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Suiza-UE: la incoherencia económica de la vía bilateral

François Schaller

El impacto económico de los acuerdos bilaterales entre Suiza y la Unión Europea está muy sobrevalorado, según François Schaller, periodista y miembro de la comisión autonomiesuisse. Denuncia la existencia de un mito oficial sobre el crecimiento generado por la «sacrosanta» vía bilateral.

Cinco años de Brexit efectivo no han colmado las ambiciones económicas de quienes estaban a favor. Sin embargo, la catástrofe tan pronosticada por quienes se oponen al Brexit tampoco se ha producido. En medio de análisis apocalípticos sobre el estado del Reino Unido, esta es la insólita conclusión a la que llega René Schwok, profesor honorario de Estudios Europeos de la Universidad de Ginebra, en un artículo publicado recientemente en el periódico Le TempsEnlace externo.

Cabe añadir que las tasas de crecimiento del Reino Unido desde su Acuerdo de Comercio y Cooperación con la UE (2020) son inequívocas: muy superiores a las de Alemania, aproximadamente al mismo nivel que las de la zona euro.

Según las previsiones de la OCDE, estos resultados se acentuarán aún más este año. La economía británica ya no forma parte del mercado europeo, pero en general va bien. Incluso el Partido Laborista en el gobierno ha dejado de contemplar el regreso a la UE.

Narrativa europeísta

Esta discrepancia entre los oscuros relatos y la realidad macroeconómica nos lleva a preguntarnos qué está ocurriendo en Suiza desde hace más de treinta años. Existe una narrativa estrechamente europeísta y más o menos oficial.

Comienza con la década de 1990, presentada como un periodo de estancamiento. Un calvario, de hecho, al que siguió una espectacular recuperación en la década de 2000, gracias a los acuerdos sectoriales I y II con la UE y a la sacrosanta «vía bilateral». Esta se concibió inicialmente para conducir gradualmente a la plena integración de la economía suiza en el aparato regulador de la UE. Los suizos abandonaron posteriormente este objetivo, pero los europeos no lo han olvidado.

Basta con observar las tasas de crecimiento desde 1990 para darse cuenta de que el memorial de la «redención por la vía bilateral» es un mito. La recuperación de la economía suiza -espectacular, por cierto- comenzó en 1997. Cinco años antes de los acuerdos bilaterales I y de la aplicación gradual de la libre circulación de personas. Diez años antes de la plena aplicación.

Beneficios mínimos

Esta observación retrospectiva básica ha sido validada recientemente por Tobias Straumann, de la Universidad de Zúrich, uno de los pocos historiadores económicos de Suiza. La vía bilateral no ha contribuido mucho a la prosperidad de los últimos veinticinco años. De hecho, fue bajo la presión de la UE (cláusula de guillotina, intimidación y sanciones a partir de 2014) que se «votó a favor» en varias ocasiones.

Otras discrepancias cognitivas se observan fácilmente en los lugares comunes que estructuran el debate sobre la integración europea de Suiza. Se supone que nos convencen de la importancia vital de los tratados. El famoso Acuerdo sobre el Reconocimiento Mutuo de Normas Técnicas (ARM) es un ejemplo de ello. Es el único acuerdo claramente comercial de los Bilaterales I y II. Los demás se refieren principalmente a la vecindad o la cooperación.

El ARM permite reducir los costes de homologación para el mercado europeo. Sin embargo, según la Secretaría de Asuntos Económicos suiza (Seco), la ganancia es inferior al… 1,5% de un tercio del valor de las ventas en Europa. Eso no es nada comparado con el mayor coste de las exportaciones suizas debido a la caída crónica del euro frente al franco (30% desde 2000).   

Un lobby académico atiza el miedo

El importante sector de las tecnologías médicas (medtech) lleva cuatro años privado de este «privilegio ARM», como medida de represalia. Sin embargo, nunca ha estado en mejor forma, con tasas de crecimiento envidiables. De hecho, el 90% de las exportaciones al mercado europeo proceden de empresas que durante mucho tiempo han preferido renunciar a esta facilidad (en favor de la aprobación directa en la UE).

El poderoso lobby académico (grupo de presión) también tiene el don de sembrar el miedo. ¿No cree que las barreras europeas a la plena participación de sus investigadores en el programa Horizonte son el fin de la Suiza innovadora?

En realidad, la contribución de Berna a Horizonte no representa ni el 3% de la inversión en investigación y desarrollo en Suiza (pública y privada). Y desde que se retiró el estatuto de «asociado» en Horizonte, una vez más como medida de represalia (2020), las universidades no han perdido nada de su atractivo. Siguen reclutando investigadores e investigadoras de Europa y de todos los rincones del mundo.

La libre circulación vista desde la UE…

La libre circulación de personas está en el centro de los acuerdos institucionales exigidos por la UE. Bruselas está absolutamente comprometida con ella. Este principio va mucho más allá de las implicaciones para la migración. Es esta libertad de circulación la que hace doctrinalmente compatible el mercado suizo con el europeo: personas, capitales, bienes y servicios. Sin esta cuádruple libertad, desaparecería cualquier perspectiva de mayor integración jurídica.

Pero los europeos, a diferencia de los suizos, nunca han dicho que hayan renunciado a lo que el «camino» bilateral debía conducir oficialmente por etapas: la adhesión. La UE tiene tiempo, pero su paciencia se ha agotado con la conmoción del Brexit. Los movimientos populistas florecen en Europa. Suiza es vista cada vez más como un polizón de la UE. ¿No decidió la UE unilateralmente que Suiza formaba parte de facto del mercado europeo?

Ahora debe adoptar las normas. Para poner fin a lo que la UE considera «competencia desleal». No tener que integrarse ni soportar la carga de la normativa europea se ha convertido en una ventaja desleal para las empresas suizas en los mercados mundiales. Al principio, en los años 90, no formar parte del mercado europeo sólo podía conducir al declive. Hoy, el éxito económico de Suiza, que no forma parte de él, se percibe como un engaño.

…y desde Suiza

La libre circulación se vive de forma muy diferente en Suiza. En el plano político, existe la tercera iniciativa de la UDC (partido conservador) para acabar con ella («No a Suiza por diez millones»). Su aceptación por el pueblo significaría el fin de la libre circulación. Por tanto, el rechazo «preliminar» de esta iniciativa parece necesario antes de que pueda celebrarse otra votación sobre el paquete institucional y sectorial negociado el año pasado.

    «¿Qué tipo de crisis hará falta para que estalle una posible burbuja demográfica?»

Decir que el clima general no favorece las buenas relaciones con la UE sería quedarse corto. El aumento del número de ciudadanos de la UE en Suiza parece no tener fin. En la década de 1990 y de nuevo en 2000, el Consejo Federal (Gobierno) predijo un aumento anual de 10.000. Las organizaciones empresariales llegaron a hablar de 8.000. Desde la plena aplicación del acuerdo en 2007, la media anual ha sido en realidad de 48.000 personas. Eso equivale a la población de la ciudad de Neuchâtel, a la que hay que añadir 20.000 no europeos (excluidos los solicitantes de asilo).

Contrariamente a lo que se oye a menudo, no existe correlación alguna entre el crecimiento anual del PIB y la inmigración europea. Los años buenos han sido relativamente débiles en términos de inmigración, mientras que el saldo con la UE seguía siendo de 40.000 personas en plena recesión (2020).

¿Burbuja demográfica?

Al mismo tiempo, el desempleo, según la definición de la Oficina Internacional del Trabajo (OIT), ha aumentado. De menos del 2% en 2000, ahora ronda el 4,5%. Eso acerca el no-empleo a las medias europea y de la zona euro (+/- 6%).

Dado que el aumento de la población activa genera automáticamente crecimiento, ¿en qué medida contribuye al producto interior bruto? Difícil de medir. Entonces, ¿qué tipo de crisis hará falta para que estalle la burbuja demográfica? O bien: ¿qué tipo de crisis provocará la burbuja cuando estalle? ¿Será este el momento adecuado para entablar complicadas discusiones con Bruselas para considerar, en virtud de los Tratados, medidas de salvaguardia «en caso de dificultades económicas o sociales graves»? ¿Qué tipo de «graves dificultades» puede estar atravesando Suiza, tan próspera y tan tranquila, a ojos de la UE? Estas son sólo algunas de las preguntas a las que pronto habrá que dar respuesta.

Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivamente las del autor y no reflejan necesariamente la posición de swissinfo.ch.

>> Lea también la opinión de Cristina Gaggini, directora de Economiesuisse en la parte francófona de Suiza:

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Texto revisado por Samuel Jaberg. Adaptado del francés por Carla Wolff.

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