquí hay un problema fundamental: a menudo se dice que la paz se hace en la mesa de negociaciones. Pero el camino a la mesa pasa por el campo de batalla. Allí se toman las decisiones sobre cómo negociar. Militarmente, tras dos años y medio de guerra, se ha llegado a un punto muerto, ambos bandos se atrincheran, los avances son raros.
Además, las guerras no siempre terminan. A veces se enfrían y se congelan. Puede que las hostilidades hayan terminado, pero el estado de guerra -o de no paz- a veces puede persistir durante décadas. Falta un pronóstico militar claro para Ucrania.
Poco antes de la cumbre, el Presidente ruso Vladímir Putin formuló sus exigencias para entablar conversaciones de paz: La cesión del este de Ucrania y la determinación de la política ucraniana por parte de Moscú; en otras palabras, nada menos que la capitulación de facto de Ucrania. Kiev siempre ha descartado esa paz dictada. Esta situación no ha cambiado tras la cumbre suiza de Bürgenstock.
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Brasil y México, entre los países que no respaldan la declaración final de la cumbre suiza por la paz en Ucrania
Editado por Marc Leutenegger, adaptado del alemán al español por Patricia Islas
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