«Hablemos más de la riqueza, dónde se concentra»
En la Iglesia 'Heiliggeist' de Berna, donde alcohólicos y drogadictos reciben gratis sopa y té, se presentó el libro 'Adolfo Pérez Esquivel, el rebelde no violento'.
Este motivo trajo al ganador del Premio Nobel de la Paz 1980 otra vez a tierra helvética. El libro fue escrito por la suiza Marianne-Spiller-Hadorn.
Con swissinfo el argentino habla de la pobreza, pero más de la riqueza, del significado del premio, de los solitarios en multitudes en el primer mundo, de la violencia, la paz y la esperanza en América Latina.
swissinfo: ¿Cómo ha visto la reacción de los suizos ante la publicación de un libro sobre usted?
Hubo mucha gente en la Iglesia y esperemos que este interés, no tanto sobre mi persona sino por Latinoamérica, crezca con este libro. Antes, como responsable para Latinoamérica del Servicio Paz y Justicia (Serpaj) venía seguido a Suiza, donde creo que hay gente solidaria. Cuando estaba preso en Argentina, Amnistía Internacional Suiza me adoptó como prisionero de conciencia. Además tengo vínculos con el Consejo Mundial de Iglesias, organizaciones sociales y de las Naciones Unidas.
swissinfo: Arafat y Peres recibieron el Premio Nobel de la Paz. Sin embargo, esté último no parece poder impulsarla desde su gobierno. ¿Cómo explica esta contradicción?
A.P.E.: Estuve con Peres el año pasado para apoyar un partido de fútbol entre un equipo conformado por palestinos e israelíes contra el Barcelona. Ahí todo estuvo bien. En el problema palestino, más allá de la decisión de Peres, hay decisiones del Estado israelí y presiones, sobre todo de los Estados Unidos. Claro que a uno le gustaría ver otra actitud de un ganador del Nobel.
swissinfo: ¿ Para qué sirve en realidad el Premio Nobel? ¿Tiene una repercusión concreta?
A.P.E.: Tiene gran impacto, es el más reconocido a nivel mundial, pero depende del uso que le demos quienes lo hemos recibido. Para mí es un instrumento al servicio de los pueblos, para hacer escuchar sus voces. Con el premio nuestra voz es escuchada, aunque no siempre aceptada.
swissinfo: ¿En su caso, en qué medida el Premio Nobel facilitó su lucha por la paz?
A.P.E.: Siempre trabajé por esta causa y lo seguiría haciendo con el Premio o sin él. Estar junto a los pueblos y trabajar por otra sociedad es un compromiso de vida. Por cierto, antes decía lo mismo y muchos no me escuchaban, ahora digo lo mismo y tiene otra repercusión.
swissinfo: ¿Cómo están los derechos humanos y la paz en la Argentina de hoy?
A.P.E.: El gobierno de Kirchner hizo en políticas de derechos humanos lo que anteriores gobiernos no quisieron hacer. Pero tenemos problemas. Hace un mes desapareció Julio López, uno de los testigos en los juicios contra los represores de la dictadura militar. Pero éstas no son políticas de Estado, son corpúsculos de la dictadura militar que todavía sobreviven y tratan de impedir el derecho a la verdad y a la justicia de un pueblo.
swissinfo: La brecha entre pobreza y riqueza nunca había sido tan grande como ahora…
A.P.E.: Los derechos humanos también son económicos, sociales y culturales. Tenemos cerca de 10 millones de pobres. Cerca de 20 niños al día mueren por hambre o enfermedades evitables. Aunque se dice país federal, las provincias son como feudos medievales, se quita la tierra a los indígenas, a los campesinos, para venderlas a las transnacionales, se tala la floresta para plantar soja transgénica, se usa agroquímicos. Grandes empresas compran las tierras con los reservorios de agua, se apropian de los recursos del pueblo con total y absoluta impunidad. Todo esto tiene que ver con los derechos humanos. La gran desgracia es que somos pueblos ricos y despertamos la voracidad. Lo mismo pasa en África, se llevan los diamantes, dejan la pobreza y les venden armas para que se maten entre ellos.
swissinfo: En América Latina no hay más dictaduras militares, pero persiste la violencia. ¿De dónde viene hoy la violencia y la represión?
A.P.E.: No hay dictaduras militares formales, pero sí una dictadura económica, violencia estructural. Nos quedamos en los efectos de la violencia, pero pocos hablan de la muerte de niños por hambre todos los días, de la pobreza creciente. Por eso tenemos que hablar más de la riqueza, cómo se concentra en pocas manos y excluye a la mayoría, pero se dice que vivimos en democracia. Debemos revertir esto y construir una cultura de paz y solidaridad.
swissinfo: ¿Entiende usted a quienes reaccionan con violencia ante la injusticia?
A.P.E.: Cuando los padres ven que el hijo, por hambre, se les muere en los brazos, sienten tremenda impotencia. ¿Dónde está la violencia cuando reclaman sus derechos y son reprimidos? Los pueblos reaccionan, pero una violencia no resuelve otra violencia. El asunto es cómo organizarnos contra la injusticia. En la lucha contra la dictadura militar en Argentina apelamos a la resistencia social, que fue creciendo, y la lucha por los derechos humanos podría inscribirse como no violenta. Así logramos mucho más que muchas guerrillas.
swissinfo: ¿Entonces en América Latina han cambiado las formas de promover la paz y los derechos humanos?
A.P.E.: Sí. Un movimiento muy importante es el de los Sin Tierra en Brasil o el movimiento indígena en Ecuador. En Bolivia un amigo aymara es presidente y comienza con reformas profundas cuando el pueblo estaba sometido a la violencia del hambre y la exclusión social, recupera los recursos del pueblo, lo que se les arrebató y hace todo eso dentro de un proceso democrático.
swissinfo: Si debemos hablar más de la riqueza ¿qué espera usted de un país rico como Suiza?
A.P.E.: Que tenga la capacidad de comprender mejor de qué manera puede contribuir al desarrollo de otros pueblos. Uno de los graves problemas es que no hay redistribución de la riqueza. Espero que Suiza pueda seguir cooperando, aquí hay organizaciones solidarias, podría señalar a Misión 21, que ha ayudado a Serpaj, también está Tierra de Hombres y muchas otras que pueden profundizar la solidaridad con los pueblos más necesitados.
swissinfo: Por otro lado, Suiza es un país con una democracia casi ejemplar, un país estable. ¿Qué lo diferencia de América Latina?
A.P.E.: Creo que está muy marcada por el individualismo, antes he escrito bastante sobre los solitarios en multitudes. Lo importante es generar espacios de la comunidad que tanto faltan en los países ricos. Cada uno se encierra en sí mismo y por ahí su único interlocutor es el televisor, el mundo virtual. Faltan espacios de integración, de acercamiento, un pensamiento más comunitario y menos individualista. Solidaridad no es sólo aportar recursos económicos, es compartir, llegar a un entendimiento. Como dice un poeta francés, «nadie puede ser feliz a solas». En América Latina hay mucha angustia y dolor, pero compartimos, nunca dejamos de sonreírle a la vida, de pensar que el mundo es hermoso, lo que tiene que ver con la esperanza.
swissinfo: ¿Puede hacer un balance de su trabajo por los derechos humanos desde las Naciones Unidas?
A.P.E.: Tuvimos altibajos. Esperan que se produzcan grandes masacres para reaccionar. Hay que agilizar los instrumentos de prevención e intervención para evitar males mayores. Pero existen intereses que frenan las resoluciones de las Naciones Unidas. Por ejemplo, hay 56 resoluciones sobre Israel y este país no respetó una sola porque Estados Unidos usa el veto y bloquea cualquier sanción contra Israel. Y hace cuatro días anuló el derecho de ‘Habeas Corpus’, los ciudadanos van perdiendo libertades conquistadas a través de luchas sociales como las de Luther King, están indefensos jurídicamente. Los Estados Unidos torturan, secuestran ¿y cuál es la fuerza de la ONU ante ello? El derecho de la mujer, la convención sobre la infancia, sobre los pueblos indígenas, no se respetan. Pero las mujeres, los indígenas se organizan y son cada vez más fuertes. Estos avances deben verse desde una perspectiva más profunda.
Entrevista, swissinfo, Rosa Amelia Fierro
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