La crisis griega no pone en riesgo inminente a la banca suiza
Las cifras del Banco de Pagos Internacionales (BIS), con sede en Basilea, confirman que sólo el 1,5% de la deuda helénica está pactada con instituciones bancarias helvéticas. En contrapartida, el franco sufre la embestida constante de un entorno europeo cada vez más volátil.
Credit Suisse estima, por su parte, que es conveniente evaluar medidas que permitan a Grecia, pero también a España y Portugal sanear sus déficits públicos.
La economía griega es una bomba de tiempo que la zona euro intenta desactivar a toda costa porque sabe que sería su primera víctima.
La estrategia: un severo programa de ajuste fiscal anunciado por el primer ministro, Yorgos Papandreu, que obligará al gobierno griego a recortar su gasto público en 43.000 millones de francos suizos, para conseguir que el déficit público se reduzca del 14 al 3% en un periodo máximo de tres años.
Para la población esto implicará recortar los salarios de la burocracia, reducir las pensiones que cobran los jubilados y aumentar la edad de jubilación para hombres y mujeres.
A cambio, la República Helénica accederá a 158.000 millones de francos suizos antes de 2014; el 40% de dichos recursos este mismo año, para evitar que el país vaya a la quiebra.
El plan fue anunciado el domingo (02.05) por los ministros de Economía y Finanzas de los 16 países de la zona euro y por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y debe ser ratificado el próximo viernes por los jefes de Gobierno de la eurozona durante una cumbre extraordinaria en Bruselas.
Los griegos están inconformes y este miércoles, 5 de mayo, se espera una huelga general.
¿Cómo afecta dicha crisis a Suiza? Su banca está a salvo. Del total de las deudas de Grecia, sólo el 1,5% son adeudos con la banca suiza.
El que sí sufre los embates de la volatilidad es el franco; y contener su constante apreciación es una misión cada vez más onerosa para el Banco Nacional Suizo (BNS).
Impacto para Suiza
Suiza acaba de vivir los efectos positivos de una ‘mudanza contable’.
Concretamente, según datos consulados por swissinfo.ch en el Banco de Pagos Internacionales (BIS), institución basada en Basilea, Grecia le debía 3.800 millones de francos suizos a la banca helvética el pasado 31 de diciembre de 2009 (el dato más reciente disponible).
Sólo tres meses antes, el 30 de septiembre de 2009, el BIS daba cuenta de pasivos griegos con la banca helvética por 65.000 millones de francos.
La dramática caída la explica una decisión de negocios: el banco griego EFG Group, del magnate helénico Spiros Latsis, decidió mudar su sede principal de Ginebra a Luxemburgo.
Cabe recordar que las estadísticas del BIS toman como referencia la nacionalidad del país donde estaba basado el banco prestamista; por ello, al mudarse al ducado el EFG Group, sus balances contables lo hicieron también.
Grecia tiene, según el BIS, una deuda total con los bancos europeos por 273.000 millones de francos. Y sus dos principales acreedores son Francia (81.300 millones de francos suizos) y Alemania (47.200 millones).
Los ‘subprime’ europeos
En un amplio análisis dedicado al caso griego realizado por el área de investigación (Fixed Income Research) del Credit Suisse, el banco helvético destaca los riesgos que la deuda soberana griega entraña para toda la zona euro.
La situación ha alcanzado un punto en el que podría convertirse nuevamente en un riesgo sistémico, señala el estudio y refiere que, guardadas las proporciones porque la analogía no es exacta, estamos frente a “los subprime europeos”.
Esto es, frente a un problema cuyo efecto de contagio está de marcha y que, de no controlarse eficazmente, entrañaría un nuevo golpe al crédito que fluye al sector público y privado de toda la región, poniendo en riesgo con ello una recuperación económica que apenas comienza a instalarse.
El documento (fechado el 28 de abril) estima que apuntalar a Grecia es importante, pero debe irse más lejos.
Y explica que es importante crear un mecanismo que garantice que Grecia, pero también España y Portugal sean capaces de financiar su déficit presupuestario mientras ponen en marcha programas de ajuste fiscal radicales.
Y en opinión del Credit Suisse, el Banco Central Europeo (BCE) podría jugar un papel protagónico en este proceso debido a que sus potestades le permiten, en situaciones emergentes, comprar –en el mercado secundario– deuda que está próxima a vencerse.
Una solución que podría ser arriesgada en opinión de los analistas más ortodoxos, pero que Credit Suisse estimaría muy positiva.
El banco número dos de Suiza aclara que el BCE tiene prohibido financiar directamente a deudores soberanos (los gobiernos de Grecia, España y Portugal en este caso), pero sí tiene permitida la compra de activos financieros en el mercado secundario.
El franco suizo, en tensión
El franco suizo, por su parte, sí ha sido uno de los perdedores del entorno de volatilidad vigente.
Este lunes, la paridad con la divisa europea se situó en 1,43 francos suizos por euro, un nivel poco propicio para la competitividad de las exportaciones helvéticas que requieren de la paridad de entre los 1,49 y 1,51 francos suizos por euro para mantener una sólida posición comercial en el Viejo Continente.
De cara a sus accionistas, el Banco Nacional Suizo (BNS) confirmó el viernes pasado (30.04.) que ha gastado más de 40.000 millones de francos en lo que va de año para evitar la apreciación excesiva del franco.
Durante el último semestre, el euro se ha depreciado un 11% frente al dólar, pero sólo un 5% frente al franco suizo, lo que se explica justo en la intervención del banco central.
“Todo embate contra la estabilidad de nuestra moneda tiene, por definición, un impacto negativo para Suiza”, afirmó el presidente del BNS, Philipp Hildebrand, durante la asamblea general de accionistas.
Asimismo recordó que el franco ha actuado como ‘moneda refugio’ en esta crisis y reiteró que el BNS actuará cada vez que sea necesario para evitar una apreciación excesiva de la divisa suiza, lo que además entrañaría riesgos de deflación para el país.
Hildebrand citó, finalmente, que hace un año el mundo estaba sumergido en lo peor de la crisis económica internacional y subrayó que en el presente ya hay signos claros de recuperación.
La incertidumbre sigue ahí, dijo en alusión a Grecia, pero lo peor ya quedó atrás y haremos lo posible por que el futuro pueda mirarse con estabilidad y optimismo.
El riesgo de bancarrota de Grecia ha acicateado los temores de insolvencia también sobre Portugal y España.
Los tres países han gastado más de lo que tenían y sus déficits públicos son elevados: Grecia (14%), España (11,4%) y Portugal (9,3%).
Desempleo: la situación de España es peor que la griega, con una tasa de paro del 20%, el doble que Grecia.
Deuda: la griega es dos veces más grande que la española (113% del PIB frente a 55% del PIB), con lo que una corrección en las finanzas públicas es mucho más compleja en el caso helénico.
Si los países de la zona euro hubieran aceptado hablar de su salida de este bloque, Grecia habría tenido que declararse en suspensión de pagos, como lo hicieron antes Argentina (2002) o Rusia (1998).
Habría recuperado el dracma como moneda, para ponerlo a flotar libremente frente a la divisa europea hasta encontrar un nuevo equilibrio.
Y el gobierno griego, sobre todo, habría sido el responsable de ‘apretarse el cinturón’ para sanear sus cuentas, ya que es el Estado el que está en riesgo de bancarrota. Los particulares y las empresas siguen pagando sus deudas.
La prensa suiza de este lunes (03.05.) califica el programa de rescate para Grecia como un mal necesario, pero riesgoso.
El ‘Neue Zürcher Zeitung’ (NZZ) destaca que hay más países de la zona euro en problemas y afirma que este bloque económico está pagando simplemente el precio del temor de verse contagiado.
Otros diarios como ‘Le Temps’ opinan que la salida de Grecia de la zona euro o una reestructuración de su deuda pública –para extender los vencimientos de pago– habrían sido soluciones mejores que el programa histórico anunciado por el FMI y la eurozona.
Su argumento es que este gobierno cambiará de acreedores, pero no la situación de severo endeudamiento que enfrenta.
Grecia es miembro de la UE desde 1981 y entró en la zona euro en 2001.
Los 16 países que comparten el euro como divisa común son:
Alemania, Portugal, Austria, Malta, Bélgica, Italia, Luxemburgo, Chipre, Irlanda, Eslovaquia, Eslovenia, Holanda, Grecia, Francia, Finlandia y España.
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