Protesta juvenil, el 28 de junio de 1980 en Zúrich, en la que el pastor Ernst Sieber también tomó parte, con su asno. (Keystone)
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En un refugio de la comuna de Stallikon, Zúrich, en 1988. (Keystone)
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Como diputado del Partido Evangélico , Sieber utilizaba símbolos para mostrar la injusticia social. En una sesión en la Asamblea Federal en 1992. (Keystone)
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Un símbolo frecuente de Sieber. (RDB)
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Sieber en una 'villa de autoayuda' para toxicómanos en Urdorf, Zúrich, en 1994 (Keystone)
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Ernst Sieber encuentra paz e inspiración en la naturaleza, con sus animales y con la pintura. (RDB)
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Sieber y jóvenes con problemas de dependencias llevan a pastar a más de 200 cabras, en compañía de pastores profesionales, en 2001. (Keystone)
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Sieber el día que cumplió 80 años, con su esposa Sonja (Keystone)
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Un momento de reflexión el día de presentar un proyecto para la construcción de un hogar comunitario, en Zúrich en 2011 (Keystone)
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Sieber recibe un reconocimiento de manos de Corine Mauch, alcaldesa de Zúrich en 2013. (Keystone)
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En 2016, el pastor suizo en un autobús nuevo para dar refugio a unas 40 personas sin hogar en Zúrich. (Keystone)
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Ernst Sieber, el pastor protestante más conocido de Suiza murió el sábado a los 91 años. Durante décadas se comprometió en favor de los más necesitados, inspirado en una visión de un mundo solidario y justo.
Para muchos, se trataba de una figura paterna, de un protector. Durante el crudo invierno de 1963 hizo de un contenedor un refugio para aquellos que no tenían hogar.
En los años ochenta la figura de este singular suizo se dio a conocer al criticar el estado miserable de la escena de la drogadicción en Zúrich, en el parque de las jeringas, lo que le abrió el camino a una carrera política como diputado federal por el Partido Evangélico.
En la cúspide de su programa social, su obra comprendía comunidades terapéuticas, hogares para ‘sintecho’ y centros de encuentro en cuatro cantones suizos, con 215 colaboradores en total.
Pero dificultades económicas provocaron casi la bancarrota de su fundación. En 2004, ante esa amenaza, la Iglesia, el Estado y diversos donadores se movilizaron para salvar su legado.
Ernst Sieber vivía en Zúrich con su esposa y sus ocho hijos, cuatro de ellos, adoptados.
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