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Seis lecciones que aprender de esta votación sobre el seguro médico

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Keystone / Marcel Bieri

El pueblo suizo se lamenta bajo el peso de un sistema sanitario de lujo para los estándares internacionales. Sin embargo, ha rechazado dos iniciativas que buscaban soluciones. ¿Cuáles son las razones? ¿Y qué pasará ahora? Nuestro análisis.

1. La paga extra de las pensiones (AVS) se convirtió en un boomerang

La izquierda suiza parecía tener la balanza de su lado. Tras el voto aprobado sobre la paga extra de las pensiones en marzo de este año, el Partido Socialista (PS) entró con gran entusiasmo en la campaña de estas votaciones para limitar las primas del seguro médico a un máximo del 10% de los ingresos de la persona asegurada. Según su interpretación, el pueblo está harto de la subida de los alquileres y los precios, de los altos ingresos de los bancos y quiere una redistribución social.

Sin embargo, la victoria política en la ampliación de las pensiones se ha convertido ahora en un bumerán para el proyecto de ley sobre las primas del seguro médico. La financiación de la 13ª paga de la pensión del AVS está resultando un fiasco político. El tópico de que alguien tendrá que pagar los costes adicionales ha llegado a la conciencia pública durante la campaña de las votaciones sobre la propuesta de primas del PS. Y eso en un momento de finanzas federales ajustadas.

Para los opositores de centro-derecha, esto ha sido un buen argumento. Su idea principal de que la iniciativa de desgravación por primas podría ocasionar costes hasta dos veces superiores a los de la pensión del AVS 13 -un escenario extremo- no dejó de tener impacto.

Es más, con la ampliación de la reducción de primas, quedó claro desde el principio quién pagaría la factura: los contribuyentes. A diferencia de la ampliación de las pensiones, en la que se pusieron en juego ideas de financiación completamente irreales (impuesto sobre las transacciones financieras, etc.), esta vez nadie podía engañarse pensando que no se verían afectados por los costes adicionales.

2. La Quinta Suiza por las personas con rentas bajas

Cabe destacar que los suizos residentes en el extranjero llenaron un vacío al defender con más énfasis a las personas con rentas bajas.

Al fin y al cabo, los que probablemente se habrían beneficiado más de la limitación de las primas, es decir, las familias con bajos ingresos en Suiza, no son los votantes más entusiastas. A menudo ni siquiera tienen derecho a voto. Muchos pertenecen al 27% que vive en el país y paga impuestos, pero no puede votar. Eso se debe a que necesitan la ciudadanía suiza para hacerlo.

Este es precisamente el grupo que reconoce la penuria social. Sin embargo, sus preocupaciones -guarderías, permisos parentales- son rechazadas con holgura en las urnas en Suiza. Por tanto, la política familiar sigue siendo el pariente pobre de la política social suiza.

La Quinta Suiza no se ve afectada por las primas del seguro médico porque no pueden asegurarse en Suiza. Sin embargo, como ciudadanos suizos, se les permitió votar al respecto, como en toda propuesta. Independientemente de las posibles consecuencias fiscales, estaban más a favor de la iniciativa de desgravación de las primas que la ciudadanía propia suiza.

3. ¿Por qué cambiar lo que funciona?

El pueblo suizo ha confirmado una vez más su apego a un sistema sanitario que es una excepción en Europa: Está financiado en gran parte por los hogares y las primas son igualmente elevadas para todos. Esto puede parecer antisocial, al menos desde fuera.

Pero a la ciudadanía suiza no parece importarle. En los últimos 30 años, ha rechazado cinco iniciativas de izquierdas que pedían un fondo único de seguro médico o primas vinculadas a los ingresos.

Es cierto que el sistema sanitario suizo pesa cada vez más sobre los hombros de la clase media. Pero tiene una ventaja insuperable: funciona. Ya sean ricos o pobres, habitantes de la ciudad o del campo, suizos o no suizos, todos reciben servicios médicos de alta calidad, y con relativa rapidez, en un país con una de las concentraciones de hospitales más densas del mundo.

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Suiza tiene un sistema sanitario caro. Keystone / Valentin Flauraud

En la campaña de las votaciones del 9 de junio, por ejemplo, se habló del modelo inglés, que se financia íntegramente con impuestos, pero funciona más mal que bien. Nadie lo quiere, porque la medicina a dos niveles y la infrautilización médica son escenarios que en Suiza disuaden de forma fiable.

En el país de la responsabilidad personal, el modelo sanitario liberal todavía parece destinado a una larga vida.

Sin embargo, en la Suiza francófona y en el Tesino se ha producido un clamor: en estas regiones minoritarias, quienes están asegurados pagan las primas más elevadas del seguro médico. No hay que subestimar esta señal. Si los políticos no encuentran respuestas a la espiral de costes sanitarios, el problema se convertirá en una amenaza para la solidaridad nacional.

4. Nunca quedó claro quién se beneficiaría

La iniciativa de los socialistas parecía sencilla, pero era complicada. Y el electorado suizo no evita nada con tanta seguridad como las iniciativas complejas. Sonaba sencilla porque el 10% de los ingresos es una cifra que todo votante puede nombrar para su caso personal sin pensar.

Pero luego se complica. Persona soltera o con familia, monoparental o pensionista: todos estos factores influyen a la hora de determinar si alguien se habría beneficiado o no, según el cantón.

Tampoco queda claro: ¿para qué modelo de seguro creamos un tope de primas? Si se quiere redistribuir dinero y exigir solidaridad, hay que explicar por qué. El Parlamento debería haber concretado los detalles del modelo de seguro, así como lo que debe considerarse “renta disponible”.

Otro error fue que quienes promovían la iniciativa no descartaron un modelo de seguro con acceso directo a especialistas médicos. Esta costosa opción no encajaba bien en una cuestión de política social. Da la impresión de que Suiza puede permitirse una opción de lujo en el seguro básico.

Un problema de complejidad era también inherente a la iniciativa ‘Freno a los costes del sistema sanitario’ promovida por el partido de Centro: en primer lugar, ya estaba concebida en subjuntivo, lo que significa que sólo habría tenido efecto en determinadas condiciones. En segundo lugar, pedía medidas poco concretas, precisamente a las instituciones y asociaciones que todavía no han sido capaces de aportar ninguna solución a la explosión de los costes sanitarios.

Y, en tercer lugar, operaba totalmente en el ámbito de la política, lejos de los bolsillos de los ciudadanos y de las experiencias de los pacientes. Recordaba más bien a una iniciativa parlamentaria.

En consecuencia, la campaña nunca llegó a despegar. Parecía que ni siquiera a los propios exponentes del partido les convencía la idea del presidente del Partido de Centro, Gerhard Pfister. Fue revelador que, cuando planeamos un debate sobre la iniciativa en Let’s Talk, recibiéramos más de una docena de cancelaciones de políticos centristas.

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Keystone / Christian Beutler

6. La presión de los problemas persiste y va en aumento

Suiza es uno de los países que más dinero gasta en sanidad, concretamente entre el 11% y el 12% de su producto económico. Sin embargo, si el crecimiento económico continúa, el Estado dispone de los medios para hacerlo.

El bolsillo de la ciudadanía, en cambio, es menos elástico. Paga alrededor del 60% de los gastos sanitarios. La presión sobre los hogares con rentas bajas sigue siendo elevada, incluso con la contrapropuesta, que entra ahora en vigor y obligará a los cantones reticentes a conceder reducciones de primas a hacerlo.

Nadie duda de que Suiza necesita controlar sus costes sanitarios. Y no faltan ideas. La redistribución de los ricos a los pobres sigue siendo una opción, especialmente para la izquierda política. En la derecha y en el centro del espectro político, la densidad hospitalaria se ha convertido en un objetivo. Y surgió la idea de que la planificación hospitalaria debería ser asumida por el gobierno federal, ya que los cantones sólo se ocupaban de sí mismos.

Por tanto, el claro rechazo del domingo no ha puesto fin al debate, sino que lo ha reavivado. El problema fundamental persiste: Todavía no se han encontrado mayorías políticas para ninguna de las reformas propuestas. Son muchos los círculos de interés que ejercen presión en el mercado sanitario suizo, de 90.000 millones de francos. Juntos, tienen al pueblo y al Parlamento en sus manos.

Texto adaptado del alemán por Carla Wolff

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