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Suiza, Dubái y la elusión de las sanciones contra Rusia

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Credit: Iain Masterton / Alamy Stock Photo

El comercio con gas y petróleo rusos se está trasladando de Ginebra a Dubái y Singapur, una dislocación que no se debe a la intervención de las autoridades de control suizas, dice Mark Pieth. En entrevista con SWI swissinfo.ch, el experto en anticorrupción nos explica por qué la lucha económica contra Rusia apenas produce resultados.

SWI swissinfo.ch: Las sanciones contra Rusia no han producido resultados a largo plazo. No es una situación insólita. No obstante, usted lo atribuye al fracaso político de Occidente. ¿Por qué?

Mark Pieth: En realidad sólo existen pocos casos en la historia en los que las sanciones han funcionado, como las impuestas contra Sadam Huseín, por ejemplo. Pero incluso en este caso hubo que hacer una excepción y permitir el intercambio de petróleo por alimentos porque se quería evitar que la población iraquí sufriera. En comparación, un país de la magnitud de Rusia tiene múltiples posibilidades para eludir las sanciones.

Pero Occidente también cometió errores. Se ha subestimado el grado de dependencia del petróleo y del gas rusos. Alemania logró deshacerse de esta dependencia, pero Austria y Hungría, no. Se creía que se podía poner de rodillas a la economía rusa. Algunos argumentaron que la economía rusa tenía aproximadamente el mismo tamaño que la italiana. Sin embargo, lo que funciona en el caso de Rusia es el comercio con materias primas y nuestra dependencia de estos bienes.

No son pocos los países que siguen colaborando con Rusia, como China y
la India. ¿No pone esta situación trabas importantes a la política de sanciones
de los países occidentales?

Efectivamente, es difícil lograr algo sin más unidad. La India importa petróleo barato de Rusia. Los chinos actúan según sus propios cálculos políticos.

Pero otro problema son también las plazas comerciales. Ahora que Ginebra se ha vuelto más insegura, Dubái se está aprovechando. En el emirato, muchas empresas comercializadoras de materias primas mantienen una filial y el comercio con petróleo ruso continúa. Dubái es un buen emplazamiento porque se puede contar con la aquiescencia del Gobierno del emirato que, desde hace mucho tiempo, trata de arrancarle a Ginebra su liderazgo en el mercado global de materias primas.

Pieth
Mark Pieth es profesor de Derecho Penal en la Universidad de Basilea. Es conocido por encabezar iniciativas para combatir la corrupción y el blanqueo de capitales en todas sus formas a través de la regulación, el seguimiento de los países, el cumplimiento, la defensa y el arbitraje.​​​​​​​ University of Basel

¿Quiere
decir esto, si lo miramos desde el lado positivo, que este desplazamiento de la
actividad comercial se debe al buen hacer de las autoridades suizas?

Creo más bien que son los bancos los que juegan un papel determinante. La economía de productos básicos, es decir, el negocio de créditos con materias primas es crucial para el sector. El hecho de que los bancos suizos no intervengan en este mercado no se debe a las autoridades suizas, sino al miedo de Estados Unidos. Se ha vuelto menos atractivo el comercio con petróleo y gas en Ginebra, pero el comercio con otras materias primas no se ha visto afectado.

¿De qué manera funciona el comercio con materias primas en Dubái?

Allí operan los mismos intermediarios comerciales como en Ginebra. Pero el Estado desempeña otro papel. La regulación y el fomento del comercio se están gestionando desde un único lugar, el Dubái Commodities Center (DMCC), una torre en la que también tienen su sede las compañías comercializadoras de materias primas.

¿De dónde viene el capital?

Aquí, la principal entidad que financia el comercio con materias primas es BNP Paribas. En colaboración con Marc Rich, el banco contribuyó, en su día, al desarrollo de Ginebra como plataforma del comercio con materias primas.

En Suiza intervienen en el negocio también otras entidades como el Banco Cantonal de Vaud. Estos bancos necesitan ser sustituidos en Dubái. BNP Paribas podría continuar con este negocio también fuera de Suiza si Francia lo permite. Pero yo creo que en Dubái también están interviniendo bancos estadounidenses.

Las autoridades estadounidenses son una amenaza para los bancos suizos, pero no creo que las grandes entidades bancarias norteamericanas tengan algo que temer. Tengo esta sospecha. También existen bancos de la región árabe que están presentes en Dubái, como el Arab Bank, por ejemplo. Pero tengo mis dudas sobre si estas entidades disponen de capital suficiente para este tipo de negocios. 

¿Cómo puede lograr Occidente que el régimen de sanciones sea más efectivo?

El sistema de sanciones no está bien diseñado. Cada lista de sanciones tiene su propia lógica: se ofrece protección a determinadas personas, mientras que a otras, no. Le voy a dar un ejemplo. En Suiza hay un operador de petróleo neerlandés que figura en la lista de sanciones de Reino Unido, pero no en la de la Unión Europea (UE). Dado que nosotros estamos aplicando la lista de la UE y no la de Reino Unido, esta empresa goza de protección aquí.

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¿Propone usted entonces una mejor coordinación de las listas de sanciones?

Una solución sería que las listas se coordinaran en el Grupo de trabajo del G7. Por eso mismo, Suiza debería haberse unido a este grupo. Legalmente, no había nada que lo impidiera. La ley de embargo no nos obliga a adoptar únicamente las sanciones de la UE. Solo dice que hay que tomar en cuenta las decisiones de la ONU, la OSCE y de los socios comerciales importantes. Entre estos socios, también se podría incluir a EE.UU. y Reino Unido, además de la UE.

El caso de la compañía petrolera neerlandesa demuestra que seguimos con el proteccionismo del mercado nacional. No es aceptable que operadores puedan participar en el negocio con petróleo ruso desde Suiza, y mucho menos si se trata de compañías sancionadas.

En mi opinión, es sensato tener un grupo de trabajo común, pero es un error no formar parte de él. Recientemente, el periódico ‘NZZ’ calificó esta política, acertadamente, como un “arreglárselas mal que bien”. En este aspecto no entiendo la postura de Suiza. Hubiese sido una “victoria fácil”. Pero así seguimos estando bajo sospecha.

En Suiza hay muchas sociedades armadoras y comerciantes de materias primas que poseen sus propias flotas. ¿Qué papel desempeñan en la logística de mercancías rusa, sobre todo en el transporte de petróleo?

Gracias al tope al precio del petróleo, es decir, al hecho de que se pueda seguir comercializando de manera legal el petróleo ruso a un precio reducido, Suiza puede seguir interviniendo plenamente en este negocio. Hay muchas más compañías navieras en Suiza que uno piensa.

En Ginebra hay un armador que opera alrededor de 30 petroleros que navegan para Rusia. Es un asunto muy espinoso porque, de esta manera, se puede eludir el tope al precio. Estos buques navegan en el mar sin seguro y formando parte de una flota encubierta (véase recuadro). Si sucede algo, esto puede convertirse en una situación muy problemática.

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El petrolero Ice Energy (izda.), que navega bajo bandera liberiana, atraca frente a la costa de Caristos para descargar crudo del petrolero Lana, que navega bajo bandera rusa y que fue embargado en virtud de las sanciones de la UE contra Rusia. Afp Or Licensors

También hay un armador ginebrino que transporta trigo robado a los rusos. Según mis informaciones, la Fiscalía de la Confederación está dirigiendo un procedimiento por crímenes de guerra. La SECO [Secretaría de Estado de Economía, n.d.l.r.] ha empezado a derivar estos casos graves a la Fiscalía federal si se trata de crímenes de guerra o blanqueo de capitales.

Los petroleros encubiertos son el lado oscuro de las sanciones económicas. Se trata de buques que operan secretamente o bajo registros falsos.

Generalmente, sus propietarios se esconden detrás de una red de organizaciones. Los barcos suelen navegar con una cobertura de seguros muy deficiente. Además, no es posible seguir sus itinerarios porque sus transpondedores suelen estar desactivados, por lo que sólo pueden ser localizados mediante radar. Típicamente, estos buques navegan bajo banderas de conveniencia o banderas que no están sujetas a ningún tipo de control.

Los buques son un factor importante a la hora de eludir las sanciones económicas. Al mismo tiempo son un peligro para el tráfico marítimo y el medio ambiente. 

El petrolero “Pablo” fue noticia el año pasado porque estalló y se quemó en frente de la costa malaya. Tres miembros de la tripulación encontraron la muerte, y al este de la isla indonesia de Batam se extendió una marea negra.

Se desconoce quiénes son exactamente los propietarios del buque “Pablo”, cuyos dueños habían cambiado en tres ocasiones a lo largo de los tres años anteriores, además de haber cambiado cuatro veces de bandera. Por último, estaba registrado en Gabón.

Todos los expertos y expertas en la materia llegan a la conclusión de que la “flota negra” se ha expandido masivamente como consecuencia de las sanciones impuestas a Rusia. Estimaciones prudentes calculan con 600 petroleros.

Mark Pieth, que escribió un libro sobre los abismos de la navegación y el papel de Suiza, calcula con cifras bastante más elevadas. En su opinión hay 1.000 buques que se dedican al transporte de petróleo ruso, mientras que otros 500 barcos transportan crudo venezolano.

Por su parte, la empresa Windward, especializada en el análisis del tráfico marítimo, cifró, el pasado mes de mayo, incluso en 1.400 el número de barcos pertenecientes a la flota negra de Rusia. 

¿Están lo suficientemente preparadas las autoridades en Suiza para detectar las infracciones del régimen de sanciones a día de hoy? ¿Existe la voluntad política para combatirlas?

Hay que ser justos con la SECO. Al principio, los responsables fueron sorprendidos y sólo disponían de un grupo de funcionarios reducido para implementar las sanciones. Otros organismos, que hubieran podido cooperar, no se involucraron, como el Cantón de Zug, por ejemplo, los Registros mercantiles cantonales y los registros de la propiedad.

La SECO ha necesitado su tiempo para adaptarse. Ciertamente, Guy Parmelin, el consejero federal competente, y la dirección de la SECO hubieron podido movilizar los recursos más rápidamente. Pero aquí también ha influido el momento político. Parmelin no puede negar que su partido, la UDC [Unión Democrática de Centro, n.d.l.r.], mantiene vínculos con personas que no tienen interés en mantener las sanciones.

¿En qué punto se encuentra la SECO hoy?

Ahora, la SECO dispone de un equipo aceptablemente formado. Pero la situación volvería a ser difícil si en el futuro se ampliara el régimen de sanciones y se sancionaran también las plazas comerciales.

Pero ¿no deberíamos preguntarnos también sobre la utilidad de tales intervenciones? Usted nos acaba de decir que el sector de las materias primas es muy ágil y que traslada sus actividades a Oriente Próximo y
Asia.

Lo que está pasando actualmente es que los grandes consorcios de materias primas mantienen oficinas en todas partes. Trafigura, por ejemplo, tiene su sede principal en Singapur, pero sigue teniendo una oficina importante en Ginebra.

Al igual que Dubái, Singapur está eclipsando a Ginebra en el mercado internacional del petróleo y del gas, mientras que el comercio del café y del cacao sigue intacto en Suiza. En Singapur se puede apreciar muy bien lo que está pasando. Hay casi más actividad allí que en Dubái porque hay mucha mano de obra en la región.

¿Se repite aquí lo que ya hemos presenciado en el sector bancario?

En el sector financiero ocurrió algo interesante: Singapur implementó rápidamente y de forma bastante radical reglas contra el blanqueo de capitales. El caso de 1MBD es un ejemplo. Se trata de uno de los casos de corrupción más grandes a escala internacional. Singapur bloqueó de forma inmediata los fondos sospechosos y cerró bancos, mientras que la autoridad supervisora del mercado financiero en Suiza se escaqueó.

¿Existe la posibilidad de que se produzca una inflexión semejante también en la regulación del sector de las materias primas?

Es posible que Singapur introduzca controles, que el Estado quiera saber lo que está pasando. En Suiza, en cambio, sigue prevaleciendo la máxima del “laisser-faire” en relación con el sector de las materias primas; sólo existe una regulación indirecta a través de los bancos. La cuestión que se plantea a día de hoy es qué tipos de negocios se están llevando a cabo desde los distintos emplazamientos. Es posible que el mercado se diversifique aún más.

Aforísticamente, se podría decir que en Dubái está dominando un dualismo entre control y promoción, que Singapur quiere que prosperen los negocios y que, a partir de un momento dado, también lleguen las informaciones, mientras que Hong Kong intercepta las comunicaciones de los operadores. En cambio, Suiza permite a los intermediarios que actúen más o menos con plena libertad.

Dada la efectividad limitada de las sanciones, ¿cree que se van a reducir a un mero postulado moral? 

Tengo escrúpulos para afirmar que algo no va a funcionar de ninguna manera. Las sanciones tienen una efectividad limitada y las posibilidades para eludirlas son considerables. Esta es la razón por la cual la economía rusa no ha colapsado.

Sin embargo, eludir las sanciones tiene un coste. A largo plazo, van a perjudicar mucho a Rusia. En los próximos diez años, la población rusa lo va a notar mucho, por ejemplo en el sistema de salud y en la educación. Y también se planteará la cuestión de si el Estado ruso podrá seguir pagando las pensiones.

Texto editado por Balz Rigendinger; y adaptado del alemán por Antonio Suárez Varela / Carla Wolff

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