Suiza y Alemania socios sin corazón
Las relaciones entre Suiza y Alemania, después de la Segunda Guerra Mundial, fueron analizadas recientemente en Berlín por el historiador alemán Markus Schmitz.
Las relaciones bilaterales caracterizadas por la frialdad.
Schmitz presentó su nuevo libro «Alemania Occidental y Suiza después de la Guerra» (editorial Neue Zürcher Zeitung), el segundo tomo en su serie sobre la historia de los vínculos bilaterales entre ambos países.
La obra, de 590 páginas, cubre un vacío en el conocimiento exhaustivo del período entre 1945 y 1952 en el que Suiza proporcionó a Alemania abundante ayuda humanitaria, hoy casi por completo olvidada, mientras se iba elaborando una nueva conformación de las relaciones helvético-germanas.
Ausencia de emociones
Los excelentes vínculos entre Alemania y Suiza «se dan, quizás, por sobreentendidos, están muy bien administrados, pero les falta un grado de emocionalidad y tal vez sea esta la razón por la cual hasta ahora no se ha profundizado mucho científicamente en su estudio», dijo a swissinfo el historiador.
Tras analizar documentos provenientes de 17 archivos de ambos países, Schmitz constató que inmediatamente después de concluida la Segunda Guerra, Suiza y Alemania Occidental establecieron desde muy temprano un diálogo político-diplomático entre ambos gobiernos.
La Confederación Helvética no seguía una política equidistante hacia ambos Estados de la Alemania dividida, sino que desde un comienzo, y respondiendo a sus intereses nacionales, Berna se inclinó en favor de la República Federal de Alemania.
Sólo política de buena vecindad
Al contrario que el gobierno de Bonn, que optó por una firme integración en la Alianza Occidental, Suiza avanzó de forma muy escalonada hasta convertirse en un aliado ideológico y secreto de Occidente. Cuanto más se agravaba la Guerra Fría más se orientaba la política exterior helvética hacia los aliados occidentales.
Si bien Suiza y Alemania mantienen una buena política de vecindad esta relación no es comparable con la que mantienen Francia y Alemania, por ejemplo.
«No existe entre la Confederación Helvética y Alemania esa política exterior compartida por las sociedades de ambos países», como ocurre con los vínculos franco-germanos, apuntó Schmitz. «Las relaciones helvético-alemanas adolecen de un poco de falta de emocionalidad, les falta corazón», subrayó.
«Alemanes y suizos vivimos uno al lado del otro sin saber mucho uno del otro», dijo el historiador, distinguido por la fundación política demócrata cristiana alemana Konrad Adenauer con el premio Bruno Heck (en honor a uno de los más destacados presidentes de esa entidad).
Superar la frialdad
Suiza y Alemania hacen esfuerzos actualmente para superar esta situación. Una comisión parlamentaria helvético-germana analiza el tema y se propone impulsar medidas de estímulo a un mayor conocimiento recíproco de ambos pueblos.
Las relaciones entre los dos países pueden ser calificadas de excelentes, «pero nunca han vuelto a ser tan buenas e intensas como en la época del primer gabinete ministerial del canciller alemán Konrad Adenauer, que gobernó la República Federal de Alemania entre 1949 y 1963, y en cuyo período se realizó un frecuente intercambio al más alto nivel», subrayó Schmitz.
«En aquella época no hubiera pasado lo que ocurrió, por ejemplo, en octubre de 2002, cuando el actual canciller socialdemócrata alemán Gerhard Schröder suspendió una visita oficial a Suiza porque no había un avión disponible que lo trasladara hasta Berna», señaló.
swissinfo, Juan Carlos Tellechea, Berlín
El estudio cubre el período entre 1945 y 1952 en el que Suiza proporcionó a Alemania abundante ayuda humanitaria.
El estudio analiza documentos provenientes de 17 archivos de ambos países.
El historiador constató que inmediatamente después de concluida la Segunda Guerra Mundial, Suiza y Alemania Occidental establecieron desde muy temprano un diálogo político-diplomático entre ambos gobiernos.
Si bien Suiza y Alemania mantienen una buena política de vecindad esta relación no es comparable con la que mantienen Francia y Alemania, por ejemplo.
Pero «Las relaciones helvético-alemanas adolecen un poco de falta de emocionalidad, les falta corazón», afirma Markus Schmitz.
El historiador fue formado en las universidades de Münster, Oxford, Berna y Bonn.
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