Suiza pierde fuerza para intermediar con Irán
¿Cambiará el rumbo de Irán la muerte de su presidente Ebrahim Raisí en un accidente de helicóptero el 19 de mayo? El profesor de Historia Internacional en el Instituto Universitario de Ginebra Cyrus Schayegh nos da su opinión sobre la futura política exterior de Irán y explica por qué podría desvanecerse el papel de Suiza como intermediario en la región.
Doctor por la Universidad de Columbia (2004), se incorporó al Instituto Universitario de Ginebra (Geneva Graduate Institute) en 2017.
Especializado en historia global y de Oriente Medio, ha sido profesor asociado en la Universidad de Princeton y profesor asistente en la Universidad Americana de Beirut (2005-2008).
Entre sus obras destacan The Middle East and the Making of the Modern World [Oriente Medio y la construcción del mundo moderno], (Harvard UP, 2017) y Globalizing the U.S. Presidency [Globalizando la presidencia de Estados Unidos], (Bloomsbury, 2020).
SWI swissinfo.ch: El mandato de Ebrahim Raisí ha estado marcado por protestas masivas contra el orden religioso vigente y diversas crisis políticas. ¿Cambiará algo en Irán tras su muerte?
Cyrus Schayegh: Aquí hay dos respuestas; un poco diferentes entre sí. La respuesta, básicamente, es no. La razón es que el presidente de Irán realmente no tiene poder para decidir la política exterior. Al igual que la política militar, en realidad la decide el rahbar (guía o líder supremo), es decir, Alí Jamenei, así como las personas que lo rodean, incluidos los miembros del Consejo Supremo de Seguridad Nacional y los dirigentes del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria iraní. No creo que la muerte de Raisí, a corto plazo, afecte efectivamente en la política de Irán.
A medio y largo plazo, tal vez, la respuesta sea afirmativa. Esta crisis, esta desaparición, podría crear una apertura para algún cambio en las filas. Por el momento no está claro lo que esto podría significar. Los miembros jóvenes y de línea dura podrían ascender de rango. Sin embargo, algunos análisis indican que podría tener sentido que Irán abriera un poco el campo político, para salvar la cara durante las elecciones, que deben convocarse en un plazo de 50 días tras el anuncio de la muerte del presidente. Tiendo a estar de acuerdo con esta opinión.
¿Cómo será Irán después de Raisí?
El régimen iraní no cambiará por la muerte de Raisí, como acabamos de decir. Por tanto, aún no está claro cómo reaccionará Jamenei ante esta crisis.
Ha llegado a su fin el modelo de democracia iraní en el que, durante los últimos 30 años, los reformistas y los conservadores han colaborado con éxito por el poder. ¿Cuáles son los riesgos políticos en el país como consecuencia de la muerte del presidente? ¿Podemos hablar de una crisis de legitimidad?
A menos que ocurra algo muy muy sorprendente, no creo que haya de inmediato un levantamiento en las calles. La mayoría de la gente utilizará las próximas elecciones para manifestar su descontento no votando o escribiendo en su papeleta el nombre de alguien a quien no se le haya permitido presentarse.
Es muy probable que, por supuesto, el régimen de Jamenei intente manipular las elecciones para que esto no se refleje en los resultados oficiales.
¿Puede esperarse algún cambio significativo en la política exterior de Irán hacia Rusia, Israel y Estados Unidos?
No creo que haya grandes cambios, en este sentido. Desde 2022 hay una relación más estrecha con Rusia, un movimiento oportunista por parte de Irán y de Rusia.
Esta relación es importante desde el punto de vista diplomático, militar y, en parte, económico. Es igualmente importante la relación económica con China. Esto se traduce en las exportaciones de petróleo iraní a China, así como en las inversiones financieras y económicas chinas masivas en Irán.
Todo esto no cambiará, como tampoco cambiará la relación de Irán con Israel y Estados Unidos.
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En otras palabras, Irán tiene un largo camino que recorrer no solo para establecer contactos con la Administración estadounidense, sino también para garantizar que la situación en Oriente Medio no se intensifique como en abril cuando Irán atacó a Israel.
La política de Irán en Oriente Medio —incluyendo su postura e influencia en Irak, Siria y Líbano— parece y es agresiva, pero, al mismo tiempo, sirve al objetivo de defender. Debe entenderse como parte de un sistema más amplio con múltiples actores.
Estructuralmente hablando, Israel, que se encuentra en un juego de suma cero con Irán, es igualmente agresivo con vistas a defender sus intereses.
Además, las reglas de juego entre Irán e Israel han cambiado; pero, ahora, tras la inesperada y contundente reacción de Irán al ataque israelí contra su complejo de embajadas en Damasco en abril, no están claras. Es decir, para maximizar la disuasión, Teherán no ha aclarado ante qué tipo de ataque israelí reaccionaría de nuevo atacando directamente a Israel.
¿Cambiará la relación entre Suiza e Irán?
La relación de Suiza con Irán no va a cambiar de manera drástica. Si se compara con hace unos 20 o 30 años, Suiza es menos importante como intermediario entre Estados Unidos e Irán.
Simplemente hay otras muchas potencias, entre ellas Omán, Qatar y Turquía, que están situadas en la propia región y tienen un arraigado interés en desempeñar funciones de intermediación.
Ese papel de intermediario no experimentará un renacimiento importante. Se quedará como está, que es menos impresionante e importante de lo que solía ser, o quizás incluso decaiga.
Tal vez, por el hecho de que Europa Occidental está perdiendo importancia para el régimen iraní, Irán pueda tener un interés especial en mantener implicada a Suiza. Pero esto no está claro.
¿Prosiguen Irán y Estados Unidos los contactos sobre el levantamiento de las sanciones, tal y como ha informado el Ministerio de Asuntos Exteriores iraní?
Su relación no cambiará. Ambas partes son conscientes de que una confrontación puede descontrolarse.
Ninguna de las partes tiene un interés real en ello. Un ataque directo y sostenido de Estados Unidos contra Irán debilitaría aún más a un régimen que ya cuenta con escaso apoyo popular.
Estados Unidos, por su parte, no puede permitirse entrar en una confrontación armada directa con Irán. Es, por supuesto, mucho más fuerte militarmente que Irán. Pero nunca se sabe cómo salir de una guerra una vez que se ha entrado en ella.
Esto no es algo que el pueblo estadounidense quiera hacer ahora. La cuestión es si se pueden levantar las sanciones occidentales vigentes lideradas por Estados Unidos, aunque no creo que ahora realmente esto sea de gran importancia para Irán.
Después de que [el expresidente estadounidense Donald] Trump sacara a Estados Unidos del acuerdo nuclear, Irán hizo un eje estratégico hacia el este, lo que significa una relación mucho más fuerte con China, Rusia y algunos otros países, principalmente en Asia, pero también en África.
Entonces, ¿la única esperanza de cambio sería tras la marcha de Jamenei, de 85 años? ¿Cómo podría ser la transición de poder? La última tuvo lugar en 1989. ¿La transición sería similar y presentaría a la población nuevas caras, nuevos líderes espirituales?
Todavía no está claro quién sustituirá a Jamenei. Tenemos razones para creer que podría ser su hijo, Mojtaba Jamenei. Pero también es posible que sea otra persona; tal vez consagrar al hijo del actual rahbar como nuevo rahbar sea demasiado monárquico. Lo que sí podemos afirmar es que ningún clérigo reformista podría convertirse en el próximo rahbar.
Pero igual de importante es la cuestión de quién desempeñará un papel clave a la hora de determinar quién se convertirá en el próximo rahbar y cómo influirá esa persona en él y en su política. Creo que probablemene es una suposción justa decir que dentro del tribunal de la Guardia Revolucionaria iraní hay personas que se aseguran de que el próximo líder sea alguien con quien puedan trabajar y que acepte y ayude a proteger sus intereses ideológicos y materiales en Irán.
Texto adaptado del inglés por Lupe Calvo / Carla Wolff
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