Las reglas de oro del Gobierno suizo
El Parlamento de Suiza elige este 7 de diciembre a dos nuevos miembros del Gobierno. Aquel que ocupe uno de los asientos de los “siete sabios de Suiza” debe respetar las siguientes reglas:
1. Colegialidad
La regla de oro del Consejo Federal es el consenso mediante la discusión. Este principio exige que los siete miembros del Gobierno asuman en público las decisiones tomadas por el colegio. Ministros demasiado preocupados por su ego resultarían perjudiciales para la confianza que la población tiene en el Gobierno. Ningún otro Gobierno en el mundo manifiesta tan explícitamente su colegialidad. El presidente es elegido por un año. Es una función rotativa y puramente representativa. La o el presidente es un ‘primus inter pares’, el primero entre iguales.
2. Antigüedad
El Gobierno sigue el principio de antigüedad para la distribución de los ministerios: el primero en formular sus deseos es el consejero federal con más tiempo en funciones. Es seguido por los otros seis en estricto respeto del orden dictado por los años de servicio. Así, el nuevo es el último en tomar la palabra. Unirse al Gobierno impone, pues, una cierta humildad, pero nadie se siente ofendido porque es algo establecido.
3. Mayoría
Pero, ¿qué sucede si un consejero federal no está dispuesto a plegarse a las reglas de antigüedad? El Gobierno busca una solución de consenso y, en su defecto, una decisión por mayoría. Es así como algunas sesiones de distribución conducen a un conflicto abierto. Las ambiciones personales, los rasgos de carácter y las afinidades no se quedan detrás de las puertas de la sala donde se reúnen los “siete sabios”. En 1993, el recién elegido tesinés Flavio Cotti reivindicó inmediatamente la cartera de Exteriores, ministerio que pretendía también el titular de Justicia, Arnold Koller. Aunque ambos procedían de las filas del Partido Demócrata Cristiano (PDC), no lograron llegar a un acuerdo.
4. La voz del presidente
Después de varios intentos fallidos de conciliación, el Consejo Federal sometió el asunto a votación y el voto preponderante del entonces presidente, Adolf Ogi, inclinó la balanza, atribuyendo el Ministerio de Exteriores al representante de la minoría de habla italiana. Arnold Koller debió acatar la decisión. Se trató, sin embargo, de un caso inusual en la historia del Ejecutivo.
5. Consenso
En 2010, por el contrario, la mayoría de los miembros del Gobierno y sus partidos estuvieron de acuerdo en que Simonetta Sommaruga, la nueva elegida (socialista) asumiera el Ministerio de Justicia y Policía. Esa cartera, es responsable de la política de asilo, un tema predilecto de la Unión Democrática de Centro (UDC – derecha conservadora) por lo que habría parecido natural que se le atribuyera. Pero la derecha prefirió dejar esta cuestión candente a la izquierda.
6. Preferencias de los partidos
La distribución es también una cuestión de cálculo político. Por otra parte, los cuatro partidos que componen el Gobierno desde 1960 tienen ministerios de predilección. Así, casi 75 años después de la elección del primer socialista en el Gobierno, parece todavía un tabú instalar a alguno de ellos a la cabeza del Ministerio de Defensa, Protección Civil y Deportes. Los asuntos militares no constituyen ciertamente una prioridad para un consejero federal socialista.
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