Elecciones: el nuevo centro frena la polarización
Tras el éxito del Partido Burgués Democrático y de los Verdes Liberales, el espectro político suizo se halla más fragmentado. La búsqueda de alianzas se hace más difícil. Empero, la victoria de las dos nuevas formaciones pone fin a dos décadas de polarización.
Las encuestas habían previsto desde hacía tiempo buenos resultados para las dos nuevas fuerzas de centro. Pero el resultado de este domingo es incluso mejor de lo esperado, lo que constituye la sorpresa de la jornada.
Los Burgueses Democráticos y Verdes Liberales no se contentaron con captar a los electores de las dos grandes formaciones históricas del centro, el Partido Demócrata Cristiano y el Partido Liberal Radical. Sus resultados hacen pensar que barrieron más lejos, tanto a izquierda como a derecha.
“Demostramos que los Verdes Liberales no son un fenómeno limitado únicamente a Zúrich, como muchos periodistas han escrito”, comentó su presidente, Martin Bäumle. “No le quitamos nada a nadie, sino que ofrecemos alternativas reales”.
Un centro reforzado
A pesar de la fusión entre liberales y radicales en 2009, el nuevo Partido Liberal Radical continuó un descenso iniciado hace varios años. Sus pérdidas, sin embargo, fueron menos graves de lo que mostraban las encuestas.
La constatación es la misma para el Partido Demócrata Cristiano. Los resultados del domingo muestran que todavía no logra detener la erosión iniciada en la década de los 70.
Sin embargo, esta nueva erosión de los dos grandes partidos históricos es compensada en gran medida por los resultados del Partido Verde Liberal y el Partido Burgués Democrático. Al final, el centro del espectro político parece un poco más fuerte después de las elecciones. Pero también un poco más fragmentado …
La izquierda retrocede
Lógicamente, este fortalecimiento del centro se hace a expensas de las formaciones que están a la izquierda y a la derecha del espectro político.
En la izquierda, el Partido Socialista logró mantener globalmente sus posiciones. Tradicionalmente, los periodos marcados por la incertidumbre en materia de crecimiento económico y empleo, le han sido favorables.
De manera contraria, el Partido Verde sufrió una severa derrota. A pesar de un contexto favorable, con el accidente nuclear en Fukushima y el debate sobre el futuro de la energía en Suiza, los Verdes no lograron sacar provecho. Su retroceso es tan marcado que debilita globalmente el campo de la izquierda.
La UDC también pierde terreno
Pero la derecha conservadora también perdió terreno en las elecciones. Por primera vez desde 1991, la Unión Democrática del Centro no logró mejorar su puntuación. Mientras que pretendía atraer a 30% de los votantes, apenas llegó a poco más del 26%. Y un resultado semejante no puede explicarse solamente por la escisión del Partido Burgués Democrático.
“Fuimos combatidos fuertemente por todos los demás partidos a lo largo de la legislatura”, dijo el presidente de la UDC, Toni Brunner. “Desde la no reelección de Christoph Blocher en el gobierno hasta el rechazo de otros partidos de unir sus listas electorales a las nuestras”.
Interrogado por la ATS, el politólogo Georg Lutz ofrece otras explicaciones. “La campaña cara a la UDC, centrada en la inmigración, no generó la misma movilización que en 2007. El tono más moderado adoptado con la esperanza, vana hasta el momento, de ganar escaños adicionales en el Consejo de Estados también pudo haber contribuido al retroceso”.
Freno a la polarización
Desde principios de 1990, la política suiza se caracterizaba por una polarización cada vez más marcada. En claro, lo esencial del juego político era hecho por la derecha conservadora y la izquierda, con un centro cada vez más limitado y reducido al papel de árbitro.
Las elecciones del domingo invierten un poco esta tendencia. El fortalecimiento del centro y el golpe a la izquierda y a la derecha dura ponen un freno a esa polarización. Sin embargo, los grandes equilibrios de la política se mantienen.
Una política de alianzas
Aunque un poco debilitada, la Unión Democrática del Centro se mantiene como el partido más grande del país. Pero también como un partido relativamente aislado en materia de política europea y de inmigración. Por lo tanto, se ve obligada a recurrir al veredicto popular para aprobar sus proyectos.
La situación es bastante similar para la izquierda. También aislada en el Parlamento, se ve obligada a apelar al pueblo para lograr realmente satisfacción.
En resumen, nada nuevo bajo el sol de la política federal. Mañana, como ayer, serán necesarias alianzas para lograr llevar a buen término la agenda parlamentaria. El presidente del PDC, Christophe Darbellay, ha expresado su disposición a buscar diversas formas de cooperación entre los cuatro principales partidos del centro. “Ya no queremos la polarización de la política suiza. En cambio, debemos trabajar juntos para fortalecer la posición del centro”, dijo.
La única novedad que se desprende de estas elecciones es que con un centro más fuerte, pero también más fragmentado, las posibilidades de alianzas se hacen más grandes. Queda por ver si esto va a conducir a nuevas formas de compromiso o a más bloqueos.
“Los partidos querrán desmarcarse unos de otros”, de acuerdo con Georg Lutz. “Va a ser más difícil lograr mayorías en el Parlamento”.
La política suiza está dominada por cuatro grandes partidos en el gobierno, que se reparten aproximadamente el 80%
de las preferencias del electorado:
La Unión Democrática de Centro, UDC, (28.9% de los votos en 2007), el Partido Socialista (19.5%), el Partido Liberal Radical (17.7%) y el
Partido Demócrata Cristiano
(4.5%).
Desde la década de los 80 emergió una nueva fuerza política: el Partido Ecologista Suiza conocido como ‘Los Verdes’, que en 2007 obtuvo el 9,6% de losvotos. Pero los ecologistas no están representados en el Ejecutivo suizo.
Otros dos partidos emergentes –nacidos en los últimos años de escisiones de partidos consolidados- se abren camino: los Verdes Liberales –separados de los ecologistas en 2004-, y el Partido Burgués Democrático -separado de la UDC en 2008).
Se realizan cada cuatro años.
Para renovar las dos Cámaras del Legislativo: El Consejo de los Estados (Cámara alta) y el Consejo Nacional (Cámara baja).
Traducción, Marcela Águila Rubín
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