Cede el amor entre los chinos y los bancos suizos

Hong Kong y Singapur fueron de los primeros, a finales de febrero, en anunciar su voluntad de suavizar su secreto bancario para adaptarlo a las directivas de la OCDE.
Así se explica que Pekín no dejará pasar una a los paraísos fiscales en la cumbre del G20, en abril.
100 mil millones de dólares. Es el importe que unas decenas de millares de funcionarios chinos habrían discretamente hecho salir del país en los últimos diez años, con dirección a los paraísos fiscales.
Un centésima parte de los 10 billones de activos financieros ocultos en el mundo, según las últimas estimaciones.
Los altos funcionarios comunistas que desviaron 100 mil millones de dólares de fondos públicos para asegurase un lugar en el sol. Algo malo para la imagen del Partido. Y la fuente es fiable: Li Chengyan, investigador en el Instituto Anticorrupción de la Universidad de Pekín, cuyos propósitos fueron publicados por el diario ‘South China Morning Post’ de Hong Kong. Esto ocurrió hace dos semanas.
Ahora el investigador es inaccesible. Dos de sus colegas rechazaron absolutamente hablar con los medios, lo mismo que el Ministerio de Finanzas y la Banca del Pueblo, para comentar unas cifras visiblemente muy desordenadas.
Más cursos de ética que en Occidente
«¿100 mil millones de dólares? Esa cifra es, sin duda, verdadera», afirma un mando intermedio de un gran banco de Pekín. «Como en todos los países en vías de desarrollo, la corrupción causa estragos en nuestra casa. Hay que combatirla absolutamente, y especialmente, abolir el secreto bancario».
Este cuadragenario comparte la opinión de una buena parte de la clase media educada en la capital, como Stephan Rothlin. Este suizo instalado en Pekín desde hace más de 10 años creó y dirigió el Centro Internacional para la Ética en los Negocios (CIBE – ‘Center for International Business Ethics’).
Profesor de moral económica, enseña en la Universidad de Pekín y también en la Escuela central del Partido Comunista, donde dice frecuentar a futuros dirigentes de una integridad intachable, a imagen y semejanza de los dos líderes supremos, Hu Jintao y Wen Jiabao. Y Stephan Rothlin subraya que en China, el 39% de las Escuelas Superiores de Comercio (MBA) incluyen cursos de ética en sus programas, algo que es más común allí que en Occidente.
La imagen dorada de los bancos suizos
Como resultado, para el suizo no ha sido ninguna sorpresa que Hong Kong haya sido de los primeros, en febrero, en anunciar su voluntad de ajustarse -de aquí hasta la mitad de 2009- a las normas de la OCDE. Hong Kong, donde el secreto bancario era hasta ahora el mejor protegido. Singapur, que se alineó tras Hong Kong, también ha cedido.
Pocos eran los que se imaginaban que Singapur, y más todavía Pekín, aceptaría el intercambio de informaciones fiscales con la Unión Europea. Para Stephan Rothlin, en la cumbre del G20 en abril, China se mostrará firme en la cuestión de los santuarios fiscales. Lo que no impedirá a la clase media china continuar considerando a Suiza como un paraíso –también fiscal-, un destino «muy tentador», un poco aburrido, pero seguro».
Unos minutos después de conversar con las personas que frecuentan el ‘Central Business District’ de Pekín, el barrio de los negocios, es suficiente para convencerse de que la imagen de los bancos helvéticos es siempre dorada.
«Suiza continua teniendo una excelente reputación en China», confirma John Liebsekind, presidente de ‘Swisscham’ en Pekín y en China, la Cámara de Comercio Suizo-China.
Los chinos saben contar
Este abogado ginebrino hace referencia a las encuestas serias que prueban esta confianza. «Sin embargo, los bancos suizos suscitan un cierto recelo, como todos los bancos extranjeros».
De todas formas, los habitantes de China, que aplica todavía el principio del control de los cambios, no pueden depositar sus ahorros en el extranjero, y se han visto así relativamente poco afectados por el hundimiento del secreto bancario suizo.
«A lo sumo, podrían decidirse por establecimientos chinos que coloquen sus fondos en el extranjero», precisa John Liebeskind. Ahora bien, estas inversiones han vivido las últimas semanas una evolución «dramática – hasta el 80% de pérdidas para algunos productos-, debido al hundimiento de los mercados bursátiles. Todo eso no ha animado a los chinos a contar con Suiza y correr el riesgo de exponerse además a las incertidumbres ligadas al secreto bancario».
Respecto a los 100 mil millones de dólares de fondos públicos robados a los contribuyentes chinos, John Liebeskind no coincide con esta cantidad. «Algunos centenares de millones sin duda, los chinos agrupan las cifras con cuatro ceros, nosotros lo hacemos con tres, lo que crea, a menudo, este género de errores». ¿Quién dice la verdad? Es imposible saberlo. Aunque si hay algo que los chinos saben hacer bien es contar.
swissinfo, Alain Arnaud, Pekín
(Traducción: Iván Turmo)
El secreto bancario vive una revolución internacional.
Este mes, Suiza, Andorra, Liechtenstein, Isla de Man, Islas Caimán, Singapur y Hong Kong se han comprometido a respetar las normas de la OCDE en materia de cooperación contra el fraude fiscal.
Esto implica limitar el alcance de sus secretos bancarios.
En tanto, Austria, Luxemburgo y Bélgica, países miembros de la UE pero defensores de dicha discrecionalidad, también se comprometieron a revelar su información en la materia.
El artículo 26 de la Convención Fiscal de la OCDE, al que se acogerá Suiza, la compromete a entregar las coordenadas –anulando el secreto bancario- de clientes que hayan incurrido en evasión y/o fraude fiscal.
Suiza es miembro del Fondo Monetario Internacional (FMI) y de la OCDE, pero no del G-20, un grupo informal de países desarrollados y emergentes que marcará la pauta de la reactivación económica mundial y que está contra los paraísos fiscales.
Formación: Filosofía y Sociología, este suizo del cantón de le Schwyz, obtuvo su doctorado en Ética de los Negocios en 1991 en Innsbruck (Austria).
Ética: Se instaló en Pekín en 1998, y creó el Centro Internacional para la Ética en los Negocios (CIBE en inglés).
Imparte clases de ‘moral económica en la Universidad de Pekín y en Centros Superiores de China y de Europa.
Objectivo principal: explicar a las élites chinas los detalles de la corrupción.

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