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Seis lecciones del voto en Suiza sobre la reforma del segundo pilar

Pierre-Yves Maillard, Presidente de la Unión Sindical Suiza (USS), y el bando contrario a la reforma de la previsión profesional pueden saborear un resultado inequívoco en las urnas.
Pierre-Yves Maillard, Presidente de la Unión Sindical Suiza (USS), y el bando contrario a la reforma de la previsión profesional pueden saborear un resultado inequívoco en las urnas. Keystone / Peter Schneider


La ciudadanía quiere saber exactamente qué impacto tendrá una reforma gubernamental en su bolsillo, de lo contrario está condenada al fracaso. Esta es una de las seis lecciones a aprender de la derrota en las urnas de la reforma de pensiones para la edad del retiro, rechazada este domingo 22 de septiembre. He aquí nuestro análisis.

1. Reforma falta de transparencia

Cualquiera que quisiera saber el impacto de la reforma del régimen de pensiones profesionales (LPP) en su propia pensión de jubilación se iba a encontrar con un duro despertar. El término «calculadora de la reforma de la LPP» se buscó activamente en Google durante la campaña. Pero el buscador no encontró respuesta, ni tampoco la ministra del Interior, Elisabeth Baume-Schneider, que aconsejó a los votantes que «consultaran con su caja de pensiones».

Apenas había quedado establecido que ni las personas jubiladas en Suiza ni las personas suizas residentes en el extranjero se verían afectadas, a no ser que hubieran emigrado con un contrato de trabajo suizo, tuvieran prestaciones consolidadas en una cuenta o tuvieran previsto regresar a Suiza. Esto demuestra el número de eventualidades que cubre la reforma.

Poco se podía hacer para cambiar la complejidad intrínseca de la Ley de Previsión Profesional (LPP), pero ésta era sólo la segunda gran debilidad del proyecto. El primero era su falta de transparencia.

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2. Reforma de pensiones, solo a pequeños pasos

Una de las conclusiones que cabe extraer del resultado de esta votación es que ni el Consejo Federal (Ejecutivo de Suiza) ni el Parlamento han aprendido la lección de 2017, cuando fracasó la última gran reforma del sistema de pensiones de jubilación. La idea de que solo una política de pequeños pasos podía funcionar en cuestiones delicadas había sido demostrada en aquel momento.

La prueba se dio cinco años después, en el marco de la reforma SVS21, con la votación sobre el retraso de la edad de jubilación de las mujeres a los 65 años. Se había desentrañado el expediente y se había identificado a la población que se vería perjudicada. Las reformas de este tipo suelen implicar sacrificios que las ponen en entredicho desde el principio. En materia de jubilación, el electorado no vota por la estabilidad del sistema, sino por su propia jubilación.

Si analizamos el resultado de la votación del domingo, el Consejo Federal y el Parlamento deberían haber propuesto tratar por separado la mejora de las pensiones de la fuerza trabajadora a tiempo parcial y la cuestión de los salarios bajos.

En lugar de ello, las autoridades abordaron una reforma más amplia del 2º pilar sobre la base de un exiguo consenso interpartidista alcanzado en Berna. El resultado es un error sistémico recurrente en nuestro sistema de pensiones.

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moderado por Patricia Islas

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3. Poder sindical

Seis meses después del «sí» a la 13ª pensión del primer pilar de pensiones para la jubilación, un resultado en el que tuvo mucho que ver el jefe de la Unión Sindical Suiza (USS), Pierre-Yves Maillard, el hombre de Vaud ha puesto fin a la reforma del régimen de pensiones profesionales del país. Otra victoria del que muchos consideran uno de los políticos más influyentes del país.

Tanto es así que ha sustituido a Christoph Blocher, la figura de 83 años del populismo de derechas, en el papel de tribuno popular, pero esta vez a la izquierda del espectro. Aunque en lados opuestos del espectro político, los dos hombres están a la cabecera del pueblo como pocos lo están, encontrando fórmulas sencillas susceptibles de convencerlo.

«Pagar más por menos pensión»: aunque la fórmula de Pierre-Yves Maillard sólo se aplica a una fracción de la población, el domingo tocó la fibra sensible. Durante la campaña, los sondeos ya habían mostrado que el 55% de la ciudadanía compartía esta idea de «estafa» a las personas con empleo.

4. La patronal se aleja del pueblo

Los círculos empresariales y los partidos tradicionales de derecha tienen cada vez más dificultades para convencer a la opinión pública. Tras la afrenta del sí a una treceava renta en la pensión básica tras el retiro (SVS) la Unión Empresarial, Economiesuisse y los partidos del centro y de derecha del espectro político suizo han sufrido un nuevo revés. Lo que funciona para estas fuerzas en el Parlamento Federal, donde sus ideas son mayoritarias, fracasa con el pueblo.

Los argumentos esgrimidos por el sector empresarial ya no resuenan. El público ha perdido la confianza, sobre todo a medida que se va enterando de los salarios ejecutivos y de la responsabilidad de las empresas.

También en este caso, el naufragio de Credit Suisse y el rescate de UBS han dejado huella. Al mismo tiempo, el coste de la vida ha subido para mucha gente en Suiza, con efectos muy tangibles. La izquierda y las organizaciones afines también están más presentes en redes sociales como Instagram y Tiktok. Por último, la economía carece de las personalidades fuertes que necesita para dejar su impronta. Figuras carismáticas que combinen influencia, credibilidad y pasión.

Tampoco hay mucha campaña directa. La campaña por el sí a la reforma de la LPP se subcontrató a una organización externa. Del mismo modo que la recogida de firmas para las iniciativas populares se subcontrata a empresas privadas, hacer campaña sin presentarse se está convirtiendo en una desventaja para ganar.

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5. La confianza en las instituciones se tambalea

La confianza en el Gobierno es mayor en Suiza que en cualquier otro país de la OCDE. A menudo se considera un factor del éxito del modelo suizo. Pero también es un activo extremadamente frágil.

El anuncio, en pleno verano, de un error en el cálculo de las previsiones del SVS -los gastos para 2033 serían de hecho varios miles de millones de francos inferiores a lo que se había presentado durante la campaña para la 13ª pensión del SVS en marzo- ha desprestigiado a la Oficina Federal de la Seguridad Social (OFSS) y, más en general, a toda la administración federal.

En un momento en que cada vez es más difícil distinguir lo que es verdad de lo que es mentira, este error podría tener repercusiones negativas a largo plazo en el vínculo de confianza que une a la ciudadanía suiza con sus autoridades, según nos han dicho varias personalidades políticas tanto de la izquierda como de la derecha.

Aunque es difícil medir el efecto exacto, la marcha atrás del OFSS pesó sin duda en el inequívoco «no» de las urnas. Por un lado, demostró que el sistema de pensiones estaba en mejor forma de lo esperado. Por otro, el «sello de aprobación» que a veces se utiliza para sacar adelante complejos proyectos parlamentarios y gubernamentales quedaba seriamente empañado.

En este clima de desconfianza, los argumentos racionales que podrían haberse esgrimido a favor de la reforma del sistema de previsión profesional, incluso a la izquierda del espectro político -como una mejor cobertura para la clase trabajadora con salarios bajos, en particular las mujeres-, sencillamente no se escucharon y quedaron ahogados por la extrema complejidad del proyecto.

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6. La sensación de urgencia no fue suficiente

Los fondos de pensiones gozan de buena salud financiera. Nadie se atrevió a decir lo contrario durante la campaña. Los temores a una escasa rentabilidad, que eran la principal razón para bajar el tipo de conversión y, por tanto, las pensiones, no se han materializado.

Los fondos de pensiones han podido aumentar considerablemente su índice de cobertura en los últimos años. En el primer trimestre de 2024, este indicador, que mide la relación entre los activos de pensiones y los pasivos frente a las personas en activo y las beneficiarias de pensiones, se situó en el 119,6%, según el Monitor de Bancos Cantonales Suizos (Swisscanto). Esta cifra está muy por encima de la marca del 100% necesaria para que los fondos de pensiones cubran sus pasivos.

El envejecimiento de la población y la prolongación de la esperanza de vida no parecen amenazas inminentes. Tanto más cuanto que, con su fuerte crecimiento demográfico, debido sobre todo a la llegada de mano de obra de países europeos, Suiza se encuentra en una posición envidiable en cuanto a la proporción entre población activa y jubilada.

Con el claro «no» en las urnas el domingo, el electorado suizo consideró que el sistema de pensiones suizo no necesitaba urgentemente un goteo de fondos y que no debía pagar por un paciente con buena salud.

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Texto editado y verificado por Mark Livingston, versión en español de Patricia Islas

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