Las nacionalizaciones en Venezuela preocupan a Suiza
La rama venezolana de la empresa suiza de cemento Holcim está en proceso de ser nacionalizada por el Gobierno de Hugo Chávez. Una perspectiva que preocupa y hace reaccionar a Berna.
Número dos mundial del cemento, el grupo Holcim anunció a principios de abril que Caracas había decidido nacionalizar sus empresas establecidas desde 1978 en Venezuela.
«Estamos inquietos», declara al respecto a Antje Baertschi, portavoz de la Secretaría de Estado de Economía (Seco), órgano del Ministerio suizo de Economía. Esta política «conlleva incertidumbre y preocupación por el respeto de la propiedad privada».
Añade que «el pasado 7 de abril, la Embajada de Suiza en Caracas transmitió una nota diplomática al Ministerio venezolano de Exteriores. Y el director de Seco, Jean-Daniel Gerber, convocó y recibió al encargado de Negocios de Venezuela en Berna.»
Respetar los acuerdos
«Suiza reconoce la soberanía de Venezuela en materia de política económica, mientras respete los acuerdos firmados entre los dos países, en particular el acuerdo de promoción y protección de las inversiones en vigor desde 1994», precisa Antje Baertschi. Un acuerdo que garantiza compensaciones completas en caso de nacionalización y la posibilidad para Holcim de recurrir a un tribunal arbitral.
Según la empresa, el presidente venezolano Hugo Chávez acusa al gigante suizo, al francés Lafarge y al mexicano Cemex de que no responden a las necesidades del mercado interior de Venezuela y de que concentran su producción en las exportaciones.
Sin embargo, «a petición del Gobierno venezolano, nuestras fábricas en Puerto Cumarebo y San Sebastián producen desde hace un año para el mercado interior, exclusivamente», replica Peter Gysel, portavoz de la cementera helvética.
De paso en Suiza para una campaña en favor de la República Bolivariana de Venezuela, Blancanieves Portocarrero – antigua ministra del Trabajo – explica que esta política de nacionalizaciones contempla un sector considerado estratégico y tiene por objeto satisfacer las crecientes necesidades de una población pobre y con problemas de alojamiento. Necesidades que, según sus declaraciones, no serían atendidas por las tres empresas de cemento establecidas en su país.
«Nuestra Constitución obliga al Gobierno a proporcionar alojamiento a todos nuestros conciudadanos», subraya Blancanieves Portocarrero.
«Generalmente, estas nacionalizaciones implican que el Estado retome un 60% del capital de la empresa, y obligan a la empresa a una gestión transparente, así como a garantizar la formación de los empleados y la transferencia de tecnología.»
Múltiples nacionalizaciones
Holcim es la primera empresa suiza concernida por esta política de nacionalizaciones que ya afectó a los sectores de los hidrocarburos, la electricidad y las telecomunicaciones.
Walter Suter, embajador de Suiza en Venezuela entre 2003 y 2007, se muestra tranquilo. Advierte que las otras empresas suizas establecidas en Venezuela, que sea Nestlé, Novartis, Roche o Schindler, tienen buenas relaciones con Caracas y que no deberían en principio ser afectadas por esta política.
«Hugo Chávez se lanzó en un proyecto gigantesco que pone en entredicho 500 años de autoritarismo», destaca con entusiasmo el antiguo embajador con respecto al conjunto de la política emprendida por el presidente venezolano.
Blancanieves Portocarrero precisa que esas nacionalizaciones contemplan esencialmente los sectores estratégicos como los hidrocarburos o las empresas que no responden a las necesidades del país. De esa manera, un fabricante de acero y un productor de leche son colocados bajo la tutela del Estado.
De acuerdo con la ex ministra, la corrupción – endémica en Venezuela desde hace lustros – no debe frenar este proceso económico. «Mecanismos de control social – comité de base, consejo obrero – contribuirán a luchar contra esta plaga reconocida por el presidente Hugo Chávez, al igual que la inflación y la inseguridad», considera.
Una política suicida
El especialista de América Latina, Claude Auroy, recuerda hasta qué punto Venezuela era corroída por los perjuicios en los ingresos petroleros, por la debilidad de las políticas industriales y por la pobreza que afectaba a una gran parte de la población antes de la llegada al poder de Hugo Chávez.
Pero el investigador se muestra por lo menos escéptico ante la actual voluntad de controlar la economía. «No impugno el objetivo de luchar contra la pobreza. Pero estas medidas son soluciones fáciles. Si continúa y se desarrolla, esta política suicida volverá el país cada vez menos competitivo», asegura el también profesor del Instituto Universitario de Estudios Superiores Internacionales y del Desarrollo, con sede en Ginebra.
«Es la rehabilitación de viejas medidas exportadas por Cuba. Pero que nunca han funcionado en América Latina, a causa, entre otras cosas, de la corrupción.»
swissinfo: Frédéric Burnand, Ginebra
(Traducción: Marcela Águila Rubín)
A finales de 2006, el importe total de las inversiones suizas en Venezuela se estimaba en 888 millones de francos, en ligera reducción con relación a 2005 (905 millones).
En inversiones no petrolíferas, Suiza se colocó el año pasado en el quinto lugar con un total de inversión anual de más de 8 millones de dólares.
Más de 260 empresas suizas están establecidas en el país y representan distintos sectores de la economía suiza (bancos, seguros, sector farmacéutico, químico, de los transportes, etc).
(Fuentes: Seco)
Holcim, número dos mundial del cemento, está presente en más de 70 países en los cinco continentes.
El grupo emplea a aproximadamente 89.000 colaboradores, 1.300 de los cuales en Suiza.
Holcim produce esencialmente cemento, hormigón y derivados, es decir, todo lo que se mezcla al cemento, de la arena a la grava.
El grupo dispone desde 1978 de una filial en Venezuela.
Con ventas anuales que rondan los 200 millones de dólares, esta última representa ni siquiera el 1% del total del grupo.
El año pasado, Holcim realizó un volumen de negocios de 27.100 millones de francos y logró un beneficio de 4.500 millones.
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