El pueblo votó 40 años después, ¡y se hizo la luz!
Los habitantes de Surrein, un pueblito de montaña en el cantón de los Grisones, se opusieron por más de cuatro décadas a instalar luz eléctrica en sus calles. Vientos de cambio soplaron allí. Asunto de democracia directa.
Esta es la historia: Los habitantes de Surrein se negaron a la instalación de faros en sus calles durante 40 años, pero una nueva votación decidió el cambio y este poblado del cantón de los Grisones dejará de ser el único en Suiza sin iluminación pública.
Este reportaje forma parte de #DearDemocracy, la plataforma de la democracia directa de swissinfo.ch.
Alguien podría estar frente a mí y no lo vería. Así de negra es la noche en el valle de Surrein. Solo un par de lucecitas anaranjadas centellan a lo lejos. Son linternas que señalan una obra en construcción. Si no: total oscuridad y silencio, a excepción del sonido que produce el cauce del Rin a lo largo del valle.
Surrein, con sus 250 habitantes, es el último pueblo de Suiza donde no hay luz eléctrica en las vías públicas. Pero, justamente, las luces anaranjadas e intermitentes que vemos en la calle anuncian el cambio por venir: el pueblo perderá su peculiaridad e ingresará a una nueva era. Las señales marcan las excavaciones en el pavimento que se hacen para instalar los cables eléctricos que darán luz a sus calles.
Hasta finales del año terminarán las obras para cubrir de nuevo de asfalto las calles del pueblo y, a propósito, también se dará por primera vez nombre a cada una de ellas.
Hasta ahora, las direcciones del pueblo eran señaladas solo por el nombre otorgado a los barrios. Pero pronto surgirán las calles Via Planatsch, Via Encarden, Via Plazzas, Via Giachengina y Via Reids. Y todas ellas recibirán lo más moderno en iluminación vial.
Contaminación luminosa contra…
En 1977 se produjo la primera tentativa para instalar la luz en Surrein (fracción de la comuna de Sumvitg). Pero sus habitantes rechazaron la propuesta en las urnas. Los argumentos: los muy altos costos de la electricidad y el aspecto repugnante de los faroles, que habría deteriorado la imagen del pueblo.
Un segundo voto tuvo lugar en la década de 1990. Los argumentos en contra siguieron siendo los mismos, y la oscuridad nocturna en Surrein continuó.
En la primera década de este siglo hubo un tercer intento, y ya para entonces había un nuevo y moderno argumento en contra: el reciente término de moda de la ‘contaminación luminosa’.
Las luces provocarían que se dejara de ver el resplandor de las estrellas y el de la Vía Láctea. También se adujo que los animales apreciaban la oscuridad nocturna de Surrein. Así que de nueva cuenta ganó el ‘no’.
Pero esta primavera, y casi 40 años después de la primera votación, el consejo comunal se pronunció a favor del iluminado público y el pueblo de nuevo tuvo la última palabra.
“Ya era hora”, dice Otto Deplazes, presidente de la fracción Surrein y favorable al cambio.
Para Otto Deplazes, se trata de una cuestión de modernidad y progreso. Deplazes me recibe en la sala de exposición de su negocio de estufas y chimeneas. Opina que ya no se puede seguir en el pasado, aun cuando se trate de un pueblo alejado como el de Surrein, donde vive poca gente a causa de opciones laborales.
“Con mantener la oscuridad aquí se quiso simplemente ser original”, confía. En su opinión, esa originalidad misantrópica resulta innecesaria, sobre todo en las noches invernales, cuando camina con una lamparita de mano para no meter los pies en algún hoyo o charco. “Seguro que eso no lo extrañaré”.
Cabe decir que en las primeras cuatro votaciones, los principales opositores fueron los más viejos, que alegaban motivos de ahorro. Y tal vez por nostalgia, pues antes, reiteraron, siempre se vivió así, sin luz.
… «un impresionante cielo estrellado»
Incluso los hijos de Deplazes, adultos, preferían que todo quedara como hasta ahora.
Pero las quintas votaciones sobre el tema se produjeron en la primavera de este año y por 84 votos a favor y solo tres en contra se decidió la instalación de la luz pública.
Uno de los tres ciudadanos en contra fue Simon Jacomet. El artista y diseñador de esquíes vive al final del pueblo y construye una segunda vivienda. La primera, que perteneció a su madre, obtuvo fama nacional: Jacomet desarrolló en su interior una construcción artística de metal. Lo importante para Jacomet en la nueva extensión de su propiedad es que las ventanas estén dispuestas varios metros a lo alto para ver durante el día la punta de la montaña, y por la noche, las estrellas.
“El cielo estrellado que contemplamos hoy en Surrein es extraordinario. Esto se perderá. La gente de Zúrich estaría dispuesta a pagar caro por disfrutar de la oscuridad que impera aquí”, afirma el artista. Considera que si los medios locales hubieran informado con mayor oportunidad sobre estas ventajas, tal vez el resultado del voto habría sido otro. “La gente hubiera tomado mayor conciencia de que la oscuridad también significa tranquilidad y reposo”, reitera.
Pero ahora las noches serán más claras con la instalación este mes de faroles de bajo consumo energético. Durante la noche solo tendrán un tenue destello, y se iluminarán más si sus sensores registran la presencia de movimiento.
Por ejemplo, cuando alguien se dirija a la única hostería del pueblo, Placi Pign. Hoy, su dueña, Claudia Maissen, solo atiende a un cliente.
Maissen se alegra de que se hará luz en el pueblo:
“Me da gusto, sobre todo si pienso en las actividades del coro de la iglesia”, comenta.
Los ensayos semanales del coro concluyen a las diez de la noche, por eso se decidió que el modo de ahorro energético de las nuevas lámparas se activará diez minutos después, para que la gente pueda retornar a sus casas con el camino iluminado.
Claudia Maissen está contenta de que ya no deberá caminar sin luz a su casa, luego de cerrar su local, a las 22:15. Y aunque solo se trate de un muy corto desplazamiento, afirma: “Creo que con luz me sentiré más segura”.
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