«Ucrania podría ser un punto de inflexión» para eliminar las minas terrestres del mundo
El renombrado fotógrafo británico Giles Duley ha intervenido el jueves en la Conferencia sobre la Acción contra las Minas de Ucrania, que se celebra en Suiza. Ha explicado por qué es hora de poner fin al uso de armas que siguen matando mucho después de que las guerras hayan terminado.
Son casi las 8 de la tarde en Ucrania, y el fotógrafo británico Giles Duley acaba de volver de prisa a su habitación de hotel cerca de Kharkiv para atender nuestra videollamada. Ha pasado todo el día en el frente con soldados ucranianos, fotografiando a los hombres en momentos tranquilos y ordinarios, y tiene previsto volver allí en cuanto terminemos de hablar.
«No me interesan los tanques, las explosiones ni los aviones», dice Duley. «Me interesan estas personas cuyas vidas han sido devastadas. Les fotografío mirando fotos de sus hijos, hijos a los que no han visto en más de dos años».
Duley, nacido en Londres, lleva más de dos décadas recorriendo el mundo fotografiando a personas que se enfrentan a las consecuencias de la guerra. Desde 2015, ha visitado Ucrania entre 20 y 30 veces. Entre sus retratados hay supervivientes de minas terrestres y sus cuidadores, personal de desminado, técnicos protésicos y agricultores cuyas tierras están sembradas de minas.
Se cree que en Ucrania hasta el 30% de las tierras están contaminadas con minas terrestres y artefactos explosivos sin detonar, como granadas. En la actualidad es el país más minado del mundo. «En Ucrania [la contaminación por minas] es de una magnitud que nunca había visto antes», afirma Duley.
Esta semana, el fotógrafo se encuentra en Lausana para intervenir en la Conferencia de alto nivel sobre la lucha contra las minas en Ucrania, organizada conjuntamente por Suiza y Ucrania. El objetivo es coordinar el apoyo internacional a los esfuerzos de desminado en el país de Europa del Este. Con motivo del evento, hasta finales de octubre se exhibe en la ciudad suiza una exposición de las fotografías de minas que Duley ha ido recopilando a lo largo del tiempo.
Una conexión humana «que nadie más tiene»
Para Duley, de 53 años, el tema es tan personal como profesional. Una de sus primeras misiones como fotoperiodista fue informar sobre las labores de desminado en Angola. En 2011, durante su estancia en Afganistán como integrante de un regimiento estadounidense, Duley pisó un artefacto explosivo improvisado (IED), un terrible accidente que cambió su vida para siempre. Perdió el brazo izquierdo y las dos piernas.
Tras pasar un año en el hospital y soportar múltiples operaciones y meses de rehabilitación, tomó una decisión que pocos habrían tomado. Regresó a Afganistán e hizo un documental sobre los civiles mutilados.
«No me planteé volver a hacer fotografías», dice. «Me di cuenta de que no sería tan creativo porque no podría conseguir todos esos ángulos, pero sí tendría una conexión [humana] que nadie más tiene. Siempre he tenido la suerte de conectar con la gente. Ese es mi punto fuerte y, de hecho, se ha vuelto aún más fuerte tras mi accidente».
Esta toma de conciencia marcó el inicio de un nuevo capítulo para Duley, que se ha convertido en un infatigable defensor de las personas supervivientes de conflictos. Creó una organización benéfica, Legacy of War FoundationEnlace externo, y es el primer defensor mundial de las Naciones Unidas para las personas con discapacidad en los conflictos y la consolidación de la paz. También ha protagonizado One-Armed Chef, un programa del canal de YouTube Munchies by Vice en el que cocina y come con familias de lugares asolados por la guerra.
Duley explica estos días en Lausana la razón por la que ha hecho todo lo que ha hecho desde su accidente: «Si mi trabajo significa que un solo niño no tiene que pasar por lo que yo paso cada día -el dolor físico, el dolor emocional, el reto de que la sociedad me mire diferente- entonces mi trabajo ha merecido la pena».
Desarrollar una tecnología innovadora de retirada de minas
En todo el mundo, 60 países o zonas están contaminados por minas antipersona, según el Informe 2023 del Monitor de Minas TerrestresEnlace externo. En 2022, casi 5.000 personas en el mundo murieron o resultaron heridas por minas terrestres y restos explosivos de guerra. Ese mismo año, Ucrania multiplicó por diez el número de víctimas civiles (608) por minas terrestres y restos explosivos de guerra en comparación con 2021 (58).
Duley cree que centrarse hoy en Ucrania podría ayudar a otros países en el futuro.
«Ucrania podría ser un punto de inflexión en el que la gente vea la magnitud del problema y cómo podemos resolverlo», afirma. El país, añade, está desarrollando tecnología innovadora para afrontar este reto.
Esto incluye el uso de robótica, drones e inteligencia artificial para detectar minas, tecnologías que «tienen el potencial de revolucionar el sector [del desminado humanitario]», escribeEnlace externo Paul Hislop, del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo en Ucrania. Además, son de bajo coste y gran impacto, y podrían ahorrar millones de dólares, añade Hislop.
Ucrania es actualmente el mayor receptor de dinero de los donantes para la acción contra las minas: en 2022 recibió 160 millones de dólares (137 millones de francos suizos), mucho más que el siguiente mayor receptor, Irak, con 89 millones de dólares.
«La magnitud del problema en Ucrania, el dinero invertido, pero también la innovación de los ucranianos, todo ello significa que se desarrollarán nuevas tecnologías que luego ayudarán a la retirada de minas en otros países», afirma Duley.
Las minas terrestres vuelven a ser un arma utilizada
El defensor ve a Suiza, uno de los primeros signatarios del tratado internacional de 1999 que prohíbe las minas terrestres, como un líder mundial en el desminado humanitario junto a donantes como Japón – que planea una conferencia sobre el desminado en Ucrania en 2025 – y Corea del Sur. El país alpino, que ha financiado proyectos de acción contra las minas en todo el mundo durante los últimos 30 años, se compromete a aportar 100 millones de francos suizos a los esfuerzos de desminado en Ucrania durante los próximos tres años; Japón ha prometido 70 millones. Su liderazgo es más necesario que nunca, afirma Duley.
«Es un momento muy peligroso porque durante muchos años las minas terrestres se estaban quedando obsoletas», afirma. «De repente nos encontramos con una situación en la que las minas vuelven a ser un arma de uso. Tenemos que asegurarnos de que esto no se convierta en algo aceptable».
Para la exposición en el Photo Elysée de Lausana, Duley ha querido recordar a los y las visitantes que las minas terrestres forman parte de un comercio mundial de armas cuyo valor estimadoEnlace externo es de 127.000 millones de dólares. Para ello, presenta las minas como objetos preciosos, u Objets de mort (Objetos de muerte), como se llama la exposición.
«Estas armas se pueden comprar en los mercados», dice. «Quería fotografiarlas como si fueran un reloj caro o un perfume, como si salieran en Vogue o en la revista GQ. Me gusta la idea de atraer a la gente y que de repente estén viendo imágenes de armas diseñadas para matar o mutilar».
Fotografío el amor
El enfoque se remonta a los días en que Duley era un joven fotógrafo que captaba instantáneas de Lenny Kravitz y otros músicos para las principales revistas de moda y música del mundo. A finales de los 20, sin embargo, se desilusionó con su carrera, según declaróEnlace externo a Euronews en 2023. Inspirado por el fotógrafo de guerra Don McCullin, a quien admiraba desde hacía tiempo, Duley decidió empezar a grabar el impacto de la guerra. Pronto empezó a conocer a supervivientes de las minas terrestres.
«En la mayoría de los hospitales que visito en Irak, Afganistán o Siria, a los niños les faltan las manos porque las cogen pensando que son un juguete», explica Duley. «El foco [de la conferencia] es Ucrania, pero este problema está en Yemen, Palestina, Laos, Vietnam, Camboya, Colombia. Está en todo el mundo. Estas armas matarán incluso cuando nos hayamos ido».
En las últimas semanas, el trabajo de Duley para poner de relieve los legados de la guerra le ha llevado dos veces a Nueva York y a Ucrania, con breves paradas en Londres. Después de Suiza, viajará a Camboya y Líbano, pero no sin antes hacer una breve pausa en casa para ponerse al día con el trabajo de su fundación y cocinar para sus amigos, su forma favorita de relajarse.
«La comida es lo contrario de la guerra, porque la guerra es odio», dice Duley. «La comida es unir a la gente. La comida es amor».
«Yo no fotografío la guerra», añade. «Yo fotografío el amor. Fotografío a una madre dando de comer a su bebé o a una abuela cepillando el pelo a su nieta. Busco esa humanidad compartida, porque no importa a qué parte del mundo viaje: la mayoría de la gente sólo quiere mantener a su familia, y sentirse segura, y soñar con un futuro mejor para sus hijos».
Editado por Virginie Mangin. Texto adaptado del inglés por Carla Wolff
Mostrar más
Nuestro boletín sobre política exterior
En cumplimiento de los estándares JTI
Mostrar más: SWI swissinfo.ch, certificado por la JTI
Puede encontrar todos nuestros debates aquí y participar en las discusiones.
Si quiere iniciar una conversación sobre un tema planteado en este artículo o quiere informar de errores factuales, envíenos un correo electrónico a spanish@swissinfo.ch.