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¿Fin de la integración de geometría variable?

Los cursos de idioma figuran entre las medidas para favorecer la integración. Keystone

Las prácticas para fomentar la integración de los extranjeros difieren de un cantón a otro. Basilea, por ejemplo, estableció recientemente las bases para un primer contrato de integración en Suiza.

La cámara baja del Parlamento quiere una legislación nacional en la materia, pero el Gobierno considera que la nueva Ley de Extranjería es suficiente.

Los extranjeros que residen en Basilea, Solothurn u otra parte de Suiza no disponen de las mismas herramientas para integrarse en el país de acogida. Si bien es cierto que existen estructuras encargadas de apoyarlos en su integración, las leyes y los proyectos difieren de un cantón a otro, incluso de una ciudad a otra.

Confrontada desde hace mucho tiempo con esta problemática, Ginebra se ha dedicado a la mediación cultural. Allí se llevan a cabo acciones puntuales en diversos sectores de la integración, como por ejemplo, en el terreno profesional.

En otoño pasado, la operación ‘Curriculum Vitae-anónimo’ tuvo por objetivo evitar la discriminación a la hora de contratar a personal.

A diferencia de los cantones urbanos, otras muestran menos avances al respecto. Los cantones de Glarus, Uri, Zug o los Grisones no disponen de bases legales en materia de integración, mientras que Zúrich, Friburgo o Neuchâtel han inscrito el tema en sus textos constitucionales.

Basilea, pionera

Basilea se destaca por su papel pionero. El cantón revisó en marzo sus disposiciones en materia de integración teniendo en cuenta las nuevas tendencias, en las que se pone el acento en la reciprocidad.

De este modo, los extranjeros pueden ser obligados a asistir a cursos para aprender tanto el idioma (alemán), como las costumbres locales.

«Se debe aplicar el principio de ‘favorecer y exigir’ (‘fördern und fordern’, en alemán), desde el primer día», explica Thomas Kessler, delegado para la integración en Basilea.

«La política de paso a pasito no es suficiente. Se requiere una estrategia para acompañar a la gente y promover una verdadera igualdad de oportunidades.»

Kessler estima importante que Suiza cuente con una ley-marco en materia de integración «a fin de abordar esta problemática de manera más sistemática y menos rudimentaria».

«Reinventamos la rueda por doquier»

El Partido Radical (derecha) elaboró una moción en ese sentido que fue aceptada el 21 de marzo pasado por el Consejo de los Estados, la cámara alta del Parlamento. Este documento solicita que se fijen los requerimientos mínimos para los cursos de integración e idioma.

El Gobierno estima que la nueva Ley de Extranjería -aprobada en septiembre pasado por la ciudadanía y que entrará en vigor el 1° de enero de 2008- es suficiente. Los decretos de aplicación, actualmente en proceso de consultas, deberían favorecer la coherencia de las medidas establecidas.

La Oficina Federal de Migración será la encargada de coordinar las actividades de los cantones a partir del 2008. Su portavoz, Dominique Boillat indica que se fomentarán las sinergias y los financiamientos mixtos.

Por su parte, Simone Prodolliet, de la Comisión Federal de Extranjeros, piensa que un debate nacional sobre el tema podría volverse «interesante».

«Reinventamos la rueda por doquier. Una ley-marco permitiría reconocer lo que se hace hasta ahora, fijando algunos elementos claves válidos para todo el país. Se necesita que la Confederación tome posición en esta problemática», argumenta la senadora radical Christiane Langenberger.

Dimensión coercitiva criticada

En pleno año electoral la cuestión sobre la integración adquiere gran importancia. Los partidos gubernamentales ya han expresado su opinión sobre el tópico. Si bien todos muestran su beneplácito por el principio del «convenio sobre integración» contenido en la nueva Ley de Extranjería, difieren sobre las modalidades para poner establecer este tipo de contratos.

En los círculos de la derecha, el Partido Demócrata-Cristiano (PDC) y la Unión Democrática de Centro (UDC) apoyan la idea de que el permiso de estadía se conceda a quienes han realizado un curso para aprender la lengua local. Con lo que respeta a la izquierda, en el seno del Partido Socialista (PS) se ha debatido la idea de vincular la integración a medidas coercitivas.

La Organización Suiza de Ayuda a los Refugiados (OSAR) domina el escepticismo también sobre el carácter de los convenios de integración.

«El riesgo de discriminación es grande. ¿Quién decide si un contrato se impone a tal o tal extranjero? Para evitar arbitrariedades, sería útil una discusión a escala nacional», opina Christine Müller, responsable de los asuntos de integración en OSAR.

Favorable al principio de reciprocidad, también Müller apoya el establecimiento de una ley-marco en el ámbito federal:

«Esto podría ser una oportunidad si ciertos cantones vieran que sus medios a disposición aumentan y si se promovieran aspectos como la igualdad entre suizos y extranjeros. ¿Qué provecho tienen 26 soluciones diferentes?»

swissinfo, Carole Wälti
(Traducido del francés por Patricia Islas Züttel)

La Confédération a alloué des subventions à la promotion de l’intégration pour la première fois en 2001. Le premier crédit se montait à 10 millions de francs.

Pour la période 2004-2007, ce crédit a été porté à 14 millions de francs par an.

Les subventions fédérales correspondent à près de 45% des coûts engendrés par les projets. Le reste est alloué par les cantons et les communes.

C’est l’Office fédéral des migrations (ODM) qui cofinance des projets de promotion de l’intégration sur la base des recommandations de la Commission fédérale des étrangers.

Más de 200.000 extranjeros en Suiza son pobres o corren un alto riesgo de serlo. Hay dos veces más extranjeros (21,4%) que suizos en situación de precariedad.

Un 15% de los jóvenes extranjeros que vive en Suiza no termina la formación profesional.

La tasa de desempleo entre los extranjeros (8,9%) es casi tres veces superior a la de los suizos (3,3%).

Casi el 40% de los beneficiaros de los subsidios sociales no tiene pasaporte helvético.

Sólo 20% de las personas en edad laboral y que ha recibido asilo en Suiza ejercen una actividad remunerada.

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