El país de los mil y un equilibrios
Nacida de un sistema de alianzas entre territorios heterogéneos y caracterizada por una fuerte autonomía local, Suiza conserva una estructura política calificada de atípica.
Ese tan pronunciado federalismo, que atribuye amplios poderes a los cantones, está combinado con un sistema de consulta popular que limita los poderes del Parlamento.
«La cohabitación de la mayoría y de la oposición en el seno del gobierno es la sal de la democracia», se dice por todas partes en Europa … ¿ Por todas partes? No. En el corazón del Viejo Continente hay un pequeño país en el que la democracia ha tomado otras vías impuestas por el sabio matrimonio de sus equilibrios geopolíticos interiores.
Ejecutivo de ‘siete cabezas’
Desde 1943, fecha en la que el Partido Socialista aceptó el principio de la neutralidad armada, todas las grandes formaciones políticas del país están representadas en el gobierno. Y, en el seno de ese Ejecutivo ‘de siete cabezas’, la lengua y la región de origen de cada uno tienen siempre un papel preponderante, incluso si este tiende a disminuir.
Sin embargo, las ciudadanas y los ciudadanos que eligen a los miembros del Parlamento federal no tienen ningún poder de decisión sobre la composición del gobierno dado que éste es designado por los parlamentarios de las dos Cámaras. Con todo, pueden influir en las relaciones de fuerza internas de ese ‘cartel’ instalado en los mandos del Estado.
Instituciones y raíces históricas
Esta dinámica institucional es el fruto de sabios reequilibrios políticos, anclados en la historia del país. Procede de un sistema de alianzas y de relaciones de fuerza entre regiones con características sociales y geográficas muy diversas, y no es sino en el curso del siglo XIX cuando la Confederación adoptó verdaderamente los rasgos de un Estado moderno.
Así, la dirigente clase liberal, en el poder desde 1848, estableció los fundamentos de un Estado unitario, teniendo en cuenta el rol de los cantones.
Soberanía y minorías
Los cantones eran poco proclives a ceder una onza de su soberanía y las minorías (católica, francófona, italófona y romanche) expresaban también sus temores frente al peso preponderante de la mayoría germanófona.
Los cantones lograron así conservar un amplio abanico de competencias y una gran autonomía. En cuanto a la Constitución federal, integraba una serie de condiciones que permitían equilibrar los principios democráticos y federalistas. Un ejercicio semejante fue impuesto por el recuerdo de la guerra civil de 1847, en la que se habían enfrentado los cantones liberales y conservadores en violentos conflictos.
Voto por cabeza, voto por cantón
Inspirándose en el modelo de la Constitución de Estados Unidos, la Constitución helvética de 1848 previó una segunda Cámara al lado del Consejo Nacional –cuyas curules están repartidas según la densidad demográfica de los cantones-, el Consejo de los Estados. En él, cada cantón está representado por dos senadores.
Contrariamente a la Cámara de los Länder, en Alemania (el Bundesrat), en Suiza, los miembros de los ejecutivos cantonales no tienen un sitio en el Consejo de los Estados. Los senadores son elegidos por el pueblo con las mismas prerrogativas que los miembros del Consejo Nacional.
Constitución federal
Un principio análogo de reequilibrio entre demografía y federalismo fue adoptado en 1891, en el momento de la introducción de la iniciativa popular: para ser adoptada una enmienda de la Constitución federal debe ser aprobada por doble mayoría: del pueblo y de los cantones.
Es un mecanismo que debe garantizar a los pequeños cantones periféricos una cierta protección frente a los pesos pesados económicos que son los cantones urbanos. Esta clave de repartición es sin embargo objeto de numerosas críticas, puesto que infringe el principio de «una cabeza, un voto».
De esa manera, el voto de un ciudadano de Appenzell tiene un peso ampliamente superior al de un habitante de Zúrich, por ejemplo. Diferencia que, por otra parte no ha dejado de aumentar en el curso de los 150 años de existencia del Estado federal.
Centro y periferia, Parlamento y ciudadanos
En 1848 los liberales dominaban ampliamente el centro del paisaje político del Estado pero aceptaron ceder numerosas competencias a las regiones periféricas.
Más tarde, la evolución de la democracia con la ampliación de los derechos políticos de los ciudadanos (introducción de un referéndum en 1874 y de la iniciativa popular en 1891), hizo que una parte de los poderes del Parlamento se confiriera poco a poco al pueblo.
De tal suerte que el Estado federal, nacido en 1848 con todas las características de una democracia mayoritaria (liberales contra conservadores), fue progresivamente obligado a integrar a todos los grupos sociales y políticos capaces de influir en el proceso legislativo gracias a los nuevos derechos populares, en particular el referéndum.
Nacimiento del consenso
Grupos de ciudadanos y de organizaciones de la sociedad civil son llamados, desde la elaboración de las leyes, a expresar su opinión. Se trata de la fase denominada de consulta; un procedimiento establecido para evitar, cuanto más sea posible, eventuales y futuras oposiciones.
El sistema tiene la ventaja de tomar en cuenta la sensibilidad de las minorías, (la oposición conjunta de minorías puede potencialmente destruir un proyecto de ley) y los delicados equilibrios que rigen al país. A la inversa, se le reprocha limitar la transparencia en los debates parlamentarios y frenar algunas reformas importantes.
De hecho, cuando un proyecto de ley llega a las Cámaras es ya el resultado de numerosos compromisos.
swissinfo, Andrea Tognina
(Traducción, Marcela Águila Rubín)
Los 200 asientos del Consejo Nacional (Cámara del pueblo) están repartidos entre los cantones en función de su población. Cada cantón, que es una circunscripción electoral, tiene el derecho a por lo menos un asiento. Desde 1919, el Consejo Nacional es elegido según un sistema proporcional. Contrariamente al sistema alemán, el sistema electoral suizo no prevé quorum para acceder al Consejo Nacional.
En el Consejo de los Estados cada cantón tiene derecho a dos asientos (uno solo para los medio-cantones). También en ese caso el cantón está considerado como una circunscripción electoral. La elección de los consejeros a los Estados está dictada por el derecho cantonal. El Jura aparte, todos los cantones suizos optaron por el sistema mayoritario.
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